Lanza de Hierro. Nave de exploración del Adeptus Mechanicus.
Navegando por el Inmaterium.
Puente de mando del Lanza de
Hierro.
Enoch Zylphia miraba con sus
implantes oculares las holopantallas en las que se desparramaba la información
sobre los éxitos y fracasos de la expedición, no había
estado mal. Los planetas que estaban más allá de luz del Emperador siempre eran
interesantes, aunque el último les había decepcionado a todos un poco. El rumor
de una nueva PCE movilizaba grandes fuerzas imperiales para investigar su
veracidad, sin embargo, para esta solo se había dispuesto del soporte de un
regimiento de Savaranos para apoyarlos, el mismo que iba con ellos en su nave.
Esto, unido al hecho de que fueran ellos los únicos movilizados para la búsqueda,
reafirmó sus sospechas sobre la ínfima importancia del hallazgo. No habían
encontrado mucho, tan solo una civilización humana atrasada a la que habían
tenido que arrasar por sus obcecadas intromisiones mientras ellos realizaban la
exploración de unas viejas ruinas imperiales.
Ni siquiera habían tenido que
desplegar sus máquinas de guerra, los guardias imperiales se habían bastado de
sobra para dominar el pequeño planeta tras una serie de rápidas campañas.
Aparte de algunos restos de arcanotecnología seriamente dañados no habían
encontrado nada. Eso no le gustaba. Esperaba que en el siguiente hubiera algo
con lo que engrandecer los conocimientos del Mechanicus. Algo lo sacó de sus
ensoñaciones, pudo detectar el cambio en el rumbo, se disponían a salir de la
ruta preestablecida, de repente un nuevo informe de los Magos le hizo
despertarse, sus implantes a cargo de la adrenalina casi se disparan. Si el
visioingeniero hubiera tenido boca habría sonreído, esto sí que era interesante. Naves anteriores a la Herejía…
Se levantó de su silla y salió de
la sala ignorando a los psíquicos, tecno-pilotos y servidores que se afanaban
por mantener la nave en el inmaterium. Como visioingeniero jefe era el enlace
de mayor rango con los soldados imperiales que les acompañaban, debía informar
a su alto mando sobre el nuevo destino, según los Magos la exploración podía
esperar, y no podía quitarles la razón, esa era una oportunidad que pocas veces
se presentaba ante ellos. Comenzó a andar rápidamente por los anchos pasillos, sus botas de acero hacían un gran ruido cuando su pesado cuerpo
mecánizado se desplazaba. Llevaba sus potentes servobrazos recogidos para
evitar que golpearan a cualquiera que se cruzara con él, o a la barroca
decoración de las pareces.
Entró en la zona de la nave
destinada al alojamiento de los guardias imperiales, su iluminación era
amarillenta, no rojiza, como la del resto de la estructura. Enoch conocía el camino de
sobra, se adentraba por aquellos corredores con mucha más frecuencia que el
resto de tecnosacerdotes. Era normal que hubiera una zona preparada
para los soldados que los acompañaban, casi todas las naves de ese tipo
construidas en los astilleros espaciales de Cuprus e Hicorion solían disponer
de unas instalaciones similares. La costumbre de escoltarse con la guardia
imperial pesada de su sistema originario era algo normal para ellos durante los
viajes de exploración.
Los barracones, los comedores y
las salas de entrenamiento daban paso a hangares, armerías y otras zonas en las
que convivían los soldados con los pocos civiles que los seguían en su viaje.
Muchos hombres con los que Enoch se cruzaba lo saludaban al estilo militar, el
devolvía los saludos con inclinaciones de cabeza, le faltaba poco para llegar,
ya se podían oír la música, aunque la zona de las cantinas estaba más tranquila
de lo normal.
Fuego de los Santos. Tasca para los ofiales.
Khur Frates disfrutaba del licor del vaso que hacía girar lentamente con su mano derecha. Miraba como los cubitos de hielo chocaban unos con otros, casi podía oír el
ruido que hacían, la música no tenía un volumen muy alto, ellos lo habían pedido
así. Acababan de salir de una campaña fácil y victoriosa, apenas habían sufrido
bajas, las armas primitivas de pólvora de aquellos salvajes no habían servido
de nada contra sus armas laser y de munición sólida. Pocos habían caído bajo
las armas enemigas, lo peor habían sido los virus, la mayoría del regimiento
había tenido que ser tratado contra ello por los médicos que les acompañaban.
Las infecciones que poblaban aquel asqueroso planetoide se habían llevado por
delante a Jerio Durkus, general al mando del 143 de Savaranos de Catafractaria.
Esa no era una muerte digna para
un soldado del Emperador, y mucho menos para uno que había comandado su
regimiento desde hacía más de 30 años. El general había caído enfermo justo
después de que la última resistencia enemiga fuese barrida, junto al suyo, los
casos de la epidemia se dispararon rápidamente. Gracias a los genetistas del
Mechanicus se pudo encontrar rápidamente una cura, pero fue tarde para Jerio,
los virus ya habían acabado con él y otros cuantos soldados cuando se empezaron
a suministrar las medicinas.
Aquello dejaba al regimiento en
una mala situación, el mando había sido descabezado al poco de empezar la
expedición, y encima tan lejos de su sistema originario. Khur suspiró, sabía lo
que significaba eso, él era el segundo de más rango, pero eso no implicaba que fuera a pasar de Coronel a General, probablemente les endilgarán algún imbécil
de otro planeta con ansias de gloria que ocuparía el puesto de Jerio. Eso haríaque sus tareas se doblarsen, tanto con el nuevo general como con la
aceptación que tendría con los hombres.
Recorrió la sala con la mirada, estaba
casi vacía, tanto los oficiales como la mayoría de los soldados estaban
realizando maniobras, no podían amodorrarse, el entrenamiento después de una
pérdida como la que habían sufrido vendría bien a la tropa, por lo menos
mantendría alta la moral. La tasca era rectangular, con una larga barra en un
lateral tras la que descansaba el camarero. Las paredes estaban recubiertas de
contrachapado, tenían fluorescentes a lo largo de ellas, un amplio banco
corrido y mesas redondas con sillas a juego.
Pudo ver al mayor Volog sentado
solo en una esquina leyendo atentamente unas letanías religiosas, era un hombre
de estatura media, con una complexión fibrosa y un pelo gris muy corto, no
solía hablar mucho, algunos decían que era demasiado devoto, aún así había
llegado al rango de mayor por méritos propios, y eso decía mucho a su favor. En
el medio de la sala el teniente Syrus y el sargento primero Procass jugaban a
las cartas con algunos soldados que estaban de permiso. El primero, de baja
estatura pero de hombros anchos tenía la cara manchada de aceite, habría estado
presente durante la revisión de algún vehículo, a pesar de ser un buen soldado
de infantería siempre había sido muy bueno a la hora de dirigir carros de
combate. El segundo, algo más joven, tenía la cabeza rapada y a diferencia de
sus compañeros se mantenía tranquilo observando las jugadas del resto de
jugadores.
Las puertas metálicas se abrieron
con un leve chirrido. Todos se giraron y se quedaron mirando a la figura que
entraba por las puertas. Era Enoch, saludó a todos y se dirigió hacia Khur, su
túnica roja ondeaba a cada uno de sus pasos, el olor de sus incensarios se
impuso al de los cigarrillos y el alcohol, el visioingeniero se acercó
rápidamente al coronel.
- Saludos Coronel. Hay un cambio
en la ruta de nuestro viaje.
- ¿Qué ha pasado esta vez?
- Salimos del camino establecido.
La exploración puede esperar. Una agrupación de naves ha aparecido en una serie
de sistemas cercanos y debemos ver qué contienen.
- Qué tipo de naves son, no
pienso sacrificar a mis hombres para que vosotros os dediquéis a hurgar en chatarra espacial.
- ¡No es chatarra! ¡Son de los
tiempos en los que el Emperador caminaba entre las estrellas! -El Coronel se
revolvió en el taburete- Además, hemos recibido varias señales de socorro de
las autoridades del lugar, una flota de herejes ha aparecido detrás de estas
naves y está atacando los sistemas.
- ¿Y qué pasa con la exploración?
- Nada, si encontramos
algo suficientemente interesante podremos retirarnos a Catafractaria y dejar
que otra flota de exploración del Segmentum se encargue de ello. Prepare a sus
soldados Coronel, en menos de dos días llegaremos al sistema Sagkeion Lambda y
tendrán que estar preparados para la lucha.
- Bien. No se preocupe Visioingeniero
Jefe, ahora mismo comunicaré a las tropas el nuevo destino.
Enoch se dio media vuelta para
salir de aquel sitio, pero antes se volvió para comunicar algo más,
sabía que iba a agradar tanto al Coronel como a sus hombres.
- Un último asunto, Coronel. Hasta
nueva orden obtiene usted el mando total sobre el regimiento, no se introducirá
un nuevo General debido a la complejidad de la situación. ¿Entendido?
- Claro. - Contestó Khur
sonriendo – Por el Emperador.
- Y el Trono. Coronel. Y el
Trono.
Sala de reuniones B1 de los Savaranos. Rumbo al Sistema Sagkeion Lambda.
El mayor Arsacis abrió las
puertas de la sala de reuniones a la que había sido convocado, allí, situados
alrededor de una larga mesa rectangular estaban buena parte de los mandos del
regimiento, el coronel Khur presidiendo uno de sus extremos. A un lado estaban
el mayor Volog y los principales hombres bajo su mando, mientras que al otro
estaban los suyos propios, de entre ellos el capitán Mitrídates le indicó con
un gesto dónde estaba su asiento. Al otro extremo de la mesa estaba Enoch con
sus dos principales visioingenieros.
- Llega tarde Mayor. - Esas
fueron las palabras de Seleuco, gran comisario del regimiento. Aunque tenía
la corpulencia típica de los pobladores de Catafractaria, se las había apañado
para colocarse en una esquina al fondo de la sala. Escondido entre las sombras
de aquella habitación lo único que delataba su presencia era el cigarrillo que
sujetaba entre sus labios. Su rostro, surcado por una cicatriz en la frente, se
iluminaba con cada calada.
- Pido disculpas Comisario, estaba
dirigiendo los ejercicios de la tropa. Como puede ver ni siquiera he podido
quitarme el uniforme de combate. - Acompañó su afirmación pasando una mano
enguantada sobre la guerrera haciendo que las placas de ceramita entrechocaran
entre ellas.
- Centrémonos. -Intervino Khur-
Esta reunión ha sido convocada de emergencia. Vamos a ser movilizados a un
nuevo frente dentro de 46 horas. - Mientras acababa de decir esto pudo ver como
Seleuco sonreía desde el fondo de la sala.
- ¿A dónde vamos esta vez? - Quiso
saber el capitán Cinnamus, uno de los hombres de confianza del mayor Volog.
- Una flota de naves pre-herejía
ha surgido cerca de los sistemas Belerin, Dolnúdaca y Sagkeion Lambda, detrás
de esta, ha aparecido una de herejes. -Contestó Enoch captando la atención de
todos.- Hemos recibido diferentes señales de socorro por parte de los planetas,
acudiremos en una misión doble, prestaremos toda la ayuda posible a las tropas
imperiales del lugar e investigaremos esas misteriosas naves.
- ¿Hay más fuerzas desplegadas en
el combate? - Preguntó el mayor Arsacis.
- Sí, los astrópatas han captado
emisiones de varias flotas de Astartes que también han llegado para ayudar.
Preparen a sus hombres para luchar contra cualquier cosa, si hay Marines
Espaciales de por medio las naves del Caos no solo traerán herejes, y no
sabemos que puede haber en las entrañas de la otra flota.
- No se preocupe Visiongeniero
Jefe, la tropa necesita desquitarse de la tragedia del General, se lanzarán
contra lo que sea. - Afirmó el curtido teniente Sinu.
- Bien, apareceremos en las
cercanías del sistema Sagkeion Lambda,
preparar a los hombres para que tengan su equipo disponible para el combate
antes de que salgamos del inmaterium. - Dijo el coronel Khur con voz seria. -
Si esto sale bien, este viaje puede empezar a dar frutos mucho antes de lo que
todos esperábamos.
Camarote del Coronel Khur
Frates. Siete horas antes de llegar al Sistema Sagkenion Lambda.
Una luz tenue iluminaba la
habitación, dos figuras descansaban en la cama, una apoyada sobre la otra, las
sábanas blancas se arremolinaban alrededor de sus sudorosos cuerpos. Sus ojos
se dirigían hacia la armadura que descansaba sobre un viejo baúl metálico.
- Otra vez vais a luchar… - Una
voz femenina rompió el cálido silencio.
Khur miró a Dijnia, repasando
cada detalle de su bello cuerpo. Ella era tanto su compañera como su amante,
solía seguirle en todos sus viajes y campañas, había otras en la nave que
seguían a su pareja en sus viajes, aunque era la única que pertenecía a
Calestis, la luna de Catafractaria Prima. Tal y como mandaban las tradiciones
barbáricas de su lugar de origen tenía toda la piel teñida de un color. Un azul
muy oscuro en el suyo. Contrastaba con el fuerte amarillo de sus grandes ojos.
Durante un instante recordó aquellos días en los que se conocieron, cuando él
no eran nada más que un soldado raso y combatía una razzia a gran escala de
esclavisas xenos.
- Si,
es nuestro deber. -Suspiró.
- Tú
intenta volver de una pieza. - Tras decir esto, Dijnia estrechó su abrazo sobre
él. Pudo sentir su respiración sobre el pecho. Tenue, cálida, tranquila.
Khur esperó un rato, para
pertenecer a un mundo salvaje ella siempre era capaz de recodarle que había
algo más que guerras y cruzadas eternas. Suspiró, se deshizo con mimo del
abrazo, se dio una ducha rápida y fué hacia sus pertrechos. Comenzó a
ponerse el pesado traje de combate, era similar al del resto de sus hombres.
Empezó por los ropajes de liviana tela sobre los que pasaría a colocar las
cotas de malla ligeras recubiertas de numerosas placas de ceramita, después,
apretó el cinturón, metió su pistola bólter en la funda y colgó su espada de
energía en el lado contrario.
Mientras tanto, iba pensando en la
dificultad que se presentaba en las siguientes horas, ya se había pasado
revista a la tropa, el regimiento estaba al completo, las escasas bajas de la
campaña anterior se habían suplido con acompañantes civiles, como eran de
Catafractaria no habría problema alguno. Saldrían de la disformidad y pasarían
a la acción en cuanto pudieran, asaltarían algunas de las naves pre-herejía
para que los esbirros de Enoch pudieran controlarlas o como mínimo escanearlas,
también existía la oportunidad de que parte de las tropas se dirigieran al
alguno de los planetas si la situación requería de su ayuda. Ya verían qué
hacer.
Se equipó con el resto de los enseres
y salió de la habitación con el casco debajo del brazo. Se giró un instante antes
de salir, Dijnia continuaba en la cama, intercambiaron una rápida mirada de
despedida, no hacía falta decirse nada más.
Me gusta! definitivamente se va a liar gorda en Sagkeion Lambda! XDDD
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarHe vuelto de vacaciones y me encuentro un nuevo contingente a la gresca, mola. ¡¡Bienvenido a Sagkeion, vamos a patear traseros!!
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarEsperemos que tengamos enemigos para todos, jejeje.