La nave eldar se acercaba con
precaución al Acorazado Imperial. Aunque la kilométrica embarcación no daba
señales de vida, ninguno de los eldars de abordo podía olvidar el hecho de que
su ligero navío podría ser derribado con facilidad por las potentes torretas de
defensa. Un solo impacto láser sería fatal para la pequeña embarcación.
El Piloto Águila que guiaba el
Crucero buscaba algún punto desde el que poder llevar a cabo las maniobras de
abordaje. Sus ojos expertos evaluaban, utilizando la información que iba
apareciendo en pantalla, la localización de los puntos más factibles para
abordar el pecio. Seleccionó una posición cercana al Puente de Mando que debía
haber sido utilizada durante las conexiones con otras naves aliadas o cuando el
navío descansaba en los muelles espaciales de antaño. Aunque de eso debía hacer
mucho tiempo.
La nave eldar abrió una brecha en
el armazón del Acorazado mediante unos disparos de torpedos precisos y
centrados. La maniobra de aproximación y abordaje se llevó a cabo a la
perfección y en un tiempo mínimo. Al no contar con datos referentes a la
estructura del casco, el abrir un portal temporal desde la Telaraña pudiera
haber resultado peligroso para la partida de exploración. Tal vez incluso
pudieran haber accedido los supuestos ocupantes del inmenso navío.
Los eldars, finalmente, entraron en la nave
Imperial sin ningún contratiempo. Y Lyenna iba a la cabeza.
-Interior del Acorazado Imperial-
Se encontraban en un recinto
enorme. Debía de ser uno de los hangares principales de la colosal nave
Imperial. La brecha que el Crucero Eldar había abierto ya había sido tapiada,
primero con escudos psíquicos erigidos por el brujo que acompañaba a la
escuadra de exploración, y luego por resistentes planchas de hueso espectral hábilmente
manipuladas por un aeda óseo.
Los eldars, con las armas
desenfundadas, echaron un vistazo a su alrededor para evaluar las condiciones
del lugar que había seleccionado el piloto para dar comienzo al abordaje.
La iluminación del hangar era
bastante tenue. Aunque las luces principales parecían desconectadas, las de
emergencia continuaban funcionando, por lo que era deducible que los
generadores de energía de la nave continuaban en funcionamiento. El mismo
piloto les había avisado de que el Campo Geller de la nave aun continuaban
operativo. Los sistemas de soporte vital tampoco podía estar desconectados, ya
que la embarcación disponía de una atmósfera respirable. Los sistemas de
gravitación funcionaban con normalidad. La temperatura en el interior era
cercana a los 3ºC, muy superior a la de cualquier pecio abandonado a la deriva.
Aquel acorazado seguía funcionando de forma autónoma, aunque fuera en modo ahorro de energía.
Las luces anaranjadas de
emergencia no alcanzaban lejos. Los
tubos de neón que comenzaban a fallar provocaban una danza que alternaba las
sombras y la luz, otorgando un aspecto siniestro a las recargadas estatuas de
mármol de los héroes imperiales de antaño, confiriéndole al ambiente una
apariencia tétrica. Las paredes estaban ostentosamente decoradas con pinturas y
relieves que retrataban las más grandes victorias de la Humanidad. Por doquier
podía verse a enormes marines que conquistaban mundos y sectores como si de una
fuerza imparable se tratase.
Lyenna se dio la vuelta,
retirando la vista de la enorme estancia, y observó a los soldados que había
seleccionado para aquella misión. Se encontraban con ella ocho Escorpiones
Asesinos del Templo del Aguijón Letal y su Exarca Hadryn. Se habían incorporado
también a la partida de exploración doce Vengadores Implacables del Templo del Meteoro
Imparable. Un Brujo, de nombre Altayr se
había unido a la misión como apoyo psíquico para la escuadra. También los
acompañaban varios Guardianes voluntarios de Tuisach-Lelith y el Aeda Óseo que
había tapiado la brecha. A parte del equipo estándar los guardianes llevaban consigo
dos plataformas de apoyo, armadas las dos con láser multitubo.
La autarca se dirigió a los guerreros y comenzó a organizar
la expedición:
-Dividiremos nuestras fuerzas en
dos grupos distintos. Altayr irá
escoltado por Hadryn y la mitad de los guerreros.
-Como deseéis, Autarca –respondió
el Exarca- ¿Cuál es nuestro cometido?
-Buscaréis el Puente de Mando y
reuniréis toda la información que podáis acerca de esta nave y los mon-keigh
que la pilotaban. –Ordenó Lyenna, con un tono autoritario a la par que sereno.
Sabía que Altayr, a diferencia de los demás miembros del grupo, era capaz de
leer y comprender la tosca lengua de los mon-keigh- Mientras, el resto de la
escuadra y yo exploraremos la nave a fin de descubrir qué es aquello que nos ha
estado enviando señales. Los guardianes os quedareis aquí junto al aeda Maerun y defenderéis esta posición en caso de ataque. Altayr y yo nos mantendremos informados mentalmente
mediante los dispositivos de comunicación mental que nos han sido cedidos. Vuestro objetivo
está en aquella dirección.-dijo, al tiempo que señala unas ostentosas escaleras
de mármol que ascendían a los pisos superiores- Buena suerte, que la Doncella os guíe en vuestro
caminar.
-Y que la fortuna nos sonría a
todos -respondieron los guerreros, con los cabeza inclinada a en señal de
respeto a la autarca.
Después, ambos grupos se
separaron, y mientras unos ascendían a los pisos superiores, Lyenna y sus
guerreros tomaron el camino que debía conducir al centro de la nave, dónde lo
desconocido aguardaba.
La escuadra de Lyenna avanzaba
decididamente por los ornados pasillos del Acorazado. Allá donde miraran, los
eldars veían pinturas exquisitas y centenares de obras de arte. Sin duda la
Gran Cruzada había supuesto la expansión del Imperio en campos que iban más
allá del territorio usurpado o de los avances tecnológicos. El ambiente
continuaba sumergido bajo la luz anaranjada que desprendían los sistemas de
emergencia.
La decoración no era la única
compañía de los guerreros especialistas. Por doquier habían esqueletos humanos
y cadáveres momificados. Sin embargo, estos no presentaban señales de lucha o
violencia. Simplemente estaban tendidos en el suelo, cómo si se hubieran dejado
morir.
Los eldars avanzaban con el
sigilo que sólo su raza podía dominar. Los cuatro Escorpiones Asesinos iban
junto a Lyenna en vanguardia, con las pistolas preparadas para acribillar a
cualquiera que intentara sorprenderlos y la mano derecha sobre la empuñadura de
sus espadas-sierra.
La autarca iba más relajada. Llevaba la espada
de energía asida a la cadera y su catapulta shuriken artesanal colgaba de la espalda.
Con todo, la autarca podría tomar ambas armas y comenzar a utilizarlas en
cuestión de segundos. Aunque le hubiera gustado quitarse el casco, la baja temperatura del ambiente hubiera sido una molestia mucho mayor.
A sus espaldas iban los Vengadores
implacables, con sus armas apuntando a todas las esquinas lugares dónde las
sombras imitaban alguna silueta vagamente humanoide. Tampoco dejaban sin
revisar ninguno de los cadáveres presentes.
El contacto con Altayr no había
sufrido ninguna clase de contratiempos.
Según el último informe, unos veinte minutos atrás, el otro grupo debería estar
a punto de acceder al Puente de Mando. Una vez llegaran, podrían indagar en los
datos de los ordenadores centrales a fin descubrir la historia de aquel pecio
espacial.
“¿Autarca?- la voz del brujo
apareció repentinamente en la mente de Lyenna- Hemos llegado a la estancia
central. Me dispongo a acceder a los ordenadores principales. Al parecer los
sistemas de alimentación continúan operativos. En cuanto tenga algo útil, se lo
haré saber”.
“Bien. Busque principalmente en
el Diario de A bordo del Capitán. -respondió Lyenna- Manténgame informada.”
