CAPITULO QUINTO
Niveles de control de la estación Jerguen, Sección Beta.
Tal como estaba previsto, una
veintena de hombres pertenecientes a las tropas de asalto del 101º de Gran
Belerin ataviados con sus oscuros uniformes, motivo por el que eran conocidos
como los Sabatt Negros. Por eso, y por ser la guardia personal de la Comisaria
Perséfone desde que esta fuera asignada a la Guardia Belerinita 5 años antes. A
juzgar por los cadáveres de la FPD que recubrían los pasillos ya habían
empezado las hostilidades.
La Jerguen poseía elevadores que
conectaban cada una de las secciones operativas de la estación, con los niveles
superiores donde se hallaban los departamentos de control y el puente de mando.
Su antigüedad impedía la instalación de
teleportariums internos, por lo que de otro modo las distancias habrían sido
insalvables. Aun así podía llevar varias horas recorrer la estructura circular
de la gigantesca estación. El puente de mando se hallaba en la sección más
elevada por lo que para acceder al mismo era necesario hacerlo desde un único
punto de acceso, la comisaria no tenía dudas de que a estas alturas estaría
bien custodiado.
-El teniente Barret la está
esperando mi señora, hemos establecido el centro de mando en esa sala de
servicio.- El miembro de los Sabatt señaló a una puerta semiderruida en el fondo
de la estancia, en el cuello de su negro uniforme resplandecía la daga plateada
que lo identificaba como Sargento.
-Que nadie pase de este ascensor
sin mi consentimiento- Perséfone hizo un gesto con la muñeca y su escolta se
unió al puesto de defensa, mientras ella emprendía nuevamente la marcha. Mucho
debía de haber bebido Solceyx si pensaba que unos cuantos de sus peleles iban a
mantenerlo con vida.
El teniente y otros tantos hombres
de hallaban reclinados sobre un improvisada mesa de mapas. La habitación
parecía ser una caserna para la guardia que normalmente controlaba los accesos,
Perséfone no puedo evitar pensar en los pobres desgraciados que yacían tendidos
sobre el suelo del pasillo que acababa de abandonar.
-¿Y bien que tenemos?- Los
hombres se sobresaltaron al percatarse de la presencia de la comisaria,
inmediatamente se hicieron a un lado para dejarle paso hasta la mesa, donde el
teniente Barret permanecía con su inseparable puro entre los labios. –Nada
bueno me temo- dijo mientras señalaba un punto sobre el mapa que se extendía
sobre una de las mesas.
-¿Sabemos algo de Solceyx?-
inquirió Perséfone
–El general parece que sabe lo
que hace, con la explosión han conseguido que la estación entre en estado de
emergencia, por lo que la mayor parte de secciones se hayan en aislamiento y
con cuarentena decretada. Eso retrasará cualquier movilización-
-¿Y el alto mando?- la comisaria
no parecía impresionada.
-Nada, los oficiales a bordo de
la estación aún deben estar regresando a sus puestos, y la mayor parte de los
efectivos son fragmentos de fuerzas dispersas camino de su destino y a la
espera de sus transportes.- El teniente hizo una pausa para mirar directamente
a los ojos de Perséfone, era uno de los pocos hombres en la estación capaz de
hacerlo sostenidamente. –Con todos los respetos mi señora ahí fuera hay un
follón de tres pares de cojones-.
-Patear cojones es mi
especialidad Teniente, prepare a sus hombres, vamos a tomar el puente.-
Perséfone chascó los dedos en dirección a uno de los hombres que acababan de
entrar en la habitación con ella.
-¿Solos?, con todos los respetos
mi señora eso es un suicidio, una compañía entera…- El teniente Barret señalaba
los documentos que se hallaban desperdigados sobre la mesa pero no puedo acabar
de pronunciar sus palabras. El soldado al que la comisaria acababa de
interpelar colocó un enorme cacharro metálico sobre todos aquellos planos, tras
pulsar un interruptor el aparato empezó a emitir un zumbido sordo.
-No estamos solos- Inquirió
Perséfone, con una media sonrisa dibujándose en la comisura de sus labios.
Puente de mando del Orgullo de Kratia
El capitán Pritzer acababa de
iniciar la maniobra de aproximación tal como el Rictor había ordenado, los
enormes motores del Orgullo de Kratia tronaron luchando por encarar la nave en
un ángulo de cuarenta y cinco grados en la vertical de la estación, tras los
mamparos blindados del puente se dibujaba lentamente la silueta de la estación
a medida que el crucero de los Mirmdiones aumentaba el escorado hacia su proa. Desde
su nueva posición, podía apreciarse claramente como uno de los apéndices que
sobresalían de la macroestructura había sufrido algún tipo de explosión
interna, con las características lenguas de fuego que delataban los lugares
donde el oxígeno incandescente de las deflagraciones se perdía hacia el vacío.
En el extremo del apéndice dañado, una nave que doblaba sobradamente el
tonelaje del Orgullo permanecía atracada sobre la maltrecha estructura.
-Doce grados de través a babor-
Los ojos de Furio escrutaban la escena desde el puesto de mando. –Contramaestre
Inclinación doce grados sobre el través de babor- ratificó Pritzer.
El enorme crucero apenas había empezado
a escorarse cuando un destello azul inundó todo el puente, seguido por un
terrible estruendo y los estremecedores crujidos de la supraestructura de la
nave. Un segundo después, la iluminación de emergencia había sumido la estancia
en un inquietante tono carmesí.
-¿De dónde demonios ha salido
eso?- Furio permanecía en el puesto de mando, con los ojos clavados en los
paneles que parpadeaban frenéticamente ante el – Informe de daños, inicien maniobras de evasión, toquen a
zafarrancho- Añadió al tiempo que tecleaba una secuencia sobre los mandos.
-Avante toda cuarenta y cinco grados a estribor.- El
capitán Pritzer había regresado a su puesto junto al contramaestre, cuya
metálica voz resonaba por toda la nave “Zafarrancho
de combate, Todo el mundo a sus puestos, Zafarrancho de Combate, no es un
simulacro”
-No ha sido la estación- el
capellán Klávicus no había variado un ápice su posición frente a los ventanales
de proa que se abrían en el frontal del puente de mando.
-Y qué cojo…- El Rictor
interrumpió las palabras a medida que tras los mamparos aparecía la figura de
al menos tres fragatas cuyas líneas delataban claramente su factura Imperial. A
pesar de que el Orgullo de Kratia poseía todas las balizas e identificadores
operativos, la flotilla había dibujado claramente una línea de batalla a
estribor de su posición. –Alguien pagará
por esto- Furio puedo fijarse en los pabellones que identificaban a las naves
como miembros de la flota de defensa planetaria de Gran Belerin lo que a todas
luces carecía de sentido, aunque las consecuencias podían ser desatrosas, si
toda la fuerza de defensa planetaria se había amotinado entonces habían subestimado
la magnitud del problema que tenían entre manos.
En aquel momento unos diminutos destellos surgieron del casco de las naves, -¡Preparaos para el impacto!- sin tiempo para reaccionar el Rictor apenas pudo terminar de pronunciar las palabras cuando una nueva andanada hizo estremecerse el anciano casco del Orgullo de Kratia. El crucero de los Mirmidones había iniciado la virada a estribor por lo que gran parte de los disparos no hicieron blanco, sin embargo Furio sabía perfectamente que no podrían soportar aquel castigo durante mucho más tiempo. -Cuarto de timón a estribor, ¡avante toda!-
En aquel momento unos diminutos destellos surgieron del casco de las naves, -¡Preparaos para el impacto!- sin tiempo para reaccionar el Rictor apenas pudo terminar de pronunciar las palabras cuando una nueva andanada hizo estremecerse el anciano casco del Orgullo de Kratia. El crucero de los Mirmidones había iniciado la virada a estribor por lo que gran parte de los disparos no hicieron blanco, sin embargo Furio sabía perfectamente que no podrían soportar aquel castigo durante mucho más tiempo. -Cuarto de timón a estribor, ¡avante toda!-
-Pero señor nos dirigimos hacia la línea enemiga- El
contramaestre parecía contrariado.
-¡Obedezca soldado!, ¡cuarenta y
cinco grados a estribor, avante toda!- El capitán Pritzer había comprendido perfectamente
la situación.
-Izad el espolón de proa- El Rictor había
vuelto a reclinarse sobre su sillón. – A mi orden toda la potencia auxiliar a
las baterías de estribor. - Solo tenían una oportunidad para salir vivos de allí,
y la iban aprovechar.
Pecio no categorizado, sección de carga Delta6.
Tras largo rato avanzando a
marchas forzadas, los cinco integrantes de la Penitent acababan de sobrepasar
el punto de extracción por el que habían accedido a la colosal nave unas horas
antes. No habían detectado indicios de actividad hostil o amiga desde que
abandonaran los maltrechos restos de la expedición que habían venido a rescatar,
con una diferencia fundamental, las paredes estaban completamente cubiertas por
el hollín propio de una deflagración.
