Acorazado
Alma de Belerin. Sistema Belerin.
El
enorme guerrero miró de arriba a abajo el holograma que tenía delante, no
mostró ningún signo de sorpresa o curiosidad, tan solo se quedó observándolo en
silencio, creando un mutis terriblemente incómodo del que hasta Enoch se dio
cuenta. El visioingeniero hizo que uno de sus robots se retirase, Wernoh ni se
inmutó ante la situación. Tras unos largos segundos más se decidió a hablar,
fue tan directo como poco amigable.
-
¿Dónde lo habéis robado?
-
Este material no ha sido sustraído de forma ilegal. Fue encontrado hace varias
travesías por miembros del Mechanicus de Catafractaria. -La imagen que giraba
entre ellos fue rodeada por numerosas descripciones que rápidamente se
ajustaron a su lenta rotación.
- ¿Y
por qué no se ha devuelto a su capítulo originario? -La decoración del
Dreadnought delataba su origen.- Esta reliquia debe ser restituida a los Puños
Imperiales.
-
Si, lo es, pero cometes un error Astarte. -Wernoh volvió a fruncir parte del
ceño, Enoch debía de haber roto algún record.- Está en pleno y total funcionamiento,
tan solo falta alguien que lo dirija de nuevo a la batalla, y cuento con los
permisos necesarios como para ofrecérselo a los hijos de Dorn que considere más
oportunos.
- No
frivolices Visioingeniero. Mi capítulo aceptará con gran honra semejante
presente, pero no nos vamos a arriesgar a tener problemas por cumplir tu
antojo.
El
droide ligero de Enoch volvió a situarse a su lado, aunque no volvía solo, Khur
lo acompañaba.
-
Khur Frates, Coronel y líder del 143 de los Savaranos de Catafractaria. -Wernoh
asintió para recibirle; se presentó tan escuetamente como cuando lo hizo con
Enoch.- Espero que sea importante Enoch, acabo de estar con Jorye Balcipa, de
los Granaderos de Acero.
Tras
esto intercambió una mirada con el marine espacial, no fue de desafío, sino de
reconocimiento mutuo.
- El
Sargento duda de la legalidad del origen de este artefacto que le ofrezco como
presente. Es la pieza de arcanotecnología que los savaranos salvaguardaron en
Dupla VI.
El
Coronel respondió con un ligero bamboleo de su cabeza, como si aquello le
trajera recuerdos muy lejanos.
-
Si, como lo iba a olvidar, defendimos durante varios meses aquel maldito
complejo industrial, junto al 227 y el 752 de Savaranos, si no me equivoco. Ah,
y una fuerza auxiliar Ogrete de Crinjol.
- No
conozco esa campaña. -La expresión de Wernoh no cambió mucho, pero contaba con
cierto tono de familiaridad, como si le agradase más dirigirse a otro soldado.-
Deduzco que fue en esas instalaciones en las que apareció el bípode.
-
Así es. -Khur miró directamente al Sargento.- Formamos parte del cuerpo de
ejércitos que defendió el sistema de un asalto conjunto de varias razas xenos.
Estábamos asediados. Los mandos no nos permitieron retirarnos de aquellas
posiciones, y mucho menos cuando el Mechanicus se enteró de esto estaba en su
subsuelo.
- ¿Y
la batalla?
-
Vencimos, los rechazamos una y otra vez hasta que no tuvieron más que lanzarnos
y se vieron obligados a retirarse. -Khur apretó un puño delante de él mientras
lo decía, cualquiera podía imaginarse los nudillos blancos debajo del guante.-
Murieron muy buenos hombres…
Wernoh
escudriñó al Coronel, creando un nuevo silencio en el que las conversaciones de
alrededor pasaban como viento entre las recias paredes de un acantilado de
obsidiana. Khur le mantuvo la mirada, por dentro maldijo a Enoch por forzar una
situación como aquella, la falta de tacto que presentaba a veces el
visioingeniero llegaba a ser de lo menos conveniente. Ya había sido difícil
tratar con Guilan y los otros comandantes del lugar, como para que encima ahora
se ganaran la enemistad de un capítulo del Adeptus Astartes. No había mentido,
de eso estaba seguro, él mismo había estado en aquella campaña, luchando codo
con codo junto a soldados como Arsacis o el difunto Jerius. Momentáneamente recordó
a aquel ogrete que le salvó de una descarga de granadas ácidas.
El
sargento acabó con sus meditaciones.
-
Bien, que así sea. Aceptaremos tu presente y lo honraremos poniendo a sus
controles a uno de nuestros mejores guerreros. -Su tono se volvió más solemne.-
Los Custodios del Tridente no olvidarán esto.
Enoch
alzó lo más grácilmente que pudo una de sus manos mecanizadas, en ella había
una pequeña tarjeta.
-
Como desees. Aquí tienes todo lo necesario para comenzar el transporte a
vuestra nave, también toda la información que vuestros tecnomarines necesitan
saber.
El
marine recogió el paquete de archivos y se retiró tras realizar un saludo marcial
que fue respondido con la misma formalidad por Khur. El visioingeniero unió las
manos antes de realizar una tenue reverencia.
-
Enoch, no sé que acabas de hacer, pero espero que esto no nos traiga problemas
en el futuro.
- No
se preocupe Coronel, todo lo contrario.
Sistema Sagkeion Lamba. Grupo de Asalto. Destructor
abandonado.
El
fogonazo de calor se sintió debajo de sus armaduras, y aunque no pudieron
olerlo, el apestoso hedor del metal derretido por las bombas de fusión los
rodeó rápidamente, ante ellos se abrió un pasillo envuelto en una oscuridad
casi total. Las luces de las linternas mostraron paredes hechas en placas de
metal llenas de remaches semiesféricos, los cuales que en otro tiempo habían
estado pulidos a mano, tenían capas de polvo que les daban un aspecto sucio y
descuidado. No hubo respuesta alguna, los auspex no detectaron nada, el
silencio podía palparse.
Con
un sigiloso gesto Zoroaster ordenó la entrada, habían llegado a un largo
corredor cuyo final era difícil de alcanzar con la mirada. Ocuparon gran parte
de este junto a varias salas aledañas. Nada. Mantuvieron la posición durante
unos minutos mientras todos se posicionaban. Ningún soldado detectó nada que no
fueran trastos viejos de uso cotidiano. Encendió su transmisor de radio, con un
leve susurro se comunicó con sus hombres.
-
Cuidado y silencio absolutos. Mantened comunicación por radio e informar de
cualquier anomalía. Syrus, quédate con la mitad de los hombres, establece un
perímetro y explora todas las salas que puedas. El resto iremos junto con
Luther y sus adeptos al puente de mando para apropiarnos de la nave.
Tras
un asentimiento general comenzaron a internarse en la colosal estructura de la
nave. Critio se situó a su lado, la luz indirecta de las linternas creaba un
reflejo en los cristales de su máscara y los adornos de la gorra le daban un
aspecto imponente. El comisario estaba más callado que de costumbre, eso no era
bueno, puede que hubiese hablado demasiado antes de empezar la misión. No se
arrepentía, no mucho, le había dado la sinceridad que le había pedido. Esa nave
le seguía dando mala espina, no sabía por qué, pero así era.
El
haber nacido como parte de una larga familia que ya no recordaba en qué
generación había llegado a Hicorion no solo había hecho que tuviera un físico
ligeramente diferente al del resto de los demás, tan solo había que ver su
altura superior a la media o su piel albina, también le había otorgado un
pequeño sentido extra a la hora de detectar el peligro, sobre todo cuando
estaban en el espacio. No era un psíquico, ni mucho menos, pero pocas veces se
había equivocado al sentirse así.
Continuaron
avanzando, se fijó en los numerosos cubos que descansaban en los laterales de
los pasillos, junto a estos había decenas de fregonas y cepillos de mano,
aunque estaban bastante podridas por el paso del tiempo. Eso, junto al hecho de
que no vio ningún servidor le hizo pensar en que posiblemente la limpieza estuviera
a cargo de los tripulantes de la nave, eso le divirtió un poco, posiblemente
fuese una forma de mantener la disciplina, puede que un poco primitiva, pero
bastante ocurrente.
Al
pasar junto a una puerta lateral se paró en seco, todos se pusieron en guardia,
con un gesto de una de sus enguantadas manos les avisó de que no era nada
grave. Era uno de los antiguos ocupantes de la nave, o por lo menos lo había
sido en otro tiempo. Ya solo quedaba su cadáver, reseco por el paso del tiempo,
con girones de piel pegados a los blancos huesos y restos de pelo colgando de
algunos de estos. Sus ropajes se habían conservado mejor, aunque estaban
demasiado raidos como para haberse salvado del todo. Eran muy curiosos, vestía
una larga casaca verde llena de adornos plateados, unos pantalones de media
pierna que se doblaban justo encima de la parte superior de unas botas de caña
alta con cierre de hebilla. Todo ello estaba rematado por un colorido pañuelo
que le tapaba el rostro, un sombrero tricornio de fieltro y un extraño arma
láser modificado para que pareciera un arma de pólvora primitiva.
Eso
le recordó a la indumentaria de algunos Rogue Traders que había conocido en el
pasado, al parecer esa extravagante moda no era algo reciente. Luther no tardó
en acercarse para tomar muestras, entre ellas el arma que el muerto ya no iba a
necesitar.
No
cesaron el paso para nada más que no fuera la toma de más ejemplares o la
recogida de nuevos objetos. Los adeptos que acompañaban a Luther se encargaban
de cargar con todo, Critio hizo una pequeña mofa sobre ello, lo que ayudó a
romper la tensión del ambiente. Sin embargo era algo difícil, no sabían lo que
les había pasado a los antiguos dueños de la nave, la disposición mostraba que
habían muerto de forma violenta, sus esqueletos presentaban roturas
antinaturales, y la mayoría de lo que quedaba de sus ropas presentaba agujeros
y desgarrones. Puede que se mataran entre ellos en un motín, o que algo los
hubiera abordado. Había que tener cuidado.
Llegaron
a una bifurcación del corredor, una parte seguía hacia delante, la otra parecía
llevar a unas cámaras llenas de desperdicios. Zoroaster ordenó un alto para
establecer conexión por radio con el otro grupo, Critio comenzó a recorrer la
formación inspeccionando a os soldados. Cuando el capitán se acercó al operario
de radio asignado a su compañía, casi trastabilla, teniendo que apoyarse en la
pared, un escalofrío le recorrió todo su cuerpo, poniéndole de punta hasta el
pelo de la nuca. Fue algo momentáneo, apenas duró un segundo, el cual fue
seguido por un impacto que hizo temblar toda la estructura de la nave.
Comenzaron a llegar mensajes de radio de todos los pelotones presentes en la
nave pidiendo una explicación. Preparó sus armas en un instante, tanto él como
Critio se volvieron hacia Luther.
-
¿Qué ha sido eso?
El
visioningeniero se retorció espasmódicamente por un momento, como si de repente
una miríada de información estuviera saturando sus canales informativos.
-
Algo está entrando en el sistema, algo muy grande. No. Son muchos. No son del
Caos. Han empujado la nave… Han entrado.
-
¿Qué son?
- ¡A
las armas! Avisa a Syrus… ¡No hay tiempo!
Corriente disforme cercana al sistema
Sagkeion Lamba.
Abrió
el ojo que le quedaba, el implante que sustituía la mitad de su cara comenzó a
chasquear al activar sus funciones motrices. Se levantó lentamente, rotando los
hombros para tonificar su potente musculatura, al dar el primer paso chapoteó
con la sangre de los dos últimos desgraciados que se habían atrevido a desafiarle.
¿O simplemente le habían mantenido la mirada? Daba igual. Sus subordinados se
apartaban de su camino con gestos de respeto y miedo fruto del conocimiento
innato de la amenaza que representaba.
Caminó
por los tortuosos corredores de su nave, tuberías de todos los tamaños y
colores competían con innumerables tomas de energía por ver quien hacía más
ruido. Montones de basura rodeaban pilas de chatarra o armas saqueadas tiempo
ha. Entre ellas numerosos de aquellos pequeños inútiles que siempre los
acompañaban rebuscaban piezas rentables. Aplastó a más de media docena mientras
avanzaba rumbo a la sala principal. Sus chillidos eran ahogados por el
estruendo general que poco a poco se apoderaba de la nave.
Cantidades
ingentes de guerreros se preparaban para la batalla, sus dioses así lo habían
dicho, antes, ahora y siempre. La guerra era tan inevitable como divertida.
Para él era algo más, era su vida, algo sin lo que no podría explicarse su
existencia, aunque claro, primero tendría que poder explicarse a sí mismo algo
que no fuera una nueva e irreverente forma de matar y mutilar a sus enemigos.
Los
canales de voz tronaban con mensajes de entusiasmo no solo de su nave, sino de
las otras muchas que los acompañaban. Su instinto le decía que el momento en el
que tenían que salir de la disformidad era ese. Llegó a la sala que hacía las
veces de puente de mando. Miró a los muchachos que se encargaban de pilotar.
Alzó una garra cubierta de clavos. Señaló las oleadas de disformidad que
atravesaban a toda velocidad.
-
Ahora.
Su
orden no fue discutida. Los últimos que se atrevieron a hacer eso tuvieron que
cenar sus propias tripas dos veces.
El
espacio empezó a abrirse lentamente entre ellos. Al llegar un latigazo de
realidad rota había desplazado una nave que estaba varada en el vacío. Enviaría
algunos chicos para controlarla. Agarró el primer dispositivo de comunicaciones
y gruñó, se hizo el silencio más absoluto en toda su flota. Tomó aire e infló
sus plumones todo lo que pudo, lo cual era una cantidad considerable del fétido
aire los rodeaba. Tan solo dijo una cosa, sin embargo todos y cada uno de sus
subordinados entendieron a la perfección su orden.
-
WAAAAAAAAAAAAAAAAGH!!!
Ey!
ResponderEliminarVeremos que nos pides a cambio del regalito, jeje.
Ya veo que se avecinan tortas como quién dice, a ver si me decido yo por un adversario, o dos, al fin y al cabo he dividido mis fuerzas.
Un saludo!
Me alegro de que os gustase.
EliminarYo me centraré en varios enemigos y un sistema, aunque claro, con orkos de por medio nunca se sabe, jeje.
Salu2.