Mediante el selector de objetivos
aleatorios las baterías de la Calavera
Negra y la Cráneo Roto atormentaban los cúmulos de naves enemigas en su avance hacia la órbita
del planeta Kulko. Los cruceros de asalto involucraban a toda fragata o crucero
de forma indiscriminada. Buena parte de
la flota que los radares alcanzaban registrar, detectaban una concentración de
fuego creciente en los escudos de sus naves. Estaba claro que estaban resultando
una molestia intrusa y la flota enemiga las situaba como objetivos primarios a
destruir.
Las paredes metálicas de la sala
de mando de la Calavera Negra estaban
repletas de cráneos humanos de muchos tamaños, unos gruesos y duros, y otros
pequeños y frágiles, algunos de ellos con enormes cavidades, imborrables
secuelas de la terrible forma de muerte que hallaron. Adornos macabros que
fascinaban a algunos capitanes como Trémulo, que lejos de esconder, convertían
en parte de su carácter.
_ Creo que tu llamativa
estrategia está dando frutos, mi señor_ dijo riendo de forma excitada e
infantil Dupa.
Trémulo correspondió con una
abierta sonrisa al tecnomarine, como siempre que halagaban de cualquier manera
su determinación.
Dupa era un individuo excéntrico
dentro del capítulo, flaco y nervioso, y uno de los cinco “elegidos”. Le había
tocado muy temprano su marcha a Marte, e ingresó en una orden adoradora del Gran
Omnissiah, aunque lejos de ser bien visto, los tecnomarines eran guerreros que
inspiraban pena y desconfianza en el resto de hermanos; Lo primero por ser
recluidos hasta la muerte en los hangares, al cuidado de los servidores y
escasos tanques del capítulo que rara vez usaban, y lo segundo por portar un
color distinto del azul oceánico de los Conquistadores, por un rojo carne que
reverenciaba al Dios-Máquina allá donde fueran. Por encima de todo, causaban en el
alma de los hombres un rechazo hacia todos los rituales, oraciones y cánticos a
las máquinas de guerra, tradiciones antiquísimas que no alcanza a entender
nadie que no haya morado con los Skitarii.
Nadie, salvo quizá Trémulo. Al capitán de la novena parecían no importarle
tales prejuicios, e ignoraba cualquier traba en el trato con Dupa, pues habían
alcanzado una relación muy cercana de los cientos de veces que mandaba remendar
su dañada armadura, y desde hace un tiempo, se hacía difícil verlos ya
separados. Algunas voces comenzaban a susurrar que emponzoñaba su mente.
_Acuden como burros. Arrastraremos
a estos bastardos con nosotros_ dijo Trémulo.
Dupa contestó con un salto y una
nueva risilla.
El mando de la flota pocas veces
se había dejado en manos del capitán de los Rapados, y no por una tradición, pero
más allá de su considerable lista de victorias, su reputación de temerario se
la había ganado a pulso, había arrasado ciudades enteras sin esperar refuerzos
por el simple honor de ser la primera compañía en probar la sangre. Solían
llamarle El Rapado, y a los de su compañía, por extensión, debido
al peinado que ostentaba, dejando que su cabello dejara de nacer repentinamente
bastante antes de la nuca, exagerando curiosas anguladas rasuraciones en
su cabeza.
Trémulo había aceptado de
excelente grado la separación de los
cruceros de la Sometedora, pues le
correspondía el mando de ambas naves por cargo mayor, y le encantaba hacer uso
de su forma de manejar la guerra.
Los cruceros de asalto ya
pretendían entremezclarse con la flota de los Dragones Dorados, empujándolos a
involucrarse abiertamente en contra de los desoladores que traían consigo. La
respuesta fue rápida y contundente por parte del almirante, que había
aprovechado el amparo involuntario que los otros regimientos ofrecían para
mantener un perímetro bien asentado. Las pequeñas fragatas se adelantaron al
inminente comienzo de la batalla, envolviendo a “Calavera Negra” y “Cráneo
Roto”, y lanzándose en primera línea para aguantar las salvas energéticas.
La batalla que pretendía evadir,
había tocado a las puertas de Kulko. Pronto, se unieron a la refriega cinco
naves oscuras más, cruceros clase Matanza e
incursores clase Idólatra, que dieron
rápida respuesta a las peticiones de auxilio de los traidores. Con una línea bien delimitada, el frente tomaba forma por fin.
Los cruceros de los
Conquistadores viraban de nuevo para tomar la iniciativa, pero su lentitud
obligaba a actuar a la Guardia Imperial. Los escudos comenzaban a verse
sobrepasados, y las fragatas imperiales comenzaron a caer para cuando Nakor y
Trémulo se unieron de nuevo a la lucha.
Tres bombarderos Halcón Estelar surgieron de la cara
oculta de Kulko, con marcha lenta e incesante, portando grandes misiles
perforantes con los que abrir brecha.
Trémulo no podía estar quieto
tras asumir el mando, pocas partes del puente quedaban que no hubiera recorrido
ya en impaciente actitud. Una comunicación directa permitía a Trémulo mantener
conversación permanente con el capitán Nakor de la Cráneo Roto.
_Trémulo, parece que el
comandante quiere acaparar toda la diversión, mira el rádar_ dijo el astartes
de rostro repugnante, barbudo y desaliñado.
El capitán de la decimoquinta nunca
parecía incomodarse con las continuas referencias a su maltrecha cara, de
alguna manera parecía hasta divertirle.
Velozmente, Dupa dio un par de
brincos para aferrarse al control panorámico de los receptores.
_ ¡¿De qué me hablas?!_ bramó Trémulo_ ¿Es que no
tienes sangre en esa quemada cabeza tuya? ¡¿No puedes casi captar el olor a
muerte?!_ su tono paradójicamente feliz, perseguía en los megáfonos la voz de su hermano.
El larguirucho tecnomarine
intervino mientras seguía escudriñando las pantallas.
_ Tss…Creo que se han olvidado de
nosotros_ dijo entre risillas, como un hijo confesando una triquiñuela.
Trémulo arrancó de un empujón a
Dupa del asiento central para corroborar unos objetivos siendo expulsados de
la lejana Sometedora a baja velocidad.
_ ¿Qué pasa?_ añadió
inmediatamente sin comprender las complejas interpretaciones estratégicas que
suponía el análisis de datos.
A Nakor parecía incomodarle notoriamente la ignorancia de la que inconcientemente, Trémulo hacía gala continuamente.
_ Maldito descerebrado, son
torpedos de abordaje. Krago intenta colarse en una nave muerta. Habrá algo de
valor en su interior. Algo vivo sin duda.
Un rictus de enfado recorrió el
mentón profundamente partido de Trémulo, para concluir:
_Bien, yo también iré_ afirmó sin
rastro de duda.
_ No podemos, estúpido. No sin
antes deshacernos de todo este enredo que hemos montado. Si hubieras preguntado
antes de lanzarte como un perro a por el hueso, quizás estaríamos los dos en
esas lanzaderas_ dijo en tono recriminatorio Nakor, que parecía mantener más
control de sus impulsos.
Un resoplido nasal fruto de la
impotencia fue la respuesta de Trémulo mientras estrangulaba los apoyabrazos
del asiento de piel.
_ ¡Arrgh! Maldita sea_ bramó a
nadie en concreto._ Barrámosles ahora mismo si con eso acaba esta cargante
espera.
Minutos antes, barcaza de batalla Sometedora
Las compañías se aglutinaban sin
ningún tipo de formación en torno a los megáfonos, esperando cualquier tipo de
instrucción que los pudiera arrancar de la tortura de ver la guerra en el
vacío. Hasta que una nueva orden los sacó del embelesamiento.
+Protocolo de abordaje+
Un gran grito unánime de
aprobación llenó los hangares y su eco reverberó por toda la nave.
_ Iré yo. Me llevaré a los
veteranos_ dijo Groa mientras ponía rumbo hacia la puerta del puente de mando.
_ No, tú te quedarás aquí
observando mi gloria_ contestó Krago con cierto punto de ironía.
_ ¿Piensas dejarme aquí mientras
tú te pierdes en esos pasillos como un topo?
El tono divertido del comandante se
tornó seco de nuevo, como acostumbraba a acontecer.
_ Ambos sabemos que sabes manejar
esta nave mejor que yo_ dijo Krago.
Groa soltó un largo suspiro
mientras volvía al puente. Obligarse a ceder fue como una puñalada a su animal interno ante la resignación.
_Y maldigo mi ilustración.
A Nakor parecía incomodarle notoriamente la ignorancia de la que inconcientemente, Trémulo hacía gala continuamente.
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