Sin duda aquella era la causa del
temblor que habían sentido en toda la estructura de la nave, y a pesar de que
el origen de la misma seguía siendo un misterio los signos de los combates eran
cada vez más evidentes a medida que avanzaban a lo largo de los laberínticos
pasillos. Poco antes había logrado establecer una breve comunicación con el
Orgullo de Kratia, aunque había sido escueta y poco esclarecedora, el sargento
primero Rodius había limitado cualquier explicación a “Avanzar hacia punto Randez-vous balizado, a cualquier coste”.
Aquello solo había logrado aumentar la impaciencia de Perseo, ¿a qué demonios
se refería con cualquier coste?, conocía perfectamente las implicaciones de
aquella orden, pero era un protocolo poco habitual para una operación encubierta,
después de todo estaban en territorio amigo, y abrirse paso a tiros no iba
proporcionarles precisamente una cuartada creíble ni un salvoconducto para
aquel desaguisado.
Las ensoñaciones del sargento se
vieron súbitamente interrumpidas cuando una sección entera de la planta
superior de la nave se desprendió a escasos metros de donde se hallaban, al
chirrido de la tensión del plastoacero doblegándose le siguió el de la succión
del vacío espacial, desgarrando aún más el boquete que acababa de abrirse, sin
embargo su servoarmadura reaccionando a
la caída de la presión activó inmediatamente las presas magnéticas de sus
botas.
A través de las brechas que se
acababan de abrir en el casco Perseo pudo contemplar como tenía lugar una
escena sobrecogedora. El orgullo de Kratia avanzaba renqueante y con evidentes
daños en su casco directo hacia una línea de batalla formada por tres fragatas
imperiales, mientras estas no cesaban de castigar su avance con fuego racheado.
El estrecho perfil frontal del crucero de los Mirmidones dificultaba el blanco,
por lo que muchos de los proyectiles de plasma incandescente erraban su blanco perdiéndose
en el frio vacío espacial, algunos de ellos con trayectorias peligrosamente
próximas a la estación. A pesar de ello el sargento podía distinguir claramente
las detonaciones que el crepitante
plasma formaba en forma de fogonazos azul eléctrico, indicando el lugar donde
el casco era alcanzado.
Perseo supuso que aquellos
disparos perdidos eran la causa de al menos la segunda de las explosiones, los
motivos de la primera seguían siendo una incógnita, aquel pensamiento reavivó
su espíritu. Po lo que ordenó a la Penintent retomar la marcha. Los cinco
integrantes de la escuadra siguieron abriéndose camino a través de aquella
estancia donde los daños eran catastróficos, tras una rápida ojeada al áuspex decidieron
desviarse siguiendo un diminuto pasillo de servicio auxiliar que había
soportado mejor la explosión y aún conservaba una compuerta blindada de accionamiento
manual intacta, por lo que era de esperar que al otro lado de la misma la presión
fuera estable.
El conducto era un pasadizo auxiliar colindante al muelle de carga, pos sus paredes discurrían los cables energéticos mediante los que se accionaban las colosales presas magnéticas que mantenían anclado y estable el enorme pecio junto a la Jerguen. Tan pronto como habían superado
la última esclusa de seguridad y la presurización se completó, la reverberación
del sonido reveló el inconfundible sonido de los disparos de láser acompañados
de alguna detonación menor en la lejanía. Casi instintivamente los cinco integrantes de la
Penitent clavaron la espada contra la pared más próxima, con las armas
dispuestas. Con un gesto seco de muñeca el sargento puso en marcha a la
escuadra, esta vez sin avanzaban con la tensión del combate dibujándose en cada
centímetro de sus imponentes servorarmaduras. No había tiempo para
contemplaciones tácticas, tras largos años de formación en contraespionaje y
operaciones encubiertas con la séptima centuria Perseo había aprendido que
cuando todo se va a la mierda, la mejor baza era moverse rápido y actuar
expeditivamente.
El vestíbulo principal mostraba
signos de haber sufrido un combate intenso, pero juzgar por el sonido el grueso
de las hostilidades parecía haberse adentrado en la estación. El suelo estaba
poblado de despojos humanos, similares a los que habían visto horas antes en el
interior del pecio, sin embargo esta vez intercalados entre los bulbos
sanguinolentos aparecían esporádicamente cuerpos que aun conservaban su
apariencia humana. Sin detenerse en los detalles Perseo contabilizó no menos de
media docena de uniformes distintos, por lo que dedujo que la situación debió
de ser caótica, sin embargo no lograba identificar ningún patrón que delatara
el desarrollo de los acontecimientos, aquellos hombres parecían haber empezado
literalmente a disparar los unos contra los otros sin razón aparente.
Sigues dejándonos con ganas de más, jeje.
ResponderEliminarEspero con paciencia ver la continuación.