sábado, 28 de diciembre de 2013

Savaranos de Catafractaria. "Los horrores del vacío".



Cabeza de puente Alfa Prima. Crucero. 

El soldado Jisum oteaba el fondo del pasillo con su rifle láser a través de una de las troneras, de fondo podía oír los susurros de los demás soldados mientras esperaban nerviosos noticias de la compañía de Cinnamus. Había podido escuchar a un cercano vocooperador hablar con el capitán Zoroaster, al parecer habían avistado numerosos xenos, pero los contactos eran mínimos. Algo se movió en una esquina al fondo del corredor, pensaba que era un saliente de la pared, sin embargo, se había desplazado, como si desde esa nueva posición pudiera ver mejor la sala en la que estaban los guardias imperiales. Se quedó helado, aquella cosa llevaba observándolos desde que los otros habían salido. Ahora otras cuantas aparecían detrás de esta, eran figuras extrañamente borrosas y oscuras. Apuntó con su arma, esperó unos instantes, justo cuando iba a avisar llegaron gritos desde las otras dos barricadas.

- ¡Contacto! ¡Contacto! ¡Ataque alienígena!

El teniente Syrus se encontraba junto a Zoroaster cuando vio como comenzaba el ataque simultáneo a las tres entradas que defendían. Eran los otros xenos detectados junto a los tiránidos; disponían de una estatura alta, y se movían con una rapidez pasmosa, saltando de un lado a otro buscando cobertura ante el fuego desplegado por los pelotones que hacían guardia en las puertas. Otros, suponía que de la misma especie, se lanzaban hacia delante emitiendo chillidos rasposos que ponían los pelos de la nuca de punta. Cuando eran abatidos caían revolviéndose en el suelo como si estuvieran sufriendo de una forma atroz, pasando después a disolverse llenando el aire de vapores corrosivos. 

Uno logró llegar a las posiciones de los guardias, cayó estrepitosamente sobre cuatro hombres, matando a dos en el acto con sus garras, lanzando a otro varios metros hacia atrás, enzarzándose con el último en un terrible cuerpo a cuerpo en el que el guardia interponía su arma entre los rápidos zarpazos de la bestia. El teniente y los soldados que estaban alrededor no se lo pensaron, se abalanzaron sobre el alien son las bayonetas por delante. En un brutal choque de acero contra carne empotraron al enemigo contra la barricada en la que el resto de guardias seguía disparando desesperadamente a los que se acercaban. A pesar de las cuchilladas que recibía una y otra vez el xeno se negaba a morir, defendiéndose con sus ensangrentadas zarpas, hiriendo a otros dos soldados, uno de los cuales cayó inconsciente al suelo con la cara destrozada. 

Syrus tenía a esa cosa delante, le había sacado las tripas solo con sus bayonetazos, se temió por un instante que la bestia ganase suficiente tiempo para qué sus compañeros pudieran llegar a sus posiciones y masacrarlos. Una figura escuálida se escurrió por su derecha, era el capitán, el cual hizo rugir su espada sierra mientras partía al monstruo en dos mitades con un corte recto desde lo que se suponía que eran el hombro y la cadera del alien. Apartó una de las partes hacia un lado mientras se disolvía; empujó a la otra hacia fuera de la barricada con la puntera de la bota mientras se ponía tranquilamente la máscara de gas. Muchos le imitaron. 

-¡Señor, se acerca otra oleada!

- Ya habéis visto lo que hace una de esas cosas. - Zoroaster alzó la voz para que todos pudieran oírle a través de los aparatos de comunicaciones.- Todos los pelotones defender las entradas, fuego a discreción. ¡Nikka! ¡Saryu! A retaguardia, preparar a vuestros hombres para una contracarga por si superan el perímetro. 

Pocas veces levantaba la voz el capitán. Todos asintieron con un grito grave. Desde lo lejos llegaron más aullidos alienígenas. 

Corredores del Acorazado. 

Khur mató a otro genestealer decapitándolo de un golpe limpio, corría apresuradamente junto a sus hombres, los mensajes de choques con el enemigo llegaban alocadamente desde los trasmisores de comunicaciones. Se apartó para esquivar un zarpazo de un nuevo alien que surgió desde un boquete en un lateral del pasillo, apuntó con su pistola a la cara, pero en un odioso instante se dio cuenta de que se le había acabado el cargador. Se giró para evitar un nuevo envite, pero no hizo falta, la bocacha del arma del soldado Frezz apreció por encima hundiendo su bayoneta en la garganta del genertealer, que cayó ahogándose con su propia sangre. 

- ¡Ya falta poco! – Tras gritar esto miró a Enoch que le contestó un sí que parecía más un gruñido que una palabra. 

El coronel siguió corriendo, dejó atrás esa sección, no le hizo falta girarse para saber que un soldado había metido una granada en el agujero matando a los xenos que iban a salir por este. La onda explosiva provocó un efecto vacio, haciendo salir fuego y entrañas alienígenas como si se tratase de un sumidero atascado. Los chillidos hostiles se mezclaban con los gritos de los hombres que luchaban disparando a quemarropa para abrirse paso. 

Halls apartó de un empujón al soldado Urak de una muerte segura a manos de un inmundo xeno; el genestealer se volvió hacia él lleno de rabia, enseñando sus afilados dientes con una sonrisa amenazadora. El comisario no lo dudó ni un instante, cerró su puño de combate e incrustó la cabeza del alien en su pecho de un potente golpe. Ya era del quinto enemigo que aplastaba, le estaba empezando a doler el hombro. Continuó avanzando con su pistola laser por delante, animando a los hombres, disparando a todo tiránido que se le ponía por delante. Estaba orgulloso de los soldados, se mantenían estoicos ante el horror que les echaba encima. Todos luchaban a muerte, no solo por sus vidas, sino por eliminar la presencia enemiga de aquella reliquia del pasado.
Genestealer.

Sintió que algo se chocaba en uno de sus hombros, se preparó para golpear violentamente a la nueva amenaza, pero se frenó en el último instante, era Arsacis, tