CAPITULO III
“Si vis pacem para bellum”
A bordo del Injuriador, orbita alta sobre B217-D
Cuando abrió los ojos, el Sargento Bizanzio se hallaba tumbado tal y como
recordaba pero en lugar de estar sobre el viscoso suelo de aquel infernal
puente de mando, se hallaba boca arriba contemplando el marmóreo blanco del Apotecarion
del Injuriador, un lugar que muy a su
pesar conocía bien.
Con un movimiento reflejo llevó las manos hasta la cintura esperando
encontrar aún el tentáculo que lo había agarrado, pero el único rastro que había
de él eran unos cardenales alrededor de su cintura, los últimos vestigios de un
trauma que su superdesarrollado metabolismo estaba acabando de sanar. Miró
instintivamente las camillas que lo rodeaban, pero solo vi a un par de
hermanos y ninguno de ellos era un miembro de la Repent. Intentó recordar.
La imagen de Claudio sostenido en el aire por aquellos tentáculos le
provocó cierta angustia, recordaba haber lanzado la centralita a Stilikón,
después todo era una sucesión de hechos inconexos, la macabra
risa del hermano Caesar, el sonido de la carne desgarrándose, el viento gélido
sobre su rostro y la mirada inquisitiva del Sargento Primero Hannibal, tras eso eso su memoria lo llevaba hasta aquella habitación blanca.
-Pensaba que ibas a despertarte cuando esta maldita guerra hubiera acabado-
Hannibal estaba en una de las esquinas de la habitación, sentado en un taburete
tan blanco como el resto de la estancia.
-Ya sabes que me gusta ponerte las cosas fáciles.- Bizanzio intentó
incorporarse ligeramente pero los dolores en el abdomen se lo impidieron.
-Has tenido suerte, unos minutos más y la servoarmadura hubiera cedido.- había
cierta condescendencia en el rostro de Hannibal.- Dales las gracias los
muchachos de la Caixto, ellos te encontraron entre los montones de mierda que
dejó Caesar a su paso.- El sargento Hannibal hizo una mueca de desagrado.- Tal
y como estabas yo no te hubiera tocado ni con un palo-. Sentenció, y ambos
rieron abiertamente mientras el sargento servía dos copas de Fuego Mirmídeo.
-Ahora vas a explicarme cómo has perdido a la Repent.- Cualquier atisbo de alegría
había desaparecido de la cara de Hannibal.
–No ha… ¿regresado nadie?- la cara del Sargento Bizanzio no era menos
sombría.
-Me temo que no, y lo que es peor, solo hemos encontrado los cuerpos de
Thobias, Claudio y Mario.- Hannibal dio un trago de su copa mientras le cedía la suya a
Bizanzio. -Tracio y Stilikón han desaparecido, ni balizas ni geolocalizadores, nada.- Es
como si se los hubiera tragado el inmaterium…y además hemos perdido la
centralita.- sentenció el sargento primero, que había avanzado unos cuantos pasos y ahora
se encontraba mirando a través de una de las escotillas, apoyado en una de sus
manos mientras con la otra apuraba el trago de su copa.
A través de la claraboya los destellos de una lejana batalla orbital
resplandecían hipnóticamente.
-Déjame volver- El Sargento Bizanzio se había incorporado sobre la camilla
aunque los espasmos de dolor que recorrían su columna apenas le permitían
mantenerse erguido.-...Déjame a la Mortis…- logro añadir antes de caer
desplomado sobre la camilla nuevamente.
-Pero mírate.- Una sonrisa se había dibujado en el rostro de Hannibal. -No
eres más que un pelele ahora mismo, pero no te preocupes, no nos vamos a ningún
sitio.-
Puente de mando del Azote de Herejes, orbita alta sobre
Belerin Secundus.
“Informe de daños completado, estado
operativo de la flota al 83%” La voz mecánica del Contramaestre Plutio resonaba
por todo el puente de mando, mientras los servidores se afanaban por ejecutar
los comandos que aparecían incesantemente en los visores. Por encima de sus
cabezas, casi cien servocraneos revoloteaban en perfecta armonía activando con
sus conectores los diferenciales y transmutadores que mantenían en
funcionamiento las comunicaciones de la flota. Era pura armonía en el caos.
“Cuarentena activada en sectores 26-28-31-32-35, procediendo a purga de vacío”
El Almirante Polux dirigía las operaciones desde el puente mientras el Rictor
Hefestes de la III Centuria se hallaba frente al mapa estelar, flanqueado por
los Ríctores Furio y Kratio de la II y VII Centurias respectivamente, teleportados a bordo unos minutos antes.
Por sus caras se deducía que la situación no era halagüeña precisamente.
-En momentos como éste es cuando uno echa de menos a los Ultramarines, les encanta
el papeleo.- Había una frustración mal disimulada en las palabras de Furio
Augusto, Ríctor de la gloriosa II Centuria.
- ¿alguna idea?- inquirió Hefestes.
-Podríamos centrarnos en aquellos que tengan una posición sólida, y empezar
ahí a coordinar nuestras fuerzas...- Furio no había terminado de hablar cuando
Hefestes se hizo a un lado airadamente y con un rápido gesto de su mano tecleó
algo en la consola de mando.- Coordina esto.-
El canal de audio del puente empezó a emitir todas las señales que recibían
desde cualquier frecuencia utilizada por el Imperio y que se encontraban dentro
de su espectro de barrido.
“Aquí el 667 de Belerin solicitando apoyo inmediato”, “A todas las unidades
del perímetro Hexes, repliéguense sobre C-227”, “Necesitamos fuego de artillería inmediato en
coordenadas balizadas", "¡El 122 de Belerin solicita extracción urgente!”, “Cualquier
que oiga esto necesitamos ayuda inmediata sobre la colmena Nyrclia”.
Con un nuevo código el audio regreso al canal interno.
-No hay manera de establecer contacto con las unidades, están demasiado
dispersas, cuando nos hayamos coordinado con una es probable que ya ni exista para
cuando lleguemos allí.- Hefestes volvió a reclinarse sobre el mapa estelar.- Así
que repito, ¿alguna idea?-
-Dices que no hay manera de mantener una frecuencia imperial abierta, ¿qué
hay de las frecuencias Astartes?- El Rictor Kratio mantenía la vista fija sobre
unas pequeñas coordenadas imperiales que aparecían sobre el mapa estelar.
-Me tomas por imbécil, crees que…- Kratio no dejó que Hefestes
empezara a maldecir.
-Me refiero a las frecuencias de bajo espectro, puede que alguien haya
pensado en ellas.- Kratio señalo con el dedo el lugar del mapa estelar donde sus
ojos permanecían clavados.
- ¡Pero si eso es tecnología de cuando Hefestes no había nacido!.- Una
mueca entre divertida y curiosa había aparecido en la cara del hermano Furio.
-No servirá para coordinar un sistema entero, pero las naves principales si
tendrán balizas de bajo espectro y será suficiente para coordinar cuanto menos
una fuerza de reacción…siempre que alguien esté escuchando claro.- Kratio había
dejado de mirar al mapa y ahora había clavado los ojos resolutivamente en el
comandante de la Cohorte.
-No tenemos nada mejor, ¡Contramaestre! Establezca ruta orbital sobre B217-D
basándose en la posición del injuriador, ¡Operador! busca el manual de
instrucciones de éste cacharro y transmite nuestra posición por todas las
frecuencias de bajo espectro- Hefestes se reclinó y dio media vuelta para
enfilar las escaleras que llevan al puesto de mando.
-Vamos a ver que han encontrado tus chicos, Furio.- sentenció antes de
acomodarse en su butaca.
