jueves, 31 de julio de 2014

Custodios del Tridente XVI: Dolor y duda 03 [Relato]

DOLOR Y DUDA 03

 --Fragata Tinea Polaris, Custodios del Tridente--

Entró en el strategium algo más rígido de lo que se había propuesto. Aún no se había acostumbrado a formar parte de los pocos que podían tomar decisiones importantes. Cerró las manos formando un puño apretado y se forzó a relajarse, a su espalda sabía que lo seguía su escudera, cuyo nerviosismo debía ser más que evidente para los de la sala. Requiel se encontraba hablando con dos militares humanos vestidos de verde y amarillo, algo más alejados otros dos soldados se mantenían en silencio bajo la atenta mirada del sargento Bilko. Al verlo le saludó con un casi imperceptible gesto de la cabeza, a lo que él respondió de igual modo. Aunque había luchado junto a su escuadra de Asalto en un gran número de ocasines, la verdad era que posiblemente fuera de los pocos hermanos de la Quinta con los que apenas había tenido tratos fuera del campo de batalla.

El Capellán lo vio y la conversación con los humanos se detuvo hasta que Ghuno llegó junto al trío.

- Sargento Ghuno, le presento al capitán Bonnad y al teniente Lenden de los Fusileros Dolnudacitas.

- Sargento - saludó el oficial superior mientras su compañero hacia una leve inclinación de cabeza.

- Hermano Capellán, oficiales. Lamento la tardanza.

- No tiene importancia hermano, hemos estado discutiendo sobre una posible colaboración con los Fusileros Dolnudacitas.

- Precisamos su ayuda, ya le he comentado al Capellán que nuestras fuerzas están demasiado dispersas y ahora solo nos faltaba que aparecieran los orkos.

- ¿Orkos?

- Así es, hermano, ¡podemos tener una nueva oportunidad de destruir la aberración pielverde!

Requiel era, posiblemente, el miembro de la Quinta cuyos sentimientos contra los Orkos eran más exacerbados, por lo que Ghuno no se sorprendió de la intensidad de sus palabras. Los militares humanos, sin embargo, reaccionaron con cierta sorpresa.

- A pesar de todo, me temo que la petición de estos hombres nos llevará lejos de esos monstruos - Comentó Requiel algo más sereno.

Ghuno no preguntó, solo mantuvo su mirada fija en el casco con forma de calavera del Capellán. El teniente de los Fusileros carraspeó y su superior hizo un gesto con la mano para que hablara.

- Sargento... ¿Ghuno?, poseemos un buen número de efectivos, y ya se han organizado varias fuerzas para detener la nueva amenaza. Sin embargo, no podemos estar en todos lados, y el Sistema Dolnúdaca tiene una población próspera y... peculiar. No todos nuestros mundos tienen una organización centralizada, de hecho abundan las poblaciones diseminadas, y los dolnudacitas estamos orgullosos de ser bastante independientes y autosuficientes, lo que es...

- Un problema, un grave problema. - El capitán interrumpió a su subordinado con gesto contrariado - Las naves antiguas han estado cayendo a tierra desde hace un mes. Como supondrá, hemos tratado de controlar los restos y expulsar a los herejes que aterrizaban tras ellas, y todo ello intentando además que nuestros conciudadanos abandonaran sus tierras. Está siendo un trabajo duro, pero podemos con ello... hasta ahora, la nueva amenaza pielverde ha hecho que una parte de nuestras fuerzas hayan sido reasignadas. Nos vendría muy bien que ustedes se hicieran visibles ahí abajo.

- ¿Visibles?

El teniente Lenden carraspeó de nuevo. Su superior movió el brazo derecho con rapidez animándolo a que volviera a tomar la palabra.

- Verá, ahora la defensa de los planetas está a cargo de una mezcla entre los Fusileros Dolnudacitas y las FDP planetarias que, si se me permite decirlo, no están equipadas como deberían. El capítulo de los Hacheros realiza una labor de apoyo siempre que puede pero tienen sus propias misiones... - el teniente se interrumpió cuando su superior resopló con disgusto - Ejem... bueno, la situación es que el control de la población no es tal, y quizá la presencia de los Custodios del Tridente pueda reforzar nuestra autoridad.

- ¿Pretenden que solo nos hagamos ver entre la población mientras paseamos de arriba a abajo?

- Oh no, no, sería desperdiciar a tan buenos guerreros. - dijo el oficial acariciando su perilla.

Ghuno frunció el entrecejo, no estaba seguro de si las palabras del teniente tenían o no un tinte de ironía. Se quedó mirándolo con intensidad hasta que este perdió algo de su seguridad y desvió la mirada. La voz grave de Requiel irrumpió en el silencio que empezaba a alargarse en el tiempo.

- Tranquilo hermano, los Fusileros Dolnudacitas solo están pidiéndonos ayuda, ¿cómo van a estar diciéndonos lo que vamos a hacer?

La sala volvió a quedar en completo silencio. El capitán Bonnad abrió la boca con intención de decir algo, pero quizá la visión del Capellán, vistiendo su servoarmadura completa, con el casco en forma de cráneo y el amenazador Crozius Arcanum descansando enganchado en la cadera, le hizo reconsiderar su postura. El sargento Bilko, vistiendo también su servoarmadura, se acercó lentamente apoyando intencionadamente su mano sobre el mango de su espada de energía, tras él los dos restantes militares humanos lo seguían algo nerviosos.

- ¿Protector? - Preguntó el sargento de asalto cuando se les unió.



Ghuno decidió que no tenía sentido aquella tensa situación. Bilko, líder de la escuadra Espadas Negras, no ayudaría con su carácter agresivo, y menos habiendo llamado a Requiel por su título de batalla.

- Un momento. - Dijo alzando la voz más de lo que pretendía.

Todos se inmovilizaron y lo miraron. Era consciente que llevaba puesta una simple túnica, pero también sabía que Bilko no pasaría por alto su autoridad aunque llevara ejerciendo de sargento varios siglos, al fin y al cabo siempre prefería ceder el mando y centrarse solo en la misión que se le encomendara. En cuanto a Requiel... él lo había elegido ¿no?

- Capitán Bonnad, Teniente Lenden. Los Custodios del Tridente les prestarán su apoyo siempre y cuando entiendan que allí abajo nosotros tomaremos nuestras propias decisiones y realizaremos las misiones que creamos oportunas.

Miró un momento a Requiel por si le hacía un gesto de negación, pero se mantuvo en silencio.

- Pero, así no nos serán... - empezó a decir Bonnad.

Su rostro se contrajo en un gesto agresivo en contra de su voluntad. El capitán fusilero tragó saliva, sus ojos parecieron recorrer la cicatriz de su rostro y se calló.

- Esta es mí opinión, si el hermano Capellán no está de acuerdo me plegaré a su decisión.

- Eso depende de nuestros invitados, si quieren nuestra ayuda será bajo las premisas que ha expuesto el sargento Ghuno.

          *          *          *

- ¿Qué coño te crees?, ¿me desprecias solo porque has sido elegida?

- No te desprecio por eso. Estoy harta de que me acoses, así que esto acaba aquí y ahora.

- Vaya, así que doña importante decide sacar las uñas. Pues bien que te has contoneado como una auténtica puta.

- ¡Cerdo asqueroso!

Mishka desenfundó su cuchillo táctico en un movimiento fluído e, inmediatamente, se colocó en postura de combate. Torso arqueado, piernas semiflexionadas, brazos doblados, codos pegados a los costados y los puños protegiéndole el rostro. En la mano izquierda mantenía firmemente empuñado el cuchillo, con la hoja hacia abajo. Jurdo, aquel imbécil que no la dejaba en paz y que solo quería tirársela, se pasó la lengua por los dientes superiores, se encogió de hombros y sacó a su vez su cuchillo de forma indolente. No estaba segura de que aquello fuera buena idea, pero se había cansado ya de las insinuaciones y los continuos toqueteos, y ahora ya no era una tritona normal, así que no temía demasiado al posible castigo. El problema se reducía a que comparada con su enemigo ella parecía desnutrida mientras que él le sacaba una cabeza y tenía una buena masa muscular.

Alrededor de ambos contendientes comenzaron a arremolinarse suficientes curiosos como para que expulsara de su mente cualquier duda.

- Bien ricura, ¿cómo lo hacemos? - dijo Jurdo fingiendo limpiarse los dientes con su pesado cuchillo de combate.

- ¿A primera sangre?

- No, no, eres rápida. ¿Qué tal hasta que el otro se rinda?

Tragó saliva. No pensaba rendirse, pero ahora tenía unos deberes que cumplir y un combate como aquél podía dejarla lesionada por mucho tiempo. Entre los Tritones era raro que estallaran disputas, pero si aquello sucedía lo habitual era que acabaran con un combate rápido a primera sangre, pero a veces las cosas iban mucho más allá. Jurdo tenía mala fama en ese sentido, incluso sus combates a primera sangre solían acabar con una herida grave. La Tinea Polaris tenía una buena sección médica, pero ¿podía arriesgarse?

- ¿Y bien?, si quieres lo dejamos. Pero eso sí, tendrás que compersarme- - Le dijo él con una sonrisa lasciva.

- No. Acepto las condiciones, vamos.

El hombre se encogió de hombros y tomó una postura de combate similar a la de ella, aunque con los codos algo más separados. Quizá pudiera usar eso. De pronto él atacó, de una zancada se acercó lo justo para lanzarle un izquierdazo, ella se agachó esquivando con facilidad y siguió moviéndose pues sabía que inmediatamente trataría de cazarla con un derechazo. Oyó una breve risa despectiva que la enfureció y decidió tratar de darle un rodillazo en las costillas. Jurdo encajó el golpe bloqueando con el brazo izquierdo. Algo tarde se dio cuenta que había caído en la trampa al dejarse llevar por la ira, pero consiguió recular y el cuchillo enemigo tan sólo le produjo una herida superficial en la mandíbula izquierda. Se oyó un rumor quedo entre los espectadores.

Ambos contendientes se alejaron y se miraron. Mishka llevó su mano al corte en su piel contrariada.

- ¿Qué?, ¿crees que puedes llamarme cerdo sin más? Te voy a hacer una cara nueva.

¿Sería una simple bravata? Lo miró de nuevo con ira, pero esta vez se obligó a serenarse. Luego recordó que aquel imbécil solo podría aspirar a ser un estibador de segunda toda su vida y dejó que una sonrisa aflorara a su rostro. Él levantó una ceja interrogativa. Ahora fue ella la que se encogió de hombros y tomó la iniciativa. Se acercó con agilidad y se aprovechó de su velocidad para lanzar varios golpes en distintos puntos de su enemigo, este los esquivó o bloqueó a duras penas, pero no pudo evitar que le abriera cuatro o cinco heridas alargadas en los brazos. Volvieron a separarse. El cuchicheo de los curiosos subió de tono.

- ¿Sabes Jurdo? me alegro que hayamos elegido no luchar a primera sangre.

- Hija de...

No lo dejó acabar, se apresuró a lanzarle varios ataques más sin dejarle espacio para recular, esquivó un par de golpes que podrían haberla dejado en muy mal estado y le abrió un profundo surco en el musculoso pecho.

- Demasiado lento - le espetó divertida.

Jurdo aulló frustrado y con la cara deformada en un gesto cruel le lanzó el pesado cuchillo de combate mientras arremetía con fuerza hacia ella. No le costó esquivar el proyectil y se dejó caer para deslizarse bajo las piernas del hombre. El tipo chocó vilentamente contra la pared del pasillo y se dio la vuelta, más enfadado que antes, pero, de nuevo, no le dejó pensar y de un salto felino le golpeó con la rodilla la sien derecha. Él cayó pesadamente mientras los tripulantes de alrededor enmudecían. Jurdo estaba atontado y trataba de levantarse, por muy duro que le hubiera pegado era difícil que lo dejara inconsciente, pero también había contado con eso. Se agachó a su lado y cuando la miró aún atontado le cercenó el dedo meñique de la mano derecha con el cuchillo táctico, luego se apartó. Él gritó de dolor mirando estúpidamente el trozo desprendido de su falange.

- Vamos Jurdo, levántate, aún tienes nueve más ¿no?

Alrededor se produjo un pequeño alboroto, parecía que algún oficial llegaba y todos tenían prisa por desaparecer de allí. Ambos contendientes se miraron.

- De acuerdo, me rindo. - dijo lentamente Jurdo.

- ¿En serio?

- Pero esto no quedará así.

- Lo suponía.

Ahora estaban ellos dos solos en el ancho pasillo. Mishka ni siquiera se sentía cansada, pero él resollaba mientras se levantaba del suelo. Las heridas de brazos y pecho habían sangrado relativamente poco, pero lo habían pintado ligeramente de rojo. Ambos oyeron los pasos apresurados de varias personas y pronto vieron de lo que se trataba, un suboficial acompañado de dos infantes armados.

- ¿Qué ha pasado aquí?, explíquense.

2 comentarios:

  1. No se dejan mangonear tus Marines, no señor.

    Eso es bueno.

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    1. Aquí el problema son los Fusileros Dolnudacitas, jeje.

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