LA BÚSQUEDA DE LAS ALMAS: PARTE 2
La estructura tenía forma de media luna y se extendía varios
kilómetros a lo largo y hacia abajo. La gran mayoría eran instalaciones de
control, de reanimación de pierdas del alma y armas automatizadas, que
Afrayel había desactivado antes de abrir las puertas. El grupo recorrió los
pasillos de blanco hueso espectral, suavemente iluminados. No había rastro de
vida ni de que nadie nunca hubiese puesto pie en aquel lugar. Según decía
Afrayel, había sido construido bastante antes de que su uso fuera requerido y,
una vez esto ocurrió, se habían guardado las joyas espirituales a toda prisa y
sellado la estructura, para no abrirse nunca más desde entonces. El grupo llegó
al final a la sala donde se guardaban unos de los objetos más preciados por los
xenos: las piedras del alma, lágrimas de Isha. La estancia era circular y
enorme, con estanterías que se situaban de manera concéntrica, y en ellas
brillaban con fuerza las joyas espirituales. En el centro había un edifico con
apariencia de mausoleo, también circular, de 20 metros de diámetro.
El guardián de almas abrió la estancia y entró acompañado
del vidente y el resto de brujos. Dentro había multitud de estatuillas que
representaban a grandes guerreros en poses tanto dinámicas, agresivas, como de paciente
cazador; unas escaleras de caracol, suficientemente anchas para que los dos eldars
pudieran bajar a la vez sin problemas, descendían por el centro. Pero lo que más
llamó su atención fueron los autómatas. Gigantes de hueso espectral, más
grandes que un marine espacial, se erguían guardando las escaleras. Sus cabezas
sin ojos parecían sin embargo observarte con fijeza, y sus manos sujetaban con
fuerza sus cañones de disformidad; pero en su pecho no brillaba ninguna pierda
del alma: estaban inactivos. Entonces, Afrayel se giró a Loirar:
-Agthareith
tannascurath. Dekar kiondekar aillthareth uel.
-Uel surta aillea… -aventuró el vidente.
-Aillkel. –respondió, no muy convencido.
Los psíquicos salieron fuera, donde los guardianes habían
empezado a retirar las joyas espirituales. Tocaban con suavidad el hueso
espectral que los rodeaba y éste se desprendía del estante. Cada “caja”, con
múltiples runas grabadas en toda su superficie, tenía engarzadas dos luminosas
joyas espirituales. Los brujos que acompañaban a Afrayel se pusieron también a
la labor, retirando las piedras del alma a una velocidad vertiginosa,
mientras su líder iba a inspeccionar la sala. Varios minutos después, cuando
volvió, sus andares parecían alarmados.
- Kionagthareith carrecenad.
-Uel surta aillfare caurtareith am.
-Eath. Aillthareth 1.000 carrecenad. Iea creea, kionagthareith
100.
El vidente se puso tenso. No había nada que un eldar
apreciase más que el bienestar del alma de otro eldar. Si una piedra era rota,
el espíritu que albergaba era consumido irremediablemente por Slaanhesh. El
anciano vidente meditó un minutó y luego se volvió a los guerreros y los
guardianes.
-Ual am
scurath iam. Iem am iarr agbuanneth. Afrayel furta bennan kion din
carrecenad.
No obstante, tras una hora de infructuosa búsqueda, los
xenos no encontraron nada, ni una pista. Habían investigado la media luna
entera y no había ni rastro del misterioso ladrón. Los eldar volvieron a la
sala central, donde los brujos de Afrayel ya habían retirado y llevado a los
transportes, que esperaban fuera, una cuarta parte de las joyas espirituales. El grupo se dirigió al
mausoleo del centro, la única estancia que quedaba por investigar. Bajaron por
las escaleras de caracol hasta llegar a la sala principal, del tamaño de la
estancia de las joyas espirituales. Loirar quedó otra vez asombrado al ver
hileras de decenas de guardias espectrales y hasta señores espectrales. Un
verdadero ejército. Había casi 1.000 figuras de hueso espectral. Casi… Al
vidente se le disipó cualquier duda que pudiera tener sobre que de verdad
hubiera un ladrón.
Loirar notó entonces algo cuando salió de su maravilla. Un
ruido de fondo. Era apenas nada, una minucia, pero suficiente para que el
delicado oído de un eldar lo captase. Un suave temblor, como si a lo lejos
alguien trabajase con maquinaria. Alairel, sargento de los guardianes y que
había recorrido la senda del vagabundo, señaló uno de los numerosos portones
que había por las paredes de la sala.
-Kel scurath dekar.
El grupo se acercó a la puerta. Era de un tamaño suficiente
como para que un señor espectral pudiera pasar con soltura, y tenía grabada una
enorme runa.
-Ardathair Isha. -leyó Loirar.
El ruido era más audible ahora. De hecho, al eldar le
pareció que se había añadido otro, como un arrastrar de pies; hubo un momento en
que al vidente le pareció escuchar un gruñido. Entonces, viejos recuerdos
empezaron a surgir de su mente mientras relámpagos de visiones cruzaban su
psique. Loirar agachó la cabeza con un jadeo. Cuando la levantó, su voz
denotaba firmeza.
-Hrud.
TRADUCCIONES
-Agthareith tannascurath. Dekar kiondekar aillthareth uel: "Faltan guardias espectrales. Allí y allí debería de haber otros."
-Uel surta aillea…: "Tal vez nunca fueron colocados allí…"
-Aillkel: "Es posible."
-Uel surta aillfare caurtareith am: "¿No pudo haberse construido la sala para albergas más de las que finalmente se depositaron?"
-Eath. Aillthareth 1000 carrecenad. Iea creea, kionagthareith 100: "No. Tendría que haber 1000. Ni una más ni una menos, y faltan al menos 100."
-Ual am scurath iam. Iem am iarr agbuanneth. Afrayel furta bennan kion din carrecenad: "Venid conmigo. Tenemos que encontrar al ladrón. Afrayel se encargará de retirar las piedras espirituales y ponerlas a salvo."
-Kel scurath dekar: "Viene de allí."
-Ardathair Isha: a ver si éste sois capaces de traducirlo vosotros. Editaré con la traducción de todas formas en un par de días. ;)
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