CAPITULO VII
“Semper Fidelis”
Puente de mando del Azote de Herejes, en ruta estelar hacia B-217D.
“Rumbo 226- Vector Alpha,
desviación fásica corregida, 10 horas para objetivo” El Contramaestre Plutio
repetía como un autómata las ordenes que los servidores iban transmitiendo
desde el control. Un enjambre de servocráneos revoloteaban a su alrededor
transmitiendo a su vez las contraordenes a los operadores y así sucesivamente,
como si de una monótona aunque eficiente orquestra se tratara. Los viajes
estelares eran menos peligrosos que los que atravesaban la disformidad, pero
infinitamente más aburridos.
“Comunicación entrante desde el
Injuriador, retraso estimado de 6/1 segmentos”.
-Monitorízalo en el puente.-
Hefestes dio un ligero respingo antes de inclinarse sobre los paneles, había
permanecido recostado sobre el puesto de mando durante las últimas dos horas.
Unos segundos después, un continuo de líneas de cifrado y codificación
empezaron a fluir por las pantallas que se encontraban frente a su posición, en
el centro del puente.
La figura del Sargento Hannibal
ejecutando el saludo Astartes estándar apareció en pantalla. El saludo era una
de las pocas cosas en las que habían cedido los Mirmidones tras su reincorporación
a la Ley Imperial tras el Aislamiento y lo acontecido en Pompeya, aunque en
círculos cerrados se seguía utilizando el viejo repliegue de codo.
-Señor.- Hannibal transmitía
desde su puesto de mando, escoltado por el Sargento Bizanzio.
-Informe Sargento, lleva retraso
en sus comunicaciones.- Hefestes dijo aquello protocolariamente, el mismo no
era muy dado a los protocolos prestablecidos.
-Lo se señor, hemos tenido algún
contratiempo ahí abajo.- La voz de Hannibal denotaba cierta preocupación.
-Defina exactamente “contratiempo”
sargento.- Hefestes sabía que sus peores sospechas se estaban materializando,
pero necesitaba una confirmación.
-Al parecer la nave estrellada
procede de alguna época anterior a… a la Herejía Señor.- Hannibal hizo una
pausa, esperando alguna interlocución, pero no halló más que la inquisidora
mirada de Hefestes a través del holoproyector. –El Sargento Bizanzio encontró
lo que parece ser un casquillo de procedencia desconocida, aunque sin duda es
Imperial. Los escáneres preliminares han determinado que se trata de alguna
manufactura anterior a la herejía, pero la fecha exacta está aún por
concretar.- El sargento hizo una pausa, pero los ojos de Hefestes seguían
ávidos de información. –Además, según ha confirmado el apoyo en tierra la nave
está “pudriéndose” a un ritmo alarmante.- Una elocuente mueca de consternación
se dibujó en el rostro de Hannibal.
Hefestes sabía perfectamente que
aquellas naves habían salido de algún recóndito rincón de la disformidad, como
si no podían haber permanecido ocultas tanto tiempo. Incluso con todas las
miradas del imperio puestas sobre el Ojo del terror, un convoy como aquel no
habría pasado desapercibido. Más aún si al parecer la situación se repetía a lo
largo de tres sistemas planetarios. Si aquellas naves habían sido poseídas por
la disformidad, la situación era mucho pero de lo que se temía– ¿Qué hay de la
Repent?- Inquirió.
-La Mortis ha balizado su
posición.- Hannibal sabía perfectamente que con “Repent” el Rictor se estaba
refiriendo específicamente a Stilikón. –Pero no se ha procedido a la
extracción-.
-¡¿Qué?! ¿! Cómo es eso posible !?-
Hefestes había clavado sus manos sobre los paneles, casi erguido.
-Al parecer, El Sargento Hajax y
el bibliotecario han decidido seguir en dirección al puente, sus intenciones
son desconocidas.- El Sargento Bizanzio había decidido intervenir en la
conversación, su figura aparecía en las pantallas semicubierta por la penumbra
del puente, pero su voz podía oírse nítidamente. –Señor, si me permite
aventurarme creo que Stilikón planea acabar con esto él solo, puede que la
Inquisición requiera de sus estúpidos procesos, pero yo he estado ahí abajo
junto a él y le aseguro que en esa nave hay Demonios.- Hablar sin tapujos era
una de las cualidades de Bizanzio, aunque la medida en que ésta le había
reportado beneficio alguno era cuestionable.
-Sargento, aunque agradezco su
franqueza y estoy seguro de que conoce bien al Hermano Stilikón, seguro que
conoce bien nuestra delicada posición en éste asunto. No permitiré que nuestra
pureza sea puesta en tela de juicio por nadie, aunque para ello tenga que
reducir ese pedrusco a cenizas.- Hefestes había reclinado la cabeza para mirar directamente
a Bizanzio a través de la pantalla - Así que espero que esté en lo cierto sargento,
porque si no en diez horas todos nosotros deberemos asumir las consecuencias.-.
A pesar de que su paso era lento,
Stilikón se había recuperado lo suficiente como para mantenerse en pie y
avanzar por su cuenta. El sargento Hajax abría la marcha unos metros ante él,
cercenando cuantas barreras encontraban a su paso, aunque a juzgar por la
cadencia con la que usaba su puño sierra estas cada vez eran menos frecuentes.
Tal como había observado
anteriormente, el camino por el que discurrían parecía extrañamente libre de
corrupción y hacía rato que no encontraban oposición alguna. Tanta tranquilidad
resultaba agobiante, el aire era cada vez más espeso y viciado, con aquel hedor
pútrido inundándolo todo. Stilikón
acababa de sortear otro de aquellos asquerosos conductos grasientos que
discurrían por el lateral de las paredes, con pústulas abotargadas repartidas
casi secuencialmente donde la podredumbre parecía florecer con más vigor si
cabe. Entonces volvió a escucharla.
“Parecee que eel niñoo ha reunido nuevameentee el
valoor…” Era la misma voz que había oído en sus ensoñaciones, tras permanecer
inconsciente, pero esta vez le parecía más distante. “He reunido algo más que
valor pensó”.
-Estamos cerca.- Se limitó a
decir, lo último que necesitaba en aquel momento era decirle a Hajax que oía
voces. Después ser localizados, había puesto al corriente al sargento de toda
la situación en lo referente a la nave, y sobre sus planes para volarla, pero
había evitado mencionar el detalle de las voces. Inicialmente había pensado en utilizar cargas
de demolición para volar el puente, pero era probable que no fuese suficiente
así que era imprescindible que el mismo sobrecargara los relés. A pesar de su
reticencia inicial, Hajax había accedido a que el propio Stilikón avanzara hasta
el puente de mando siempre que él le acompañara para asegurarse de sus
intenciones, incluso a sabiendas de que aquel era un viaje sin retorno. El resto habían partido con la centralita en dirección al transporte para la extracción.
-Eso espero bibliotecario… y
también espero por tu bien que no me hayas jodido…y que esa maldita voz no sea
una treta tuya.- contestó el sargento que parecía extrañamente turbado -Aunque
lo dudo… no deja de decirme que te mate.-
-Es la nave Hermano, trata de
confundirnos pues sabe que hemos venido a matarla en nombre del Emperador.- una
ligera sonrisa se había dibujado en el magullado rostro de Stilikón.
“Quierees matarmee neecio
mortaal, yo no pueedoo moriir insensaato”
-“No morirás Demonio, pero vas a
pasarte unos cuantos milenios buscando tus restos por el inmatrium”.- Stilikón
hacia fluir aquellos pensamientos por su efervescente mente, aumentándolos con
el poder de su psique. Era pleigrosos, pero funcionaba.
“¡¡Noo sabes lo quee dicees
triiiste mortaal!!, caaminass por éstee univeerso cieego dee tu valdíiia
esperaanzaa” “Dicees que no conocees el miedoo…veen, ¡¡yoo te mostrarée el
doloor!!”.
Sin darse cuenta, sus pasos los
habían conducido a una estancia más amplia aunque igualmente consumida por la
podredumbre, sin embargo el bibliotecario reconoció el lugar instantáneamente.
Habían llegado.
El Sargento Hajax permanecía en
pie, con la tensión dibujada en cada centímetro de su imponente armadura de
exterminador. Ante él, en mitad de las burbujeantes pústulas y un sinfín de
variedades de inmundicia, una colosal y obesa figura se regodeaba entre el
miasma que brotaba de las paredes y por todos los tentáculos y tendones que
recorrían el techo.
-Por todos los Primarcas… ¡Eres
el pedazo de mierda más grande que he visto en mi vida!- El sargento Hajax
había dado un paso al frente con Mutiladora refulgiendo sobre su mano derecha y
el Cirujano en guardia en la izquerda.
“Quee patéetica visióon” La Gran
inmundicia permanecía en su posición, con sus diminutos ojos de infinita
malicia enfocados en algún punto imposible de determinar. “Laa viida trataando
de aferraarse en vaano a éeste mundoo… trataando de uiir de loo inevitaable,
negaando la úunica verdad…aqueellaa quee el graan paadre traata de mostraarnos
incesaantemeente…”
El Sargento había avanzado unos
cuantos metros aprovechando el momento de pausa, entonces todo sucedió muy
deprisa.
Stilikón pudo ver como Hajax
hendía su Mutiladora sobre la enorme barriga de la criatura y la rajaba
verticalmente, brotando de ella una miríada de aquellos infernales y asquerosos
seres diminutos y mugrientos. En aquel instante el bibliotecario avanzó para
situarse junto al lugar en el que Claudio había arrancado la centralita, aunque
una costra de miasma lo cubría todo. Sin pensárselo dos veces Stilikón clavo la
mano que le quedaba en aquella repugnante carne y empezó a desgajar trozos como
un poseso, podía oír de fondo como el Cirujano de Hajax rugía como un león herido.
Pudo notar como la sombra se
cernía sobre él, trató de concentrarse y
una onda psíquica reverberó a través del aire proyectada desde su mente,
recorriendo todo el espacio a su alrededor con el crujido sordo de la carne fragmentándose
a su paso. Siguió arrancando carne con ahínco con el único brazo que le quedaba,
pero algo había cambiado en la estancia, no se oía nada, solo un silencio frio
y estremecedor, por primera vez en varias horas el cirujano había dejado de
ronronear.
Sin perder un segundo introdujo
su mano en el supurante agujero que había abierto sobre la carne putrefacta, se reclinó forzando su posición hasta tener
aquella inmundicia borboteando a la altura de su rostro y entonces lo notó, el relé
en que había estado conectada la centralita de la enorme nave.
Los Mirmidones conocían bien el funcionamiento
de la mecánica básica de las naves, era una amarga tarea que habían aprendido
durante el desagradecido trabajo de tener desmantelar la propia nave capitular,
estrellada en Mirmídia tras lo acontecido en Pompeya. “De toda ceniza brota
algo nuevo y más fuerte” pensó, tal como enseñaba la Sacra Liturgia Dracónica.
Su trabajo era no dejar ni las cenizas de aquel lugar.
La energía residual que
alimentaba los enromes motores de disformidad de la nave servía para alimentar al
mismo tiempo la mayoría de sistemas del puente. Aquella enorme cantidad de energía
se iría apagando con el tiempo, pero hasta ese momento era un potencial suficiente
para alimentar varias instalaciones tal como ellos habían hecho durante el Aislamiento.
Solo tenía un problema, el circuito interno era altamente inestable.
Agarrando el relé con la mano, el
bibliotecario reunió toda la energía que quedaba en su maltrecha psique. Pudo
sentir como el dolor físico se apoderaba de su cuerpo, acompañado de una
terrible sensación de desesperanza que se ceñía sobre su mente. Ante sus ojos
discurrieron imágenes de lo que había sido su vida, el Bastión, las largas
noches en el Librarium y todos los horrores a los que había tenido que hacer frente
durante su adiestramiento, quizás más que el resto de sus hermanos. También se vio
a sí mismo en una fría mañana de verano, llegando a las agitadas costas de
Ftiótide, a bordo de una rudimentaria canoa tallada a mano sobre madera y con
el estandarte tribal de sus ancestros en la mano.
Casi instintivamente el flujo de
energía recorrió su cuerpo, transmutando en plasma sobre el relé desde la yema
de sus dedos. “En su sagrado nombre” pensó Stilikón. Y sus ojos contemplaron por última
vez la pura y blanca luz del Emperador.
¡Por la luz del Emperador! Glorioso sacrificio el de los hermanos Mirmidones.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta serie de relatos, pero va a ser un duro golpe para los Mirmidones: perder la Repent y la Mortis de una tacada...
Eso si al resto de la Repent no le dio tiempo de escapar.
EliminarBrutal, simplemente maravilloso. Me ha gustado muchísimo, aunque tu incesante ritmo de escritura me va a obligar a cambiar el plan de entrada de mis eldars. jeje
Muchas gracias a los dos! Me alegro de que os haya gustado! Y bueno, la Mortis y la Repent volverán a aparecer...en cuanto recuperen sus efectivos! XDD
ResponderEliminarEntedemos que este sería el final de "tu Fase 1" ¿Es así?
ResponderEliminarBueno si la fase 1 dura un tiempo pues no, algo mas meteré, estoy dándole vueltas al segundo y también será tamaño "escaramuza"! XD
EliminarMi intención es hacer una serie de relatos que lleven mas o menos la narración de toda la campaña de los Mirmidones, y luego algunos relatos independientes...pero no se lo que haré! ideas ideas everywhere! XDD
Tened eso presnete, quiero decir, la Primera Fase durará todavía un tiempo, supongo que será la más corta porque la idea es hacer contacto, por así decirlo, pero me gustaría que todos tuviéramos tiempo suficiente para relatar lo que tengamos en mente.
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