La partida eldar continuó
avanzando hasta llegar a un corredor más ancho que los recorridos hasta el
momento. Además, el pasaje al que acababan de acceder ya no exhibía la
recargada decoración a la que los eldar se habían acostumbrado. De vez en cuando se podía observar algún relieve en
las paredes. Los emblemas dispuestos a cada lado del corredor mostraban unas colosales mandíbulas que se devoraban un planeta de un solo mordisco. Los cadáveres de humanos y servidores, a su vez, comenzaron a
ser cada vez más numerosos. En algunos tramos, el grupo de Lyenna se veía
obligado a sortear los cuerpos tendidos. Siguieron el pasillo durante varios
minutos.
“Autarca Lyenna, he accedido a la
información que fue dejada por el Capitán de la nave -dijo el brujo de forma
repentina. Su voz denotaba excitación- Al parecer este navío pertenecía a la 13ª
Flota Expedicionaria de los ejércitos de Terra. -el brujo hizo una pausa. Sin
duda le costaba leer la tosca lengua de los mon-keigh- El nombre de esta nave
era “Engullidora de Estrellas”.
Parece ser que su misión era la de recoger a un contingente de soldados desde
un planeta conquistado por los humanos hace varios milenios. Su destino era un
sector bastante cercano, dónde apoyarían a los ejércitos imperiales en contra
de los orkos para obtener la sumisión del sector .”
“Entonces, ¿cómo ha podido
emerger esta nave en este lugar y después de tanto tiempo? –inquirió la autarca.-
¿Acaso sufrieron algún accidente en su ruta?”
“Según el diario de abordo
–respondió el brujo- cuando el navío se sumergió en el Inmaterium, un percance
bastante importante los desvió de su camino y acabaron a merced de las
corrientes disformes. La nave resistió los envites de la Disformidad, pero los
motores quedaron dañados y la embarcación perdió la capacidad de navegar por sí
misma. Quedaron atrapados, incomunicados y sin posibilidad de escapar. Hasta
que la disformidad la escupió hace unos ciclos delante nuestro.”
Mientras Lyenna escuchaba el
informe del brujo, el grupo llegó al final del corredor, que se había ido
ensanchando hasta llegar al final del recorrido. Ante ellos se alzaba ahora una
imponente puerta metálica, el suelo de delante de la cual estaba cubierto por
completo por huesos blancos y agrietados por el paso del tiempo. También
relucían las piezas metálicas que se hacía implantar a los servidores del
personal de la nave.
Lyenna sintió un escalofrío al
mirar al imponente pórtico.
-Creo que hemos encontrado lo que
andábamos buscando. -dijo la autarca a sus guerreros- Abrid esa puerta. –ordenó
a sus guerreros
Acto seguido se puso a contactar con
el brujo al tiempo que sus guerreros colocaban las bombas que abrirían la
puerta sellada. Las cargas de fusión provocarían una explosión controlada que
abriría un agujero en la entrada sellada.
“Altayr, ¿estás ahí? –preguntó la
autarca- Continua contándome más. ¿Has descubierto cual fue el destino de la
tripulación?"
Una fuerte explosión iluminó todo
el lugar con una luz blanca resplandeciente. Los huesos y piezas metálicas
salieron despedidos, se calcinaron y se vaporizaron cuando la energía liberada
los alcanzó. La puerta había quedado derretida en el centro y lucía un
importante agujero. La autarca entró por la apertura seguida por sus guerreros.
“Autarca, ya he descifrado el
resto del diario de abordo. Ya se qué ocurrió con la nave tras quedar atrapados
en la disformidad. -respondió el brujo. Su voz manifestaba nerviosismo y algo
más- No va a creérselo cuando se lo diga”
-No será necesario que digas nada
Altayr. Lo estoy viendo con mis propios ojos. –respondió Lyenna, hablando en
voz alta.
No podía creer que lo que
estuviera viendo fuese cierto. Simplemente, no podía.
Pero allí estaban, frente a ella y sus guerreros. Cientos, seguramente
miles de cámaras de éxtasis. Todas con la luz parpadeante que las señalaba en
funcionamiento. Un marine espacial del emperador, inmóvil y con su armadura de azul
y blanco, dentro de cada una de ellas. Un ejército durmiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario