Barracones. Ciudad-colmena Alkia. Planeta Sagkeion. Sistema Sagkeion
Lamba.
Las
paredes mostraban ladrillos de mala calidad donde no había pintura, y donde la
había, esta agonizaba en una batalla perdida contra la roña. Las filas de
literas no estaban en mejor estado, el hierro desnudo estaba comenzado a
oxidarse en las junturas de las soldaduras, algunas estaban calzadas con
quebradizos bloques de hormigón. Finos hilos de luz atravesaban la estancia de
arriba abajo desde las numerosas goteras de la clásica techumbre abombada.
Cinnamus dejó caer su mochila sobre el polvoriento colchón donde se supone que
iba a dormir durante la estancia en aquel planeta. Había residido en lugares
peores, pero aquello no era normal. Estaban allí para ayudar. Que no les
hubieran recibido como era debido le daba igual, pero por lo menos, les tenían
que haber dado unos alojamientos decentes.
Si
Sitra pudiera ver donde iba a vivir su marido, quedaría horrorizada. Sus
refinados gustos ya se vieron ofendidos cuando la dijo que vivirían en una nave
del Mechanicus, no se quería imaginar si la hubiera tenido que llevar allí. Sin
embargo sabía que habría ido con él. No lo habría abandonado, igual que cuando
se presentó a filas. Por aquel entonces no habían formalizado su relación. Confiaba
en que la espera no se le hiciera muy pesada. Se tranquilizó a si mismo pensado
en que Dijnia la mantendría ocupada. Ella llevaba mucho mejor los periodos de
servicio de Khur.
De
fondo llegaban lejanos ecos de bombardeos. Aún eran tenues, pero sabía que no
tardarían mucho en ser sus espectadores de primera fila. Estaba colocando su
espada en el cinturón cuando el comunicador pitó. Era un canal protegido al que
solo tenían acceso los savaranos, el encargado de comunicaciones leía
lentamente las órdenes.
- Informe
de la situación del frente. La ciudad-colmena está siendo atacada duramente
desde varios puntos. Las tropas de las FDP y el Astra Militarum están
defendiendo el perímetro exterior. Ya se han perdido amplias zonas de los
suburbios. Los combates se recrudecen en el suroeste y en el norte. Los cuerpos
de ejércitos destinados allí sufren un duro castigo por parte de fuerzas xenos
y herejes. El alto mando local nos ha pedido que ayudemos en la defensa de
dichas zonas, en 24 horas se nos movilizará para el combate. Ahora hablaran los
Mayores para despachar las órdenes respectivas.
Se
sentó en su litera. Alzó la vista para ver como todos los soldados que estaban
a su alrededor atendían a sus comunicadores.
- Os habla el Mayor Arsacis. Como habéis visto
las autoridades del lugar no nos prestan mucha atención, aún así nos necesitan
para ayudar en las tareas defensivas. Nos han facilitado camiones de transporte
para una de las divisiones. Iremos a los dos emplazamientos en los que la
situación está peor. Mi división irá a la parte suroccidental de la ciudad-colmena
en los camiones, no os alegréis aún, no tienen pinta de ser muy cómodos. Los
orkos están concentrando gran parte de sus cañoneos en esa parte de las
defensas. Se prevé un ataque en masa. Auxiliaremos a los guardias imperiales
allí destinados. Estar preparados en cinco horas. En un minuto hablará el Volog
a sus hombres.
Camión militar. Modelo Alpe. |
Arsacis
era muy diferente al mayor. Como mando a la cabeza de la primera división siempre
era mucho más cercano a sus hombres, cuando tenía que hacerlo era igual de
recto que Khur, pero siempre los trataba a todos con una actitud de camaradería
que rozaba lo familiar. Las rígidas palabras de Volog no tardaron en llegar, su
voz sonó tan seria como siempre, aunque se podía notar cierto hastío en su
tono. La situación de Zoroaster y la falta de un medio con el que movilizarse
al frente rápidamente se hacían notar.
- Se
presenta el Mayor Volog. Antes de aterrizar las fuerzas herejes han arrasado el
primer perímetro defensivo del norte con bombas de megatones, la evacuación no
había sido completada. Las bajas civiles han sido cuantiosas. Que el Emperador
vele por sus almas. -Muchos savaranos repitieron en alto el rezo.- No eran
armas sucias, por lo que se ha podido establecer un anillo defensivo de
trincheras. Están siendo atacadas en estos momentos por hordas de soldados del
Caos. Se nos ha ordenado establecernos en las posiciones de retaguardia más
cercanas como posible refuerzo ante una ruptura del frente. He enviado a Warfet
para que encuentre transportes. Preparen sus equipos, si en 24 horas no ha
encontrado nada, iremos andando.
Sistema Sagkeion Lamba. Grupo de Asalto.
Bordeando el destructor abandonado.
Desde
la apretada cabina de mando Zoroaster veía el espacio alrededor de su transporte.
Las naves orkas seguían llegando abriendo fuego con todas sus armas. Se
sujetaba a un asidero de la pared con una mano mientras la otra descansaba
sobre el pomo de su ensangrentada espada sierra. Los bandazos que daba la nave
para esquivar la irregular estructura del destructor eran constantes. Tenían
que ir pegados a su superficie para intentar pasar desapercibidos en el caos
que se daba a su alrededor. Más de una vez pudo reconocer los disparos de la
Lanza de Hierro al destruir una barcaza xeno. Solo sus armas eran tan precisas.
Las
explosiones centelleaban en la sangre seca que no había podido limpiar de su
pálido rostro. Tan absorto estaba que no se dio cuenta de que alguien se le
acercaba por detrás. No pudo evitar sobresaltarse ligeramente cuando unos dedos
le tocaron el hombro. Era Critio, llevaba la gorra debajo del brazo.
- De
buena te has librado.
-
Podía haber sido peor.
-
¿Qué vamos a hacer? Luther está demasiado ocupado como para contarme nada.
- Reúne
a los hombres y prepáralos para el combate.
Tras
decir esto, Zoroaster se giró sobre sus talones para salir de la sala sin
dirigirle la mirada a Critio. Esto no
extrañó al comisario, el capitán ya era poco hablador cuando estaban fuera de
servicio, dudaba que quisiera hablar con alguien más después de una experiencia
tan cercana a la muerte. Se puso la gorra y se dirigió hacia las salas de
abordaje. Lo poco que duró su trayecto estuvo lleno de soldados moribundos que
recibían la extrema unción, gritos de los heridos al ser atendidos de
emergencia, lamentos de los amputados, tropiezos con apurados miembros de la
tripulación, y los constantes latigazos de energía residual que eran repelidos
por los delgados escudos de la nave.
No
tardó en verse rodeado de los hombres de Zoroaster. Allí estaban, listos para
el combate de nuevo, algunos estaban heridos de levedad, otros tenían las
armaduras llenas de desperfectos o regadas con sangre seca. Formaban dos
bloques a ambos lados de la sala, todos quietos y callados; al fondo del
pasillo, junto a las escotillas, estaban el capitán y Luther, tras un gesto del
primero Critio atravesó el estrecho pasillo mientras los soldados se giraban
noventa grados para constituir dos conjuntos enfrentados que daban una
silenciosa bienvenida al comisario. Cuando este llegó al final todos volvieron
a moverse al unísono, creando una única formación compacta. Con un asentimiento
de cabeza de Critio colocaron sus rifles laser con la culata tocando el suelo
en posición de descanso.
Zoroaster
dio un paso hacia delante. Su voz sonó tranquila, con el tono neutro que le
caracterizaba y le daba un aspecto tan inquietante como su estilizada
apariencia física.
-
Savaranos.
Todos
dieron un golpe con las culatas de sus armas al metálico suelo.
- El
enemigo trata de robarnos la nave que reclamamos en el nombre de la Sagrada
Terra. Y no vamos a permitirlo.
Un
golpe más.
- Su
nave se ha incrustado en nuestro objetivo. Lo han infestado para internar
cazarnos. -Mientras decía esto pudo sentir como los motores hacían la suficiente
fuerza de repulsión con la que frenar su trayectoria.- Y no se lo vamos a
permitir.
Otro
golpe.
-
Les vamos a abordar nosotros a ellos. -No giró la cabeza, pero sabía de sobra
que Critio le acababa de dirigir una mal disimulada mirada de admiración.- Mataremos
a todos los que podamos mientras Luther sobrecarga sus motores para hacer que
empujen al destructor lo suficiente como para ponerse al alcance directo de las
armas de la Lanza de Hierro. Una vez pase esto nos replegaremos de nuevo para
volver y dejar que los artilleros del Mechanicus hagan su trabajo.
Con
el parón en seco de nave los mecanismos de abordaje comenzaron a perforar el
casco del primitivo armatoste con el que los pielesverdes habían llegado hasta
allí. Todos se repararon. Lar armas fueron revisadas por enésima vez, las
bayonetas caladas, las ametralladoras amartilladas, los rifles laser puestos a
máxima potencia, los quemadores de los lanzallamas encendidos y las células de
plasma activadas. La sala se selló a sus espaldas cuando la primera placa de
hierro orko se desprendió medio fundida hacia dentro.
Se
pusieron en movimiento, nada más entrar, Zoroaster disparó a bocajarro a un
asustado grupo de pequeños gretchins que no sabían lo que se les caía encima.
Era el momento de resarcirse.
Megapolígono industrial. Ciudad-colmena
Alkia. Planeta Sagkeion. Sistema
Sagkeion Lamba.
Guerra,
estaban en guerra, y esta vez iba en serio. Le dio otro mordisco a su insípido
bocadillo. No era un enfrentamiento entre bandas o clanes. Era una maldita
guerra. Los noticiarios decían día y noche que todo iba bien, que la invasión
estaba siendo controlada desde el primer momento. Alorso era un simple
mecánico, pero incluso él se daba cuenta de que las cosas no estaban yendo por
el buen camino. Se había movilizado a todos los hombres posibles de sopetón, no
solo estaban combatiendo las FDP y el Astra Militarum, todas las compañías
mercenarias cercanas han sido puestas en nómina por las familias pudientes. Y
aún así, no estaban ganando. Los rumores de las primeras matanzas de soldados se
habían extendido como la pólvora por toda la ciudad-colmena, bajando la moral
poco a poco, generando un clima de inseguridad que aumentaba por momentos.
Fuerzas de Defensa Planetaria en combate. Planeta Sagkeion. |
No
obstante, aquella situación no solo era culpa de la aplastante invasión que
estaban sufriendo. Todos lo sabían, la falta de preparación, las trabas
administrativas, las tirantes relaciones con el gobernador… Las principales
familias del planeta se enfrentaban en su propia ofensiva interna por acaparar
las riquezas que generaba la industria de guerra.
Él
mismo era un testigo directo de ello, aunque su planeta estaba destinado a
funciones administrativas, él trabajaba desde que era pequeño en una de las
muchas plantas de producción armamentística con las que los Voga aumentaban sus
arcas. No eran malos patrones, sobre todo desde que firmaron contratos de venta
y abastecimiento con Guillan Ampillo. En su lugar de trabajo producían aviones
militares de todo tipo, en esos momentos el ritmo de trabajo era frenético, lo
cual no estaría mal dada la necesidad de material bélico con el que ganar la
guerra.
Sin
embargo, sabía que el considerable número de aeroplanos que habían estado
construyendo no serían movilizados directamente hacia el frente. No era porque
estuvieran mal construidos o tuvieran defecto alguno, más aún, la última
revisión del Mechanicus había sido muy satisfactoria. Era por una simple razón.
La ley de la oferta y la demanda. Cuanto más esperasen los Voga para venderlos,
más beneficios obtendrían, claro está, que para ello contaban con la bien amortizada
protección del señor Ampillo.
Eran
asuntos que estaban muy por encima de él, pero era algo por lo que en ese mismo
momento estaba muriendo gente. Y no le gustaba. Bueno, por lo menos pagaban.
Justo había acabado de pensar todo aquello cuando sonó la sirena que anunciaba
el inicio del siguiente turno, se puso de pies y buscó con la mirada a Cirimo y
a Barzo, al ver que ya estaban preparándose para montar la siguiente pieza del
fuselaje fue hacia ellos para ayudarles.
El
imponente bombardero tetramotor era enorme. La superficie, pintada en tonos
mates, tan solo estaba interrumpida por las ventanas justas para no dejar
demasiadas brechas en su duro blindaje, y por las numerosas ametralladoras que
asomaban desde aberturas en el casco o estaban armadas en torretas de bola. Su
diseño arcaico, fruto de las mentes de ingenieros de épocas pasadas, no podía
compararse con otras piezas del arsenal imperial, pero cumplía su función con
creces, y era lo suficiente sencillo de producir como para dar rápidos
beneficios no solo en su sistema, sino que también vendiéndolo a gran escala en
los sistemas aledaños.
Tras
un largo proceso de interminable remache su trabajo había terminado, por lo
menos con ese modelo, dejarían paso al resto de técnicos mientras ellos
empezaban con el siguiente.
Se
fijó en la entrada donde los portones de chapa estaban abiertos de par en par
dejando pasar a uno de los bombarderos que ya estaban terminados. Un tractor lo
remolcaba hacia el enorme hangar en el que se almacenaban los modelos listos
para ser vendidos. Ambos edificios estaban anexos, así que era un proceso
rápido. Un pequeño revuelo se estaba formando alrededor de unos recién llegados.
Vitaleo, el encargado, discutía enérgicamente con ellos.
El
más grande de ellos era fácilmente identificable, sus ropones rojos y los
servobrazos que asomaban desde su espalda lo denotaban como un visioingeniero
del Mechanicus, detrás de este, firme, pero silenciosamente estaban cuatro
soldados perfectamente uniformados. No los reconoció, ni por sus armas pesadas
ni por las formidables armaduras hechas a partir de numerosas placas entre
cosidas. Usaban un modelo de rifle láser que desconocía, aunque rápidamente se
dio cuenta de que prácticamente toda su panoplia era de otro mundo. No tardo en
darse cuenta de que debían ser los refuerzos de fuera del sistema.
La
cara de Vitaelo fue lo que le preocupó, como muchos, se dirigió para ver qué
pasaba. No se molestó en ocultar la hidrollave que sujetaba en una de sus
manos.
-
¿Pero cómo que requisas toda nuestra producción de bombarderos? Lo siento, pero
no. ¿Y de qué vamos a comer nosotros?
-
Silencio trabajador. -El tecnosacerdote dio un paso hacia delante, las vendas
que se entremezclaban son sus ropajes se bambolearon lentamente.- El ejército
del Emperador necesita esos aviones. ¿Acaso quieres que considere esto una
insubordinación?
- Si
os damos toda la producción no cobraremos… Será la ruina. Los Voga pedirán
nuestras cabezas.
-
Así que quieres algo a cambio.
- Eh…
Si.
-
Espera un momento. -Ignorando a la pequeña muchedumbre que estaba reuniendo a
su alrededor se dirigió hacia una terminal que solo era usada cuando los
miembros del Adeptus Mechanicus los visitaban.
Tras
un rato comenzó a teclear a una velocidad inhumana. Largas secuencias en
binario pasaban delante de él tan rápido que hacía daño mirarlas. Alorso vio
como Vitaelo se mantenía al lado de este, pero no paraba de rascarse y de
frotarse las manos de puro nerviosismo. Casi da un salto cuando el
tencosacerdote se giró repentinamente hacia él.
-
Ponte en contacto con tus patrones y diles que tengo una cosa que enseñarles.
-Pero…
-
¡Ya! Y dile que se conecte a la siguiente frecuencia. -Vitaelo apuntó
nerviosamente una serie de números en una gastada libreta de fino papel
amarillo.
El
pobre encargado fue corriendo hasta el monitor de comunicaciones más cercano,
se apoyó en la pared durante toda la discusión que mantuvo con varias personas
al otro lado del aparato. No faltaron las disculpas apresuradas y las escusas
atropelladas. Después de unos largos minutos le indicó al visioingeniero que ya
podía hablar con uno de sus directores.
Volvió
a teclear en la terminal, aunque con un ritmo mucho más tranquilo, haciendo
pausas, como si estuviera hablando con alguien. A Alorso se le hizo eterno el
tiempo que la situación se mantuvo así. Por lo menos estaba alargando el
descanso, y eso era algo que se agradecía. Justo cuando Vitaelo estaba a punto
de decirle algo al tecnosacerdote, este apagó la terminal y volvió a sobresaltarle
al dirigirle la palabra.
- Ya
esta, podéis seguir trabajando. En breves os llegarán órdenes de que tengáis
preparados los bombarderos para ser transportados al espaciopuerto más cercano.
- ¿Y
la producción?
- No
te preocupes, le he ofrecido a tus altísimos los planos para que podáis
fabricar aquí cazas a reacción. Vuestros beneficios se dispararán.
El
nerviosismo fue sustituido por la codicia en la cara del encargado. Al ver que
el visioingeniero daba por finalizada la conversación y se marchaba seguido de
su acorazada escolta se dirigió hacia la misma terminal de comunicaciones de
antes para confirmar lo que acababa de pasar. No se olvidó de ordenar a los
hombres que volvieran al trabajo a base de insultos y voces.
Camino de los barracones. Ciudad-colmena
Alkia. Planeta Sagkeion. Sistema
Sagkeion Lamba.
-
Warfet. -Cinnamus se quitó el casco para poder estar más cómodo, al otro lado
Parham y otro de los savaranos lo imitaron.- ¿Qué ha pasado cuando has entrado
en la consola?
-
Nada importante. Me comuniqué con la Lanza de Hierro para pedirles los planos
de varios modelos de aeronaves a supersónicas con los que poder hacer el
intercambio.
- No
me gusta. -Dijo Parham.- Deberíamos haber podido tomar los bombarderos sin
ningún problema. Están en una situación de guerra total.
-
Claro Teniente, pero cuando hay prisa, hay que agilizar las cosas. No creo que
te hubiera gustado atravesar andando toda la ciudad-colmena para ir al frente.
¿Verdad, Warfet?
-No pasa
nada. El tener que negociar con foráneos no es algo que no nos haya pasado
nunca. Además, les he dejado un mensaje a las autoridades del Mechanicus
locales. Les he avisado de la clase de planos que van a recibir los directivos
con los que me he comunicado.
-
¿Y?
-
Pues que a cambio de estar informadas para poder requisar esos diseños tras la
entrega de estos, nos darán pilotos para los bombarderos. Ellos devolverán las
aeronaves.
-
Muy bien jugado Visioingeniero, se notan los años trabajando con Enoch, ¿eh?
-Warfet gesticuló con una de sus manos para quitarle importancia al comentario
del Capitán.- A Volog le va a agradar todo esto.
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