En algún lugar entre el todo y la
nada…
De todas las sensaciones que había experimentado a lo largo de sus 189 años
de vida, aquella era la más rara de todas ellas. Estaba vivo de eso no había
duda, pero no sentía ni un centímetro de su cuerpo, no había tacto, ni gusto,
el único sonido que oía era el del viento siseando contra la piedra desnuda,
podía ver, pero no a través de sus propios ojos.
“Donde estoy” se dijo a sí mismo, aunque ni siquiera era capaz de asimilar
aquello como un pensamiento consciente era más bien como un instinto, no
preguntaba, necesitaba saber.
Sin previo aviso el paisaje empezó a discurrir a su alrededor, por lo que
dedujo que se estaba moviendo, aunque tampoco de aquello tenia constatación
alguna. Y entonces Stilikón se vio a sí mismo, aunque no era él. Su cuerpo
yacía inerte sobre el páramo de piedra desnuda y rojiza, con su espada de energía
rota y tirada a escasos centímetros de su mano. La servoarmadura azulada
permanecía intacta, pero su cabeza había desaparecido literalmente, aunque no
había rastro de sangre alguno.
“Qué clase de locura es ésta” pensó, y entonces notó una vibración que
recorría la existencia en la que se había transformado ahora, fuera lo que
fuera.
“Esss la locuuuraa deel quee quieeere coompreender loo incoomprensiiible”
la voz había aparecido de la nada, era siseante, penetrante y gélida como una
noche sin luna y arrastraba las vocales adquiriendo un macabro cariz juguetón.
Parecía provenir de todos sitios y de ninguno en concreto.
Stilikón intentó voltearse pero aquella mísera existencia no obedecía a su
voluntad, de repente sintió una tremebunda necesidad de correr, correr sin rumbo, e
inmediatamente descendió hasta casi donde se hallaba su cuerpo.
“pretendesss huiiiir miserable mortal” Solo quería correr, y de repente
las rocas y las laderas fluían a su alrededor fugaces, avanzaba mas y mas metros cada vez más deprisa.
“hahahahaha no pueedees huiiir” por más que se distanciara las carcajadas
retumbaban a su alrededor. “noo hay sitio al que pueedass huir mortaaal”. Intentó
recordar Mirmídia, no le resultaba tan difícil aquel paramo estéril bien podría
ser la ladera de cualquier volcán de Ftiótide, de repente se hayo flotando sobre
un agitado mar, con el cielo grisáceo como la ceniza sobre su cabeza.
Avanzaba y avanzaba pero la voz seguía
persiguiéndolo, Stilikón pensó en ir más deprisa, ahora sabía dónde estaba. Una
costa escarpada apareció ante sus ojos y aquella fue la visión más feliz de su
vida, tal como lo había sido 166 años atrás, cuando siendo un joven guerrero tribal había
alcanzado las aguas del Golfo Lamíaco junto a sus hermanos de tribu, a bordo de la Caróntea ritual que ellos mismos habían construido.
“¿Assii que el niño regresa a casa ehh?” Por primera vez tenía que darle la
razón a aquella voz miserable, debía regresar, así que intentó centrarse en
B217-D, la imagen de la nave destruida, el hermano Claudio tendido en el suelo…
“¿Acaasso tieeness mieedoo moortaal?”
-¡¡¡YO NO CONOZCO EL MIEDO DEMONIO!!!- Gritó con todas sus fuerzas y el
espacio se rasgó a su alrededor con un estruendo seco y estremecedor.
En una fracción de segundo su mente regresó a su cuerpo para dejarle sentir
hasta la última de las lesiones, nunca antes había disfrutado tanto del dolor.
Una pregunta Mambok1ng, dices que los Mirmidones están en el sistema Berelin, y les entra una petición de ayuda del regimiento de Coraceros, ¿debo pensar que captan el mensaje del sistema Sagkeion Lambda?
ResponderEliminarUps, no era esa mi intención así que creo que me he colado XD Ahora lo cambio, gracias!
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