CARA A CARA CON LA OSCURIDAD 06
--Interior de una posible aeronave imperial Preherejía, nombre en clave asignado "Pájaro Negro"---
No estaban seguros de si la transmisión había sido o no recibida por la Nudus Pugio, pero no podían hacer nada más, la energía se agotó con rapidez y la centralita de comunicaciones volvió a quedar en silencio. Trataron de volver a derivar electricidad de las pocas luces parpadeantes a alguna de las baterías, pero tras una serie de chispazos quedó claro que éstas no volverían a la vida.
Agufer ordenó continuar hasta dar con el Puente de Mando, ya no debía estar lejos según sus cálculos. Y no lo estaba, llegaron a una intersección donde desembocaban un buen número de corredores, justo en el centro se encontraba la arcada que daba paso a lo que debía ser el Puente de Mando del Pájaro Negro. Casi al instante percibieron sonido de lucha en un corredor a su izquierda. El sargento dividió su menguada escuadra en dos. Frehid y Jefuro mantendrían la posición justo a la entrada del Puente de Mando, mientras Agufer se llevaría a Sadus y Ghuno a investigar, no podían correr el riesgo de inspeccionar la sala de control y tener al enemigo a tan sólo unos metros.
Ghuno agarró con fuerza el mango de su espada corta mientras seguía los pasos de Agufer, más adelante Sadus abría la marcha. Llegaron a una nueva intersección y, al girar a la derecha, se toparon de frente con otro ser oscuro, que estaba combatiendo con un par de Tridentes.
- ¡Gracias a Dorn!, son Dillos y Humder - dijo Sadus mientras lanzaba su asta de plastiacero con fuerza.
El monstruo esquivó el proyectil mientras empujaba a un lado a Humder. Dillos, con un aparatoso vendaje en la cabeza, aprovechó para hundirle el cuchillo de combate en el cuello a aquella cosa. Con un grito Agufer se abalanzó esgrimiendo su espada sierra cercenando de un golpe una de las extremidades oscuras. Ghuno llegó sólo unos instantes después y enterró su hoja en la espalda. Cuando la cosa se derrumbó todos se miraron, sin mediar palabra comenzaron a despedazar al monstruo.
Acabado el trabajo volvieron a reunirse con los que se habían quedado de vigilancia en la entrada del Puente de Mando. Humder les contó que Kerjo había muerto poco después de que lo vieran desaparecer, y que él y los demás, tras perseguir al enemigo con intención de vengar al Tridente caído, se encontraron perdidos. Había sido Dillos el que había propuesto subir a lo más alto de la astronave para buscar la sala de control central. Relataron un periplo muy parecido al que habían vivido ellos mismos, con gran número de enfrentamientos contra genestealers, en uno de ellos había caído Énghajar, luego se toparon con una zona sin esa extraña niebla oscura y pudieron avanzar sin impedimentos hasta que se habían encontrado con ese extraño ser.
- Entonces somos siete. Hemos logrado enviar una transmisión al exterior, pero no sabemos si nos han escuchado. Debemos explorar el Puente de Mando. - resumió Agufer antes de que se pusieran en marcha de nuevo.
Penetraron en la sala de control tomando todas las precauciones posibles. La escuadra se abrió en abanico e inspeccionó cada rincón antes de centrarse en las múltiples mesas con indicadores, medidores y pantallas. Sólo había algunas luces parpadeantes sin ninguna utilidad, los aparatos estaban desconectados, pero era algo que esperaban. Jefuro se encargaría de encontrar la manera de devolver a la vida a aquella sala, Ghuno estaba seguro de ello. No sería la primera vez que su hermano demostraba tener cierta pericia con los aparatos electrónicos, en Colcheru había logrado conectar una de las armas acopladas de una Stormtalon derribada y con ello había conseguido que la escuadra escapara de un peligroso cerco orko.
Pasada media hora era evidente que no iba a ser fácil conectar los aparatos. Jefuro dijo que necesitaban ver si los cables de alimentación habían sido cortados o sufrían fallos, lo que suponía invertir bastante tiempo en seguir cada puñado de cables. Agufer los agrupó para volver a planificar el modo de actuar. Sin embargo, justo antes de empezar a enumerar las posibilidades, Sadus, de guardia en la puerta de entrada, dio la voz de alarma para caer después derribado por un ser oscuro, ambos giraban por el suelo agarrados, lanzándose rápidos golpes. Antes de que los demás pudieran acercarse a ayudar a su hermano dos aberraciones más irrumpieron en la sala. Los astartes reaccionaron al instante, avanzando en una carga hacia los enemigos con el grito "¡Por el Tridente!" en sus labios.
Ghuno desvió un golpe de través y lanzó una patada. El ser se escabulló de su ataque y chocó contra Jefuro derribándolo, inmediatamente usó uno de sus brazos angulosos como un látigo abriéndole una fea herida en el rostro al caído. Frehid empujó al monstruo antes de que diera un nuevo golpe, poniéndolo una vez más al alcance de Ghuno, que clavó su espada corta en lo que parecía el muslo de la aberración. Más allá el otro ser oscuro acababa de lanzar a Humder contra uno de los aparatos, Agufer y Dillos se esforzaron a fondo por desviar los ataques dirigidos al apotecario, haciendo retroceder al monstruo.
La espada se quedó alojada en la pierna de aquella cosa, así que Ghuno se encontró desarmado frente a un nuevo ataque de la aberración, esquivó como pudo el golpe echándose hacia atrás, pero la punta de la extremidad viscosa le abrió la mejilla hasta el labio superior, por lo que se le llenó la boca de sangre. Aquello lo enfureció, trató de agarrar la extremidad de aquella cosa, pero no lo logró. Frehid aprovechó el momento para lanzar un tajo al pecho del monstruo, pero apenas le abrió una herida leve y tuvo que parar a la desesperada una serie de rapidísimos golpes de las angulosas extremidades. Jefuro se había levantado y trataba de ayudar a Sadus, que seguía enredado en el siniestro abrazo del primer ser que había aparecido, y cuyos dientes aserrados ya habían arrancado una de las orejas del guerrero.
Los Tridentes lo estaban pasando mal, Sadus sangraba por la cabeza en el lugar donde antes había estado su oreja izquierda, mientras se esforzaba por mantener las extremidades del ser que se encontraba sobre él aprisionadas entre sus manos, además pugnaba por esquivar las dentellabas que le lanzaba a la cara. Ghuno estaba desarmado, y notaba como sus dientes superiores parecían estar al aire. Frehid se las apañaba para luchar con su único brazo, pero se le notaba frustrado por la situación. Jefuro también había perdido el arma y golpeaba la espalda del enemigo de Sadus con sus antebrazos. El apotecario, Humder, luchaba por volver al combate, se había atascado en el aparato con el que había chocado. A Agufer su enemigo le acababa de arrancar la hombrera derecha con un golpe que lo había lanzado hacia una consola plagada de botones, para luego encararse con Dillos que se defendió desesperadamente de otra serie de golpes en rápida sucesión.
Ghuno tropezó con algo en el suelo. Era la improvisada lanza de Sadus, la agarró y avanzó hacia el ser oscuro que se enfrentaba con Frehid. De un sólo golpe la enterró en el estómago de la aberración, pero ésta no cayó, golpeó en el costado a Frehid y trató de ensartar a Ghuno con su propia espada, que se había desclavado del muslo. Ghuno se lanzó al suelo girando y logró esquivar el ataque, entonces vio como una extremidad oscura se enroscaba alrededor del cuello de Jefuro, al otro lado de la sala, cerca de la entrada del Puente de Mando, y la cabeza de su hermano salió disparada a un lado cortada limpiamente. En la puerta habían aparecido dos monstruos más.
Cegado por la pérdida de Jefuro, Ghuno se lanzó de cabeza hacia los nuevos enemigos. Fue una mala idea, casi sin darse cuenta uno de los seres le había golpeado una pierna derribándolo, mientras caía el segundo le abrió una brecha en la cabeza. Desde el suelo fue testigo de algo sorprendente, de la nada apareció un enorme objeto metálico volando que se clavó profundamente en donde debería estar la clavícula de uno de los seres oscuros. Era un hacha de guerra, pero simple, no parecía de energía. Tras el hacha llegaron un par de astartes de servoarmadura roja y negra cargando en tromba. Derribaron a la segunda aberración y uno de ellos comenzó a descargar sobre ella tremendos golpes con lo que parecía un hacha sierra de buena factura.
Ghuno apenas entrevió que el símbolo de sus hombreras era un hacha roja sobre fondo negro, cuando entraron cinco más de estos astartes. Pronto los Tridentes y sus nuevos aliados dieron la vuelta a la situación que poco antes los había mantenido en un combate a la desesperada. Los seres oscuros fueron cayendo irremediablemente. Ghuno tuvo que reconocer que los gigantes rojinegros eran unos buenos combatientes, un tanto salvajes, pero sabían bien usar sus hachas, de hecho apenas hicieron un puñado de disparos con sus bólteres durante el combate.
Despedazados los cuerpos viscosos de las aberraciones, y mientras Humder se ocupaba de su tarea con el cuerpo de Jefuro, ambos grupos de astartes se reunieron en el centro de la Sala de Control del Pájaro Negro. Se estrecharon los antebrazos al modo guerrero e intercambiaron unas cuantas palabras.
- Sargento Agufer, Quinta Compañía de los Custodios del Tridente, Escuadra Nubes de Humo. - la voz del sargento era firme.
- Sargento Tolomu, de la Segunda de los Hacheros, Escuadra Invierno Negro. Los estábamos buscando.
--Interior de una posible aeronave imperial Preherejía, nombre en clave asignado "Pájaro Negro"---
No estaban seguros de si la transmisión había sido o no recibida por la Nudus Pugio, pero no podían hacer nada más, la energía se agotó con rapidez y la centralita de comunicaciones volvió a quedar en silencio. Trataron de volver a derivar electricidad de las pocas luces parpadeantes a alguna de las baterías, pero tras una serie de chispazos quedó claro que éstas no volverían a la vida.
Agufer ordenó continuar hasta dar con el Puente de Mando, ya no debía estar lejos según sus cálculos. Y no lo estaba, llegaron a una intersección donde desembocaban un buen número de corredores, justo en el centro se encontraba la arcada que daba paso a lo que debía ser el Puente de Mando del Pájaro Negro. Casi al instante percibieron sonido de lucha en un corredor a su izquierda. El sargento dividió su menguada escuadra en dos. Frehid y Jefuro mantendrían la posición justo a la entrada del Puente de Mando, mientras Agufer se llevaría a Sadus y Ghuno a investigar, no podían correr el riesgo de inspeccionar la sala de control y tener al enemigo a tan sólo unos metros.
Ghuno agarró con fuerza el mango de su espada corta mientras seguía los pasos de Agufer, más adelante Sadus abría la marcha. Llegaron a una nueva intersección y, al girar a la derecha, se toparon de frente con otro ser oscuro, que estaba combatiendo con un par de Tridentes.
- ¡Gracias a Dorn!, son Dillos y Humder - dijo Sadus mientras lanzaba su asta de plastiacero con fuerza.
El monstruo esquivó el proyectil mientras empujaba a un lado a Humder. Dillos, con un aparatoso vendaje en la cabeza, aprovechó para hundirle el cuchillo de combate en el cuello a aquella cosa. Con un grito Agufer se abalanzó esgrimiendo su espada sierra cercenando de un golpe una de las extremidades oscuras. Ghuno llegó sólo unos instantes después y enterró su hoja en la espalda. Cuando la cosa se derrumbó todos se miraron, sin mediar palabra comenzaron a despedazar al monstruo.
Acabado el trabajo volvieron a reunirse con los que se habían quedado de vigilancia en la entrada del Puente de Mando. Humder les contó que Kerjo había muerto poco después de que lo vieran desaparecer, y que él y los demás, tras perseguir al enemigo con intención de vengar al Tridente caído, se encontraron perdidos. Había sido Dillos el que había propuesto subir a lo más alto de la astronave para buscar la sala de control central. Relataron un periplo muy parecido al que habían vivido ellos mismos, con gran número de enfrentamientos contra genestealers, en uno de ellos había caído Énghajar, luego se toparon con una zona sin esa extraña niebla oscura y pudieron avanzar sin impedimentos hasta que se habían encontrado con ese extraño ser.
- Entonces somos siete. Hemos logrado enviar una transmisión al exterior, pero no sabemos si nos han escuchado. Debemos explorar el Puente de Mando. - resumió Agufer antes de que se pusieran en marcha de nuevo.
Penetraron en la sala de control tomando todas las precauciones posibles. La escuadra se abrió en abanico e inspeccionó cada rincón antes de centrarse en las múltiples mesas con indicadores, medidores y pantallas. Sólo había algunas luces parpadeantes sin ninguna utilidad, los aparatos estaban desconectados, pero era algo que esperaban. Jefuro se encargaría de encontrar la manera de devolver a la vida a aquella sala, Ghuno estaba seguro de ello. No sería la primera vez que su hermano demostraba tener cierta pericia con los aparatos electrónicos, en Colcheru había logrado conectar una de las armas acopladas de una Stormtalon derribada y con ello había conseguido que la escuadra escapara de un peligroso cerco orko.
Pasada media hora era evidente que no iba a ser fácil conectar los aparatos. Jefuro dijo que necesitaban ver si los cables de alimentación habían sido cortados o sufrían fallos, lo que suponía invertir bastante tiempo en seguir cada puñado de cables. Agufer los agrupó para volver a planificar el modo de actuar. Sin embargo, justo antes de empezar a enumerar las posibilidades, Sadus, de guardia en la puerta de entrada, dio la voz de alarma para caer después derribado por un ser oscuro, ambos giraban por el suelo agarrados, lanzándose rápidos golpes. Antes de que los demás pudieran acercarse a ayudar a su hermano dos aberraciones más irrumpieron en la sala. Los astartes reaccionaron al instante, avanzando en una carga hacia los enemigos con el grito "¡Por el Tridente!" en sus labios.
Ghuno desvió un golpe de través y lanzó una patada. El ser se escabulló de su ataque y chocó contra Jefuro derribándolo, inmediatamente usó uno de sus brazos angulosos como un látigo abriéndole una fea herida en el rostro al caído. Frehid empujó al monstruo antes de que diera un nuevo golpe, poniéndolo una vez más al alcance de Ghuno, que clavó su espada corta en lo que parecía el muslo de la aberración. Más allá el otro ser oscuro acababa de lanzar a Humder contra uno de los aparatos, Agufer y Dillos se esforzaron a fondo por desviar los ataques dirigidos al apotecario, haciendo retroceder al monstruo.
La espada se quedó alojada en la pierna de aquella cosa, así que Ghuno se encontró desarmado frente a un nuevo ataque de la aberración, esquivó como pudo el golpe echándose hacia atrás, pero la punta de la extremidad viscosa le abrió la mejilla hasta el labio superior, por lo que se le llenó la boca de sangre. Aquello lo enfureció, trató de agarrar la extremidad de aquella cosa, pero no lo logró. Frehid aprovechó el momento para lanzar un tajo al pecho del monstruo, pero apenas le abrió una herida leve y tuvo que parar a la desesperada una serie de rapidísimos golpes de las angulosas extremidades. Jefuro se había levantado y trataba de ayudar a Sadus, que seguía enredado en el siniestro abrazo del primer ser que había aparecido, y cuyos dientes aserrados ya habían arrancado una de las orejas del guerrero.
Los Tridentes lo estaban pasando mal, Sadus sangraba por la cabeza en el lugar donde antes había estado su oreja izquierda, mientras se esforzaba por mantener las extremidades del ser que se encontraba sobre él aprisionadas entre sus manos, además pugnaba por esquivar las dentellabas que le lanzaba a la cara. Ghuno estaba desarmado, y notaba como sus dientes superiores parecían estar al aire. Frehid se las apañaba para luchar con su único brazo, pero se le notaba frustrado por la situación. Jefuro también había perdido el arma y golpeaba la espalda del enemigo de Sadus con sus antebrazos. El apotecario, Humder, luchaba por volver al combate, se había atascado en el aparato con el que había chocado. A Agufer su enemigo le acababa de arrancar la hombrera derecha con un golpe que lo había lanzado hacia una consola plagada de botones, para luego encararse con Dillos que se defendió desesperadamente de otra serie de golpes en rápida sucesión.
Ghuno tropezó con algo en el suelo. Era la improvisada lanza de Sadus, la agarró y avanzó hacia el ser oscuro que se enfrentaba con Frehid. De un sólo golpe la enterró en el estómago de la aberración, pero ésta no cayó, golpeó en el costado a Frehid y trató de ensartar a Ghuno con su propia espada, que se había desclavado del muslo. Ghuno se lanzó al suelo girando y logró esquivar el ataque, entonces vio como una extremidad oscura se enroscaba alrededor del cuello de Jefuro, al otro lado de la sala, cerca de la entrada del Puente de Mando, y la cabeza de su hermano salió disparada a un lado cortada limpiamente. En la puerta habían aparecido dos monstruos más.
Cegado por la pérdida de Jefuro, Ghuno se lanzó de cabeza hacia los nuevos enemigos. Fue una mala idea, casi sin darse cuenta uno de los seres le había golpeado una pierna derribándolo, mientras caía el segundo le abrió una brecha en la cabeza. Desde el suelo fue testigo de algo sorprendente, de la nada apareció un enorme objeto metálico volando que se clavó profundamente en donde debería estar la clavícula de uno de los seres oscuros. Era un hacha de guerra, pero simple, no parecía de energía. Tras el hacha llegaron un par de astartes de servoarmadura roja y negra cargando en tromba. Derribaron a la segunda aberración y uno de ellos comenzó a descargar sobre ella tremendos golpes con lo que parecía un hacha sierra de buena factura.
Ghuno apenas entrevió que el símbolo de sus hombreras era un hacha roja sobre fondo negro, cuando entraron cinco más de estos astartes. Pronto los Tridentes y sus nuevos aliados dieron la vuelta a la situación que poco antes los había mantenido en un combate a la desesperada. Los seres oscuros fueron cayendo irremediablemente. Ghuno tuvo que reconocer que los gigantes rojinegros eran unos buenos combatientes, un tanto salvajes, pero sabían bien usar sus hachas, de hecho apenas hicieron un puñado de disparos con sus bólteres durante el combate.
Despedazados los cuerpos viscosos de las aberraciones, y mientras Humder se ocupaba de su tarea con el cuerpo de Jefuro, ambos grupos de astartes se reunieron en el centro de la Sala de Control del Pájaro Negro. Se estrecharon los antebrazos al modo guerrero e intercambiaron unas cuantas palabras.
- Sargento Agufer, Quinta Compañía de los Custodios del Tridente, Escuadra Nubes de Humo. - la voz del sargento era firme.
- Sargento Tolomu, de la Segunda de los Hacheros, Escuadra Invierno Negro. Los estábamos buscando.
El gigante se desabrochó los cierres del casco y se lo quitó. Ghuno se sorprendió ante un rostro curtido pero de tez pálida, cabello rubio y ojos de color gris. La expresión era de salvaje satisfacción, la mirada aún parecía estar en el fragor de la batalla.
- Bien, los hemos encontrado, su capitán estará contento. Y ahora, si no os importa, tenemos que reunirnos con su grupo, nos estamos perdiendo la diversión.
- Espere, ¿mi Capitán está aquí? - Agufer mostró la sorpresa que toda su escuadra sentía.
- Oh sí, al abordar la nave nos topamos con un gran número de genestealers y un par de cosas de esas - Tolomu señaló de manera despectiva los restos de las mutaciones oscuras - Su Capitán y su escolta se quedaron haciéndoles frente mientras nosotros nos dirigimos hacia aquí.
Ghuno miró a sus hermanos. Frehid y Humder tan sólo tenían unos cuantos cortes nuevos. Dillos también parecía estar bien, aunque su armadura había sufrido bastante castigo. Sadus se tocaba el lado donde antes se encontraba su oreja izquierda, además parecía que sus guantes se habían desgastado de manera extraña. El sargento Agufer había perdido una hombrera y parecía dolerse de algún daño interno, pero no debía ser grave. En cuanto a él, sangraba de un corte en la frente y un buen pedazo de la piel de su mejilla izquierda se encontraba colgando de un corte que, por lo que pudo apreciar tal palparse un poco, dejaba ver parte de su dentadura.
Debían presentar un aspecto horrible, sobretodo porque las servoarmaduras habían sufrido múliples arañazos y cortes, pero estaba seguro que, como él, sus hermanos estarían más que dispuestos de volver al combate.
- Bien, los hemos encontrado, su capitán estará contento. Y ahora, si no os importa, tenemos que reunirnos con su grupo, nos estamos perdiendo la diversión.
- Espere, ¿mi Capitán está aquí? - Agufer mostró la sorpresa que toda su escuadra sentía.
- Oh sí, al abordar la nave nos topamos con un gran número de genestealers y un par de cosas de esas - Tolomu señaló de manera despectiva los restos de las mutaciones oscuras - Su Capitán y su escolta se quedaron haciéndoles frente mientras nosotros nos dirigimos hacia aquí.
Ghuno miró a sus hermanos. Frehid y Humder tan sólo tenían unos cuantos cortes nuevos. Dillos también parecía estar bien, aunque su armadura había sufrido bastante castigo. Sadus se tocaba el lado donde antes se encontraba su oreja izquierda, además parecía que sus guantes se habían desgastado de manera extraña. El sargento Agufer había perdido una hombrera y parecía dolerse de algún daño interno, pero no debía ser grave. En cuanto a él, sangraba de un corte en la frente y un buen pedazo de la piel de su mejilla izquierda se encontraba colgando de un corte que, por lo que pudo apreciar tal palparse un poco, dejaba ver parte de su dentadura.
Debían presentar un aspecto horrible, sobretodo porque las servoarmaduras habían sufrido múliples arañazos y cortes, pero estaba seguro que, como él, sus hermanos estarían más que dispuestos de volver al combate.
(la imagen es una alteración y re-coloreado de una imagen obtenida a partir de la web bolterandchainsword.com)
¿Soy yo o antes había un post de Gauragui que ha desaparecido? O_o
ResponderEliminarEstá en proceso de reescritura^^ En unas horas lo subo.
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