CARA A CARA CON LA OSCURIDAD 10
--Interior de una posible aeronave imperial Preherejía, nombre en clave asignado "Pájaro Negro"---
Habían logrado llegar a uno de los núcleos de energía tras abrirse paso a golpes y sangre. Ni siquiera remataban a los seres oscuros que caían, pues el tiempo era vital, siendo sólo cuatro si se quedaban quietos en un mismo sitio serían superados con facilidad, así que habían sido salvajes y habían avanzado sin descanso entre tantos enemigos que Ghuno estaba empezando a perder la cuenta, y eso que era evidente que en cada ocasión los atacaban menos seres. Llegar por fin a su destino no les había hecho recuperar el resuello, pues parecía que el calor que desprendía el reactor había servido para crear una especie de... no sabía ni cómo llamarlo, ¿criadero?, sí, quizá fuera eso. La sala estaba repleta de mucosidad y de estructuras ovoides desde el suelo hasta el techo, y vaharadas de gas negruzco eran expulsadas aquí y allá a cada paso que daban. Lo primero que había visto al entrar en aquél lugar había sido cómo una de aquellas "crías" salía de su cascarón retorciéndose y luchando con la masa viscosa que la rodeaba como una mortaja, cuando la membrana empezó a sisear se hizo evidente que aquellos monstruos nacían ya con su "toque" ácido y no pudo evitar espachurrar al ser de un golpe seco.
Ahora sus botas y las de sus compañeros pisaban "aquello" mientras avanzaban con un asqueroso ruido de succión y chapoteo que plagaba el lugar de unos ecos desagradables, acompañados de fondo por el zumbido sordo del núcleo de energía. La iluminación era muy pobre, ni siquiera sus sentidos aumentados podían penetrar las zonas de niebla oscura que se formaban a su alrededor, sólo el reactor lanzaba algún tipo de iluminación estable. Agufer había decidido que debían atarse de nuevo entre sí para no separarse, ya que de cada huevo, bolsa de oscuridad y mezcla mucosa parecía salir una pequeña criatura oscura. No había seres "adultos", o al menos no se los habían encontrado desde su último ataque antes de penetrar en aquella sala, pero las diminutas aberraciones se agarraban a los astartes a cada paso, y su simple contacto empezaba a "fundir" la servoarmadura lentamente, haciendo que los avisos de ésta no dejaran de destellar y sonar. Ghuno había conseguido que su casco volviera a otorgarle cierta audición, o más bien un golpe fortuito había devuelto a la vida los sensores, sin embargo, ahora, con todos los pitidos y símbolos en rojo plagando su visor, pensó seriamente deshacerse del casco mientras daba manotazos para quitarse de encima a los monstruítos pegados a su servoarmadura. Pero se suponía que debían volver a salir, y sólo había un camino, el espacio, aunque no tenía idea de cómo lograrían regresar al boquete que habían abierto en el casco con la suficiente rapidez. Sin contar con que ahora tenía nuevos arañazos y podría haber alguna zona fundida en su servoarmadura. Decidió pensar en ello más tarde, ahora estaban ya cerca del reactor.
Acabaron de colocar las cargas y sólo quedaba poner en marcha el tiempo que tardarían en detonar cuando una enorme aberración los atacó. A pesar de que no tenían buena visibilidad pudieron entrever que tendría el tamaño de un dreadnought, su apariencia era similar a la de los seres oscuros que ya estaban acostumbrados a ver pero, mientras que éstos contaban con tan sólo un par de brazos gelatinosos con aspecto tentacular, aquella cosa tenía gran cantidad de miembros. A Ghuno le vinieron a la mente serpientes negras enredadas entre sí o látigos de múltiples "colas", sobre todo cuando el monstruo comenzó a hacerlos restallar sobre ellos. Los cuatro cayeron desordenadamente y si no hubiera sido por la cuerda que los conectaba más de uno hubiera salido despedido. Tolomu se levantó con un rugido agarrando con fuerza su hacha sierra y comenzó a dar potentes golpes a derecha e izquierda tratando de acertar a los tentáculos viscosos. Gandeh se le unió con su propia hacha, mientras Agufer y Ghuno protegían como podían las cargas explosivas. Era evidente que si el ácido corrosivo del ser oscuro rozaba algún explosivo no iban a salir de allí con vida. Pero los "látigos" eran demasiados y Ghuno empezó a desesperarse al no poder desviarlos con su espada corta. A su lado, Agufer no tenía mejor suerte.
- No podemos quedarnos aquí, llegará un momento en que las cargas estallarán, la niebla... - Agufer calló un momento pensativo, luego exclamó con una nueva expresión de resolución - todo va a explotar al fin y al cabo.
Ghuno sólo pudo afirmar con la cabeza. En realidad estaba seguro que el sargento pensaba como él. No importaba morir en aquella nave, eran astartes y una vez que habían visto hasta dónde podía llegar a desarrollarse aquella mutación xenos su misión de destruir la astronave estaba por encima de su propia supervivencia. Echó una ojeada a los dos Hacheros que luchaban con salvaje determinación a tan sólo unos metros, también debían pensar como ellos así que... ¿para qué esperar? Agufer le leyó el pensamiento.
- Sumémonos a ellos, esto... - El sargento señaló con un gesto las cargas - no tiene importancia.
Ghuno se quitó de un tirón el casco y lo tiró lejos, luego sonrió.
- ¡Estoy de acuerdo, ellos se están divirtiendo y nosotros...! - gritó lanzando un tajo a la sierpe oscura que trataba de enrollarse en su pierna.
- ¡Nos estamos aburriendo! - rugió Agufer.
Ambos Tridentes se lanzaron hacia adelante golpeando a izquierda y derecha. La aberración no parecía tener problemas en centrarse en cuatro atacantes a la vez, a pesar de su tamaño seguía siendo veloz y lograba mantener a la defensiva a los astartes, sin embargo, la determinación de éstos parecía dar sus frutos, unos cuantos tentáculos cayeron cercenados y el monstruo comenzó a retroceder. Gandeh también se quitó el casco y sus carcajadas, que antes sonaban amortiguadas, fueron llenándolo todo. Ghuno participó de su euforia y lo mismo hicieron los dos sargentos.
- ¡Soltad el hacha! ¡Soltad el hacha! - aullaron Tolomu y Gandeh.
- ¡Por Dorn! ¡Por el Tridente! - Corearon Agufer y Ghuno.
- ¡¡Hacha y Tridente!!
En un abrir y cerrar de ojos la sala se llenó de seres oscuros y el gigante monstruoso comenzó a retroceder hacia la puerta por la que habían llegado. Los cuatro se esforzaron por alcanzarlo pero las mutaciones los rodearon y pronto la enorme aberración desapareció de su vista.
- Va a la salida. - dijo Ghuno.
- ¿Para qué? por ahí sólo hay pasillos cerrados conteniendo la despresurización.
- ¿Y si lo que quiere es huir por el espacio? ¿necesitará aire para sobrevivir?
Los guerreros se miraron. Destruir la Pájaro Negro no serviría de nada si aquella cosa era la que ponía los huevos. Sin decir nada, Tolomu cortó de un tajo la cuerda que lo unía al resto y se lanzó en persecución de la criatura apartando de su camino cuantos seres oscuros trataban de detenerlo. Gandeh levantó su hacha con intención de hacer lo mismo, pero fue derribado por un par de aberraciones; Ghuno miró a su sargento, Agufer cortó el segmento de cuerda que los unía y le lanzó su casco mientras trataba de desenganchar su pierna del abrazo de una de aquellas mutaciones.
- ¡Hermano, ve!
Ghuno "cazó" el casco color sangre de su sargento al vuelo y dudó tan sólo un instante, luego se lo puso y cargó con todo su cuerpo para derribar los seres que se encontraban entre él y el astartes de rojo y negro que se perdía ya entre la oscuridad. Esperaba que Tolomu viera mejor que él hacia dónde se dirigían.
--Interior de una posible aeronave imperial Preherejía, nombre en clave asignado "Pájaro Negro"---
Habían logrado llegar a uno de los núcleos de energía tras abrirse paso a golpes y sangre. Ni siquiera remataban a los seres oscuros que caían, pues el tiempo era vital, siendo sólo cuatro si se quedaban quietos en un mismo sitio serían superados con facilidad, así que habían sido salvajes y habían avanzado sin descanso entre tantos enemigos que Ghuno estaba empezando a perder la cuenta, y eso que era evidente que en cada ocasión los atacaban menos seres. Llegar por fin a su destino no les había hecho recuperar el resuello, pues parecía que el calor que desprendía el reactor había servido para crear una especie de... no sabía ni cómo llamarlo, ¿criadero?, sí, quizá fuera eso. La sala estaba repleta de mucosidad y de estructuras ovoides desde el suelo hasta el techo, y vaharadas de gas negruzco eran expulsadas aquí y allá a cada paso que daban. Lo primero que había visto al entrar en aquél lugar había sido cómo una de aquellas "crías" salía de su cascarón retorciéndose y luchando con la masa viscosa que la rodeaba como una mortaja, cuando la membrana empezó a sisear se hizo evidente que aquellos monstruos nacían ya con su "toque" ácido y no pudo evitar espachurrar al ser de un golpe seco.
Ahora sus botas y las de sus compañeros pisaban "aquello" mientras avanzaban con un asqueroso ruido de succión y chapoteo que plagaba el lugar de unos ecos desagradables, acompañados de fondo por el zumbido sordo del núcleo de energía. La iluminación era muy pobre, ni siquiera sus sentidos aumentados podían penetrar las zonas de niebla oscura que se formaban a su alrededor, sólo el reactor lanzaba algún tipo de iluminación estable. Agufer había decidido que debían atarse de nuevo entre sí para no separarse, ya que de cada huevo, bolsa de oscuridad y mezcla mucosa parecía salir una pequeña criatura oscura. No había seres "adultos", o al menos no se los habían encontrado desde su último ataque antes de penetrar en aquella sala, pero las diminutas aberraciones se agarraban a los astartes a cada paso, y su simple contacto empezaba a "fundir" la servoarmadura lentamente, haciendo que los avisos de ésta no dejaran de destellar y sonar. Ghuno había conseguido que su casco volviera a otorgarle cierta audición, o más bien un golpe fortuito había devuelto a la vida los sensores, sin embargo, ahora, con todos los pitidos y símbolos en rojo plagando su visor, pensó seriamente deshacerse del casco mientras daba manotazos para quitarse de encima a los monstruítos pegados a su servoarmadura. Pero se suponía que debían volver a salir, y sólo había un camino, el espacio, aunque no tenía idea de cómo lograrían regresar al boquete que habían abierto en el casco con la suficiente rapidez. Sin contar con que ahora tenía nuevos arañazos y podría haber alguna zona fundida en su servoarmadura. Decidió pensar en ello más tarde, ahora estaban ya cerca del reactor.
Acabaron de colocar las cargas y sólo quedaba poner en marcha el tiempo que tardarían en detonar cuando una enorme aberración los atacó. A pesar de que no tenían buena visibilidad pudieron entrever que tendría el tamaño de un dreadnought, su apariencia era similar a la de los seres oscuros que ya estaban acostumbrados a ver pero, mientras que éstos contaban con tan sólo un par de brazos gelatinosos con aspecto tentacular, aquella cosa tenía gran cantidad de miembros. A Ghuno le vinieron a la mente serpientes negras enredadas entre sí o látigos de múltiples "colas", sobre todo cuando el monstruo comenzó a hacerlos restallar sobre ellos. Los cuatro cayeron desordenadamente y si no hubiera sido por la cuerda que los conectaba más de uno hubiera salido despedido. Tolomu se levantó con un rugido agarrando con fuerza su hacha sierra y comenzó a dar potentes golpes a derecha e izquierda tratando de acertar a los tentáculos viscosos. Gandeh se le unió con su propia hacha, mientras Agufer y Ghuno protegían como podían las cargas explosivas. Era evidente que si el ácido corrosivo del ser oscuro rozaba algún explosivo no iban a salir de allí con vida. Pero los "látigos" eran demasiados y Ghuno empezó a desesperarse al no poder desviarlos con su espada corta. A su lado, Agufer no tenía mejor suerte.
- No podemos quedarnos aquí, llegará un momento en que las cargas estallarán, la niebla... - Agufer calló un momento pensativo, luego exclamó con una nueva expresión de resolución - todo va a explotar al fin y al cabo.
Ghuno sólo pudo afirmar con la cabeza. En realidad estaba seguro que el sargento pensaba como él. No importaba morir en aquella nave, eran astartes y una vez que habían visto hasta dónde podía llegar a desarrollarse aquella mutación xenos su misión de destruir la astronave estaba por encima de su propia supervivencia. Echó una ojeada a los dos Hacheros que luchaban con salvaje determinación a tan sólo unos metros, también debían pensar como ellos así que... ¿para qué esperar? Agufer le leyó el pensamiento.
- Sumémonos a ellos, esto... - El sargento señaló con un gesto las cargas - no tiene importancia.
Ghuno se quitó de un tirón el casco y lo tiró lejos, luego sonrió.
- ¡Estoy de acuerdo, ellos se están divirtiendo y nosotros...! - gritó lanzando un tajo a la sierpe oscura que trataba de enrollarse en su pierna.
- ¡Nos estamos aburriendo! - rugió Agufer.
Ambos Tridentes se lanzaron hacia adelante golpeando a izquierda y derecha. La aberración no parecía tener problemas en centrarse en cuatro atacantes a la vez, a pesar de su tamaño seguía siendo veloz y lograba mantener a la defensiva a los astartes, sin embargo, la determinación de éstos parecía dar sus frutos, unos cuantos tentáculos cayeron cercenados y el monstruo comenzó a retroceder. Gandeh también se quitó el casco y sus carcajadas, que antes sonaban amortiguadas, fueron llenándolo todo. Ghuno participó de su euforia y lo mismo hicieron los dos sargentos.
- ¡Soltad el hacha! ¡Soltad el hacha! - aullaron Tolomu y Gandeh.
- ¡Por Dorn! ¡Por el Tridente! - Corearon Agufer y Ghuno.
- ¡¡Hacha y Tridente!!
En un abrir y cerrar de ojos la sala se llenó de seres oscuros y el gigante monstruoso comenzó a retroceder hacia la puerta por la que habían llegado. Los cuatro se esforzaron por alcanzarlo pero las mutaciones los rodearon y pronto la enorme aberración desapareció de su vista.
- Va a la salida. - dijo Ghuno.
- ¿Para qué? por ahí sólo hay pasillos cerrados conteniendo la despresurización.
- ¿Y si lo que quiere es huir por el espacio? ¿necesitará aire para sobrevivir?
Los guerreros se miraron. Destruir la Pájaro Negro no serviría de nada si aquella cosa era la que ponía los huevos. Sin decir nada, Tolomu cortó de un tajo la cuerda que lo unía al resto y se lanzó en persecución de la criatura apartando de su camino cuantos seres oscuros trataban de detenerlo. Gandeh levantó su hacha con intención de hacer lo mismo, pero fue derribado por un par de aberraciones; Ghuno miró a su sargento, Agufer cortó el segmento de cuerda que los unía y le lanzó su casco mientras trataba de desenganchar su pierna del abrazo de una de aquellas mutaciones.
- ¡Hermano, ve!
Ghuno "cazó" el casco color sangre de su sargento al vuelo y dudó tan sólo un instante, luego se lo puso y cargó con todo su cuerpo para derribar los seres que se encontraban entre él y el astartes de rojo y negro que se perdía ya entre la oscuridad. Esperaba que Tolomu viera mejor que él hacia dónde se dirigían.
Una buena ambientación y una tensión palpable, me ha recordado mucho a las películas de Alien, (todo un lujo, jeje).
ResponderEliminarGracias!!
EliminarObviamente hay material del que "tirar", jeje, Alien es un buen ejemplo.