sábado, 28 de diciembre de 2013

Savaranos de Catafractaria. "Los horrores del vacío".



Cabeza de puente Alfa Prima. Crucero. 

El soldado Jisum oteaba el fondo del pasillo con su rifle láser a través de una de las troneras, de fondo podía oír los susurros de los demás soldados mientras esperaban nerviosos noticias de la compañía de Cinnamus. Había podido escuchar a un cercano vocooperador hablar con el capitán Zoroaster, al parecer habían avistado numerosos xenos, pero los contactos eran mínimos. Algo se movió en una esquina al fondo del corredor, pensaba que era un saliente de la pared, sin embargo, se había desplazado, como si desde esa nueva posición pudiera ver mejor la sala en la que estaban los guardias imperiales. Se quedó helado, aquella cosa llevaba observándolos desde que los otros habían salido. Ahora otras cuantas aparecían detrás de esta, eran figuras extrañamente borrosas y oscuras. Apuntó con su arma, esperó unos instantes, justo cuando iba a avisar llegaron gritos desde las otras dos barricadas.

- ¡Contacto! ¡Contacto! ¡Ataque alienígena!

El teniente Syrus se encontraba junto a Zoroaster cuando vio como comenzaba el ataque simultáneo a las tres entradas que defendían. Eran los otros xenos detectados junto a los tiránidos; disponían de una estatura alta, y se movían con una rapidez pasmosa, saltando de un lado a otro buscando cobertura ante el fuego desplegado por los pelotones que hacían guardia en las puertas. Otros, suponía que de la misma especie, se lanzaban hacia delante emitiendo chillidos rasposos que ponían los pelos de la nuca de punta. Cuando eran abatidos caían revolviéndose en el suelo como si estuvieran sufriendo de una forma atroz, pasando después a disolverse llenando el aire de vapores corrosivos. 

Uno logró llegar a las posiciones de los guardias, cayó estrepitosamente sobre cuatro hombres, matando a dos en el acto con sus garras, lanzando a otro varios metros hacia atrás, enzarzándose con el último en un terrible cuerpo a cuerpo en el que el guardia interponía su arma entre los rápidos zarpazos de la bestia. El teniente y los soldados que estaban alrededor no se lo pensaron, se abalanzaron sobre el alien son las bayonetas por delante. En un brutal choque de acero contra carne empotraron al enemigo contra la barricada en la que el resto de guardias seguía disparando desesperadamente a los que se acercaban. A pesar de las cuchilladas que recibía una y otra vez el xeno se negaba a morir, defendiéndose con sus ensangrentadas zarpas, hiriendo a otros dos soldados, uno de los cuales cayó inconsciente al suelo con la cara destrozada. 

Syrus tenía a esa cosa delante, le había sacado las tripas solo con sus bayonetazos, se temió por un instante que la bestia ganase suficiente tiempo para qué sus compañeros pudieran llegar a sus posiciones y masacrarlos. Una figura escuálida se escurrió por su derecha, era el capitán, el cual hizo rugir su espada sierra mientras partía al monstruo en dos mitades con un corte recto desde lo que se suponía que eran el hombro y la cadera del alien. Apartó una de las partes hacia un lado mientras se disolvía; empujó a la otra hacia fuera de la barricada con la puntera de la bota mientras se ponía tranquilamente la máscara de gas. Muchos le imitaron. 

-¡Señor, se acerca otra oleada!

- Ya habéis visto lo que hace una de esas cosas. - Zoroaster alzó la voz para que todos pudieran oírle a través de los aparatos de comunicaciones.- Todos los pelotones defender las entradas, fuego a discreción. ¡Nikka! ¡Saryu! A retaguardia, preparar a vuestros hombres para una contracarga por si superan el perímetro. 

Pocas veces levantaba la voz el capitán. Todos asintieron con un grito grave. Desde lo lejos llegaron más aullidos alienígenas. 

Corredores del Acorazado. 

Khur mató a otro genestealer decapitándolo de un golpe limpio, corría apresuradamente junto a sus hombres, los mensajes de choques con el enemigo llegaban alocadamente desde los trasmisores de comunicaciones. Se apartó para esquivar un zarpazo de un nuevo alien que surgió desde un boquete en un lateral del pasillo, apuntó con su pistola a la cara, pero en un odioso instante se dio cuenta de que se le había acabado el cargador. Se giró para evitar un nuevo envite, pero no hizo falta, la bocacha del arma del soldado Frezz apreció por encima hundiendo su bayoneta en la garganta del genertealer, que cayó ahogándose con su propia sangre. 

- ¡Ya falta poco! – Tras gritar esto miró a Enoch que le contestó un sí que parecía más un gruñido que una palabra. 

El coronel siguió corriendo, dejó atrás esa sección, no le hizo falta girarse para saber que un soldado había metido una granada en el agujero matando a los xenos que iban a salir por este. La onda explosiva provocó un efecto vacio, haciendo salir fuego y entrañas alienígenas como si se tratase de un sumidero atascado. Los chillidos hostiles se mezclaban con los gritos de los hombres que luchaban disparando a quemarropa para abrirse paso. 

Halls apartó de un empujón al soldado Urak de una muerte segura a manos de un inmundo xeno; el genestealer se volvió hacia él lleno de rabia, enseñando sus afilados dientes con una sonrisa amenazadora. El comisario no lo dudó ni un instante, cerró su puño de combate e incrustó la cabeza del alien en su pecho de un potente golpe. Ya era del quinto enemigo que aplastaba, le estaba empezando a doler el hombro. Continuó avanzando con su pistola laser por delante, animando a los hombres, disparando a todo tiránido que se le ponía por delante. Estaba orgulloso de los soldados, se mantenían estoicos ante el horror que les echaba encima. Todos luchaban a muerte, no solo por sus vidas, sino por eliminar la presencia enemiga de aquella reliquia del pasado.
Genestealer.

Sintió que algo se chocaba en uno de sus hombros, se preparó para golpear violentamente a la nueva amenaza, pero se frenó en el último instante, era Arsacis, tenía un brazo ensangrentado colgando de un cabestrillo mal improvisado, aún así se las apañaba para disparar su rifle desde la cadera en fuego semiautomático. Se pararon un instante en medio del pasillo junto a la cobertura de un par de soldados equipados con un bólter pesado. Apenas tuvieron tiempo de montar el arma, debiendo abrir fuego con ella; los casquillos de bólter se mezclaron rápidamente con la viciada sangre alienígena.

- Halls, debemos buscar a los supervivientes de las fuerza locales.

- ¡No podemos! Mira a tu alrededor, si nosotros lo estamos pasando mal, imagínate lo que les habrá pasado a los soldados de este sistema. - Justo cuando decía esto dos savaranos ayudaban a un compañero llevándolo en volandas en una camilla improvisada con sus fusiles, un xeno casi le había arrancado un pie de un mordisco.

El mayor asintió con gravedad, miró hacia el frente y siguió corriendo junto a los demás. Halls se quedó unos instantes más machacando  con su puño de energía a un genestealer que trataba de acabar con los operadores del bólter pesado mientras estos recogían su arma. 

Pasillos del Crucero. 

El capitán Cinnamus miraba con preocupación el auxpex que sujetaba con una de sus manos, en la otra llevaba una de sus dos pistolas automáticas. No quedaba mucho para llegar a la sala de motores de la nave y aún no se habían encontrado con ninguna resistencia. Llegaban sonidos de batalla no muy lejos, no podía determinar de qué eran exactamente, pero al igual que todos, podía intuir que las fuerzas del caos se estaban enfrentando a los tiránidos. El retumbar de las explosiones se mezclaba con aullidos xenos. Los tiránidos estaban empeñados en expulsar al archienemigo, tanto, que los estaban ignorando a ellos. Los corredores comenzaban a ensancharse para dejar espacio a aparatosos carriles llenos de polvorientas carretillas, algunas de ellas se habían salido de su camino y tenían que ser saltadas por los soldados. La compañía comenzó a aminorar la marcha, un hedor a podredumbre y muerte llegó hacia ellos de golpe. 

El suelo empezó a estar repleto de cuerpos de genestealers recién muertos, mezclados con ellos estaban sus asesinos. Vistos en la penumbra de la nave, parecían simples herejes armados con subfusiles de munición sólida, sin embargo eran algo mucho más nauseabundo. Warfet agarró un cadáver con uno de sus brazos vendados y lo levantó para que todos pudieran verlo. 

- Lo que nos faltaba, Mechakirs… -Susurró; lanzó el cuerpo con desprecio a los pies de Volog y Seleuco.

El cuerpo, en otros tiempos había sido humano, ahora había sido tan modificado que parecía una macabra marioneta rota. Los brazos y piernas habían sido reemplazados por extremidades artificiales simples, hechas de cables conglomerados con varillas metálicas. En lugar del torso había un amasijo de conductos plásticos y herrumbrosos engranajes cobrizos, manchados de aceite mezclada con sangre fermentada. El cuello y la cabeza era de la misma mixtura que las otras extremidades. Carecían de rostro, en su lugar tenían una placa que metal liso con los ranuras para los ojos, carentes de vida incluso cuando estaban activos. Las máscaras estaban pintarrajeadas con dibujos escabrosos que hacían daño a la vista. Sin embargo todas ellas portaban un distintivo en el lugar dónde debía estar la boca, una pequeña calavera de color gris mate. El símbolo de los Guerreros de Hierro.

Eran una de las muchas fuerzas auxiliares de las que se ayudaba esta legión traidora, sin embargo esta era “fabricada” en varios mundos en los que los Astartes perjuros tenían presencia. A partir del cuerpo de un hereje, mediante un proceso horriblemente abyecto, se manufacturaba un soldado prácticamente artificial, totalmente leal, casi carente de cualquier sentimiento y que cumplirá a raja tabla cualquier orden que se le dé. Los informes que se tienen de este tipo de enemigo han demostrado sus éxitos arrasando varios mundos imperiales como una nutrida fuerza de asalto.

- ¿Es muy grave? – La pregunta de Seleuco rompió el nerviosismo del momento. 

- No. No mucho. –Warfet parecía enfurecer por momentos.- Pero no son como cualquier tropa hereje, es prácticamente imposible desmoralizarles, nunca retroceden. 

- ¿Debilidades?

- No tienen ninguna preocupación por sus vidas, son prácticamente autómatas. Por lo que se sabe, avanzan contra el enemigo de forma impasible, no buscan cobertura… ¡Sacrílegos! - El visioingeniero se limpió asqueado la mano con la túnica- ¡El Deus Mechanicus no perdonará esto! Mancillan al mismo tiempo carne y máquina.

- Bien. - El comisario miró a Volog.- Mayor, vamos a llegar a la zona en la que el enemigo combate entre sí, prepare a sus hombres para el fregado. 

Acorazado. Nido. Centro neurálgico. 

Nuevo enemigo. Más presas humanas detectadas. Peligrosidad probada. Primera ola perdida. Armadura normal, fácil de romper. Armas peligrosas, más daño que los otros. Posible contacto con los que quedan por asimilar. Movilizar más genestealers. Interceptar camino. Fuerte cohesión. Más emboscadas. Preparando nuevas aglomeraciones. Más peso. Más fuerza. Más rapidez. 
Peligrosidad aumentando. Enemigo conoce puntos débiles. Avanza por el coto. Movilizar más genestealers. Enemigo débil cuerpo a cuerpo. Número por comprobar. Necesidad de acorralar.

Pérdida de demasiada materia. Evidenciar con enemigos recientes. Líderes fuertes. Potencial cuerpo a cuerpo detectado. Ligeramente inferior al de enemigos oscuros. Despertar al Líder. Solucionar problema de nuevo. Eliminación de líderes. Pérdida de moral enemiga. Asolar enemigo que huye. Devorar restos. 

Cerca del puente de mando. Punto Beta Secunda. Acorazado.

Mitrídates lanzó un juramento en alto mientras destripaba a otro alien. Los intestinos de su enemigo le cayeron sobre los antebrazos y las manos. Pudo sentir el calor de la viscosa sangre del monstruo. Levantó la espada sierra para hacerles una señal a los soldados que estaban con él en la cabeza de la columna, Khur y Enoch, se pegaron a las paredes instintivamente. Todos vaciaron sus cargadores sobre la horda que se abalanzaba sobre ellos. Muchos cayeron acribillados. Cuando los primeros agotaron su munición se movieron marcialmente siendo sustituidos por otra línea de tiradores que acabó con los que quedaban. Miró al visioingeniero. 

- ¡Falta poco! ¡Unos pasillos más!

Asintió. Estaban perdiendo hombres, no muchos, pero todos eran valiosos. Podían llegar, pero los genetealer estaban empezando a aparecer en cantidades mayores, como lanzasen ahora una oleada como la que repelieron al entrar, los iban a aplastar. Corrió hacia delante con el Coronel y los demás no sin acribillar con su pistola láser la cara un enemigo agónico que levantaba una de sus garras para intentar inútilmente alcanzar a alguno de ellos. 

Arsacis metió otro cargador en su rifle al mismo tiempo que Halls y otro soldado le cubrían. Tenía los guantes resbaladizos por su propia sangre. El zarpazo que había desviado con el brazo que llevaba inutilizado contra el pecho había sido más profundo de lo que se esperaba, pudo ver como la venda goteaba. Normal. Con tanto traqueteo la herida no tenía tiempo de cerrarse. El soldado que estaba junto al comisario fue lanzado contra la pared por un genestealaer que parecía cambiar de perfil constantemente. Alzó el rifle, no tuvo tiempo de disparar, Halls arrancó la cabeza del xeno con un fuerte tirón de su puño de combate, pudo oírle gruñir, aunque supuso que era más de rabia que de dolor. Un sargento al que no pudo identificar recogió al soldado inconsciente tras realizarle una apresurada maniobra cárdiorespiratoria, después comenzó a llevárselo a cuestas.

Pudo ver como Halls persuadía a los hombres de ir más rápido. La formación no podía romperse. Recibió una trasmisión desde la cabeza de la columna. 

- Estamos llegando. Acelerar el paso. Repito. Acelerar el paso. Prepararos para el combate. 

Khur entró a la carrera en el corredor de la entrada al puente de mando. El suelo estaba lleno de cadáveres de aliens acribillados a disparos, la sangre fluía lentamente formando charcos lóbregos en el suelo, sin embargo no estaban solos. Un buen número de cadáveres humanos les hacía macabra compañía, eran los restos de las tropas que habían intentado entrar en la nave. Yacían muertos en posturas que solo la muerte podía forzar en el cuerpo humano, doblados, destripados y desmembrados, habían muerto en una loca retirada hacia delante mientras cientos de genestealers hacían lo que querían con ellos. Eran hombres y mujeres muy variados, con constituciones muy dispares, pero con rostros curtidos fruto de una vida que ya era dura antes del servicio militar. 

Su equipo era el estándar de la guardia, con ropa militar oscura, un chaleco anti-fragmentación y el casco estándar de estilo cadiano. Aunque hasta ahí iban las similitudes, pues cada uno había personalizado su equipo como le había venido en gana, hombreras con pinchos, faldones de escamas, brazales blindados, mirillas especializadas, gafas de todos los tipos, rifles laser modificados, armas de munición sólida locales e importadas, de todo, ni siquiera había dos bayonetas iguales. Incluso los que parecían oficiales se saltaban las reglas mínimas de cohesión, uno que debía ser un miembro de una escuadra de veteranos reposaba muerto en el suelo bajo un genestealer partido por la mitad con el último disparo de su arma, una tosca escopeta recortada de dos cañones. El coronel aparcó durante unos instantes la pena que sentía por aquellos soldados caídos, su mentalidad de soldado le sorprendió con un pensamiento demasiado racional para la aquella situación: menuda falta de disciplina. 

Entró junto a Enoch y los primeros soldados en el puente de mando. La sala era enorme, casi igual de grande que la que habían utilizado como cabeza de puente, una gigantesca cristalera blindada, surcada por balconadas ligeras, cubría el techo, el frente y los laterales. El espacio que los rodeaba seguía iluminado con las explosiones de la batalla espacial que se daba mientras ellos estaban ahí. Innumerables paneles formaban pasillos hasta llegar a una altura coronada por un colosal trono que miraba hacia delante. El piso estaba igual que el pasillo, pero los cuerpos dejaban de aparecer hacia la mitad de la sala. 

Llegaron varias ráfagas de disparos desde el frente, Khur frenó en seco junto a sus soldados, lanzó un alarido de cólera pura. Apuntó hacia delante con su pistola bólter. 

Sala de máquinas. Punto Alfa Secunda. Crucero. 

Volog se preparaba para el ataque con poco más de quinientos pares de botas esperando a su espalda. La mirada fija al frente, con las imágenes de los ojos vacios de las creaciones del caos retumbando en su mente; merecían morir, todos y cada uno de ellos. Estaba al frente de la columna, con Cinnamus, Seleuco y Warfet, todos tenían sus armas preparadas para el combate. Tan solo había que esperar unos minutos más, unos eternos instantes en los que la sección de la sargento Zuleika volviera de explorar y les entregase un informe sobre las posiciones del enemigo. No estaban muy lejos de la sala de máquinas, podía oír la lucha que se daba en ella. 

Varias linternas se encendieron en la oscuridad, precedidas de una petición de permiso por radio para acercarse. Era Zuleika. No habían tardado mucho, llegaban corriendo, eso no era bueno. La sargento dejó atrás a sus hombres, que se apoyaban en las rodillas para tomar aire o se sentaban en el suelo directamente, se dirigió directamente hacia los mandos, tenía la respiración entrecortada. Seleuco se adelantó.

- ¿Qué ha visto sargento? - La soldado respiró un par de veces más antes de empezar a hablar. - ¿Zuleika?

- La sala de máquinas está tomada, el enemigo lucha por tomarla. Hemos diferenciado al menos dos tipos de xenos enemigos entre sí atacando a un nutrido contingente de tropas herejes dirigido por varios marines traidores… 

- ¿De qué Legión? - La pregunta de Warfet sobresaltó a todos. 

- No estoy segura, creo que los mismos que han creado esas abominaciones, eran muy pocos, pero llevaban el mismo símbolo. - El visioingeniero asintió apretando los puños.- Pero eso no es lo peor, hay algo asqueroso pegado a los motores y los reactores, está lleno de simbología caótica. No parece vivo, pero es lo suficiente importante para que los astartes oscuros le presten toda su atención mientras sus muñecos mantienen la posición.  

- Santo Emperador… - Todos se volvieron hacia Warfet, este tras ver como Seleuco asentía con la cabeza dijo lo que todos se temían- Un demonio… Una posesión demoniaca; por eso han venido ellos hasta aquí, van a despertar a la bestia de la disformidad para que maneje esta sagrada huella del pasado por ellos. Como pueda disparar su arma principal van a barrer nuestra flota.

- ¿Qué hacemos? Ya no se puede recuperar ni limpiar. - Durante unos segundos reinó el silencio. La voz de Warfet lo quebró.

- Debemos destruirla. Algo así no puede caer en sus manos. Hay que acabar con la agonía con que esos monstruos someten a su Espíritu de la Máquina… - En otras circunstancias la sorpresa habría sido generalizada, pero era la única solución. El mayor fue el siguiente en hablar.

- Entraremos en la estancia, abriremos fuego con nuestras armas pesadas contra los motores de disformidad, deberíamos provocar una reacción en cadena que haga explotar todo. Cinnamus, prepara una ruta de escape aprovechando el camino que hemos recorrido. Seleuco, mantén a los hombres en su sitio el tiempo suficiente para que cubran a los operarios de las armas pesadas, ya sabes, recuérdales que es mejor morir por el Emperador aquí que ante un pelotón de fusilamiento.

Todos recibieron las órdenes, Volog comenzó a avanzar a paso ligero seguido por todos los demás. Al final del pasillo les esperaba el enemigo. Seleuco encendió un cigarrillo nuevo, Warfet masculló una letanía de disculpa y redención al Omnissiah. Un grito del mayor resonó por encima de todo el ruido.

- ¡Savaranos! ¡Ya sabéis lo que se puede esperar de esos impíos! ¡El Imperio es la Fe! ¡El Imperio es la fuerza! ¡El Imperio es la humanidad! ¡Y aquí, en el frío metal de una reliquia mancillada! ¿Qué somos?

Todos contestaron lo mismo:

- ¡EL IMPERIO!

4 comentarios:

  1. ¡¡¡Savaranos!!! ¡¡¡¡¡¡Auh Auh Auh!!!!!! XDD El ultimo parágrafo es simplemente sublime!

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    1. ¡¡Muchas gracias!! Me alegro de que esa parte te gustase, jejeje.

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  2. Todos mis respetos a los savaranos, será todo un honor luchar codo con cod junto a ellos en el futuro (si sobreviven...).

    Me ha encantado el relato, te está quedando una saga muy buena y eso de relatar dos puntos de vista simultáneos en ambas naves le da dinamismo. Espero impaciente la siguiente entrega.

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    1. Igualmente, será un placer combatir junto a los guerreros santos del Imperio.

      Se agradecen los comentarios. Espero que el próximo capítulo te cause la misma impresión.

      Ánimo a todos.

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