--Interior de una posible aeronave imperial Preherejía, nombre en clave asignado "Pájaro Negro"---
La decimosegunda hora del plazo acordado los sorprendió en un breve descanso entre combate y combate. Llevaban combatiendo en aquél almacén tan sólo una hora, pero desde el primer "contacto visual", como lo había designado el sargento, no habían tenido muchas oportunidades de detenerse a realizar una comprobación exhaustiva del equipo ni de los daños. Los cargadores hacía tiempo que estaban vacíos, por lo que la mayoría de los bólteres descansaban enganchados de las caderas, todos los habían cambiado por espadas cortas o cuchillos de combate. Sadus incluso luchaba con un largo tubo de plastiacero como si fuera una lanza. En cierto modo habían tenido suerte, sólo se habían perdido dos bólteres y un cuchillo, pero hubiera estado bien haber traído espadas sierra. Desde luego la de Agufer estaba dando buena cuenta de cada oponente que se le acercaba. Las bajas, si se analizaban con frialdad, cosa que Ghuno se había negado a hacer hasta aquél momento, también podían considerarse asumibles, no sabían nada de los hermanos del grupo de Humder desde su desaparición, daban por hecho que el hermano Kerjo había muerto, pero esperaban que el resto estuvieran aún vivos. Ellos mismos sólo habían tenido una baja, Hurged, un Tridente que sería recordado sin duda. Por tanto, aún eran seis guerreros, a pesar de estar rodeados por un número indeterminado de enemigos que no habían dejado de atacarlos desde hacía al menos una decena de horas estándar.
Ghuno estaba orgulloso de sus compañeros. Los genestealers eran enemigos rápidos y sigilosos, parecían preferir las emboscadas y el acoso a un enfrentamiento frontal. Aquél almacén, dónde ahora se encontraban, era una buena muestra de la estrategia de los xenos, la intención de la escuadra era encontrar algún sistema de comunicación, sobre todo cuando se había hecho evidente que se habían perdido en la inmensidad de aquella aeronave. La inspección del almacén había sido exhaustiva, luego se habían relajado y entonces se habían abalanzado sobre ellos desde todas partes. Se vieron superados en un primer momento, pero su resistencia había vuelto a debilitar el ataque del enemigo, que había acabado retirándose. Esta situación se había ido repitiendo demasiado a menudo, y Ghuno estaba seguro que sus hermanos estaban tan frustrados como él mismo. Tampoco ayudaba el hecho de que su servoarmadura cada vez tenía más marcas y arañazos, evidente muestra de que aquellos monstruos podían herir con suma facilidad si uno no tenía cuidado.
- Cada vez hay menos - era la voz de Jefuro.
- ¿Qué? ¿qué quieres decir? - le dijo Ghuno - Por muchos que matemos siempre aparecen más.
- No, no me refiero a los genestealers.
- ¿A qué te refieres entonces? - inquirió el sargento Agufer.
- A los adornos, mirad las paredes.
Todos miraron las paredes, aquí y allá se veían rastros de la sangre del combate reciente, pero era cierto que aquél almacén, después de la excesiva decoración que se habían cansado de contemplar, era extrañamente austero. Agufer se acercó a una de las paredes y la acarició con las manos, luego, con expresión sorprendida les dijo:
- No es que no haya tantos adornos como en el resto de la nave que hemos visto. Están aquí, pero están como limados, lijados.
Se acercaron intrigados y comprobaron que era cierto. Ghuno apenas notaba el suave relieve con las manos. Pero ¿cómo era posible?, ¿acaso los constructores de aquella aeronave habían decidido cambiar de una ostentosa ornamentación bien visible a un relieve apenas marcado? En otro lugar la explicación podría haber sido simplemente que un vulgar almacén no debía contener decoración, pero llevaban inspeccionando salas de almacenaje como aquella desde hacía horas, y todas contaban con los adornos marcados que ya vieran en aquél corredor que había sido su punto de partida.
Agufer ordenó una inspección más intensa de la sala, ahora no había que buscar al enemigo, sino cualquier otro indicio extraño, sospechaba de la influencia del Caos. No hubo nuevos resultados, cada pared estaba tenuemente marcada por el sueve relieve, pero nada más. Volvieron a ponerse en marcha y descubrieron que los corredores de aquella zona también tenían los adornos "limados". Luego entraron en una cámara de techo muy alto, y volvieron a sorprenderse, en aquél lugar no había sombras, aquella oscuridad que los había rodeado como una mortaja desde que pisaran la nave había desaparecido.
Revisaron cada palmo del lugar y no hallaron indicios de genestealers, pero sí había una serie de contenedores cuyas tapas parecían haber sido forzadas. Eran cajas en forma de cubo, cada una conectada mediante cables y tubos a un aparato que tenían adosado. No era difícil especular sobre aquello, la mayoría coincidió en que debían ser contenedores criogenéticos.
La decimosegunda hora del plazo acordado los sorprendió en un breve descanso entre combate y combate. Llevaban combatiendo en aquél almacén tan sólo una hora, pero desde el primer "contacto visual", como lo había designado el sargento, no habían tenido muchas oportunidades de detenerse a realizar una comprobación exhaustiva del equipo ni de los daños. Los cargadores hacía tiempo que estaban vacíos, por lo que la mayoría de los bólteres descansaban enganchados de las caderas, todos los habían cambiado por espadas cortas o cuchillos de combate. Sadus incluso luchaba con un largo tubo de plastiacero como si fuera una lanza. En cierto modo habían tenido suerte, sólo se habían perdido dos bólteres y un cuchillo, pero hubiera estado bien haber traído espadas sierra. Desde luego la de Agufer estaba dando buena cuenta de cada oponente que se le acercaba. Las bajas, si se analizaban con frialdad, cosa que Ghuno se había negado a hacer hasta aquél momento, también podían considerarse asumibles, no sabían nada de los hermanos del grupo de Humder desde su desaparición, daban por hecho que el hermano Kerjo había muerto, pero esperaban que el resto estuvieran aún vivos. Ellos mismos sólo habían tenido una baja, Hurged, un Tridente que sería recordado sin duda. Por tanto, aún eran seis guerreros, a pesar de estar rodeados por un número indeterminado de enemigos que no habían dejado de atacarlos desde hacía al menos una decena de horas estándar.
Ghuno estaba orgulloso de sus compañeros. Los genestealers eran enemigos rápidos y sigilosos, parecían preferir las emboscadas y el acoso a un enfrentamiento frontal. Aquél almacén, dónde ahora se encontraban, era una buena muestra de la estrategia de los xenos, la intención de la escuadra era encontrar algún sistema de comunicación, sobre todo cuando se había hecho evidente que se habían perdido en la inmensidad de aquella aeronave. La inspección del almacén había sido exhaustiva, luego se habían relajado y entonces se habían abalanzado sobre ellos desde todas partes. Se vieron superados en un primer momento, pero su resistencia había vuelto a debilitar el ataque del enemigo, que había acabado retirándose. Esta situación se había ido repitiendo demasiado a menudo, y Ghuno estaba seguro que sus hermanos estaban tan frustrados como él mismo. Tampoco ayudaba el hecho de que su servoarmadura cada vez tenía más marcas y arañazos, evidente muestra de que aquellos monstruos podían herir con suma facilidad si uno no tenía cuidado.
- Cada vez hay menos - era la voz de Jefuro.
- ¿Qué? ¿qué quieres decir? - le dijo Ghuno - Por muchos que matemos siempre aparecen más.
- No, no me refiero a los genestealers.
- ¿A qué te refieres entonces? - inquirió el sargento Agufer.
- A los adornos, mirad las paredes.
Todos miraron las paredes, aquí y allá se veían rastros de la sangre del combate reciente, pero era cierto que aquél almacén, después de la excesiva decoración que se habían cansado de contemplar, era extrañamente austero. Agufer se acercó a una de las paredes y la acarició con las manos, luego, con expresión sorprendida les dijo:
- No es que no haya tantos adornos como en el resto de la nave que hemos visto. Están aquí, pero están como limados, lijados.
Se acercaron intrigados y comprobaron que era cierto. Ghuno apenas notaba el suave relieve con las manos. Pero ¿cómo era posible?, ¿acaso los constructores de aquella aeronave habían decidido cambiar de una ostentosa ornamentación bien visible a un relieve apenas marcado? En otro lugar la explicación podría haber sido simplemente que un vulgar almacén no debía contener decoración, pero llevaban inspeccionando salas de almacenaje como aquella desde hacía horas, y todas contaban con los adornos marcados que ya vieran en aquél corredor que había sido su punto de partida.
Agufer ordenó una inspección más intensa de la sala, ahora no había que buscar al enemigo, sino cualquier otro indicio extraño, sospechaba de la influencia del Caos. No hubo nuevos resultados, cada pared estaba tenuemente marcada por el sueve relieve, pero nada más. Volvieron a ponerse en marcha y descubrieron que los corredores de aquella zona también tenían los adornos "limados". Luego entraron en una cámara de techo muy alto, y volvieron a sorprenderse, en aquél lugar no había sombras, aquella oscuridad que los había rodeado como una mortaja desde que pisaran la nave había desaparecido.
Revisaron cada palmo del lugar y no hallaron indicios de genestealers, pero sí había una serie de contenedores cuyas tapas parecían haber sido forzadas. Eran cajas en forma de cubo, cada una conectada mediante cables y tubos a un aparato que tenían adosado. No era difícil especular sobre aquello, la mayoría coincidió en que debían ser contenedores criogenéticos.
(la imagen es una alteración de una imagen obtenida de turbosquid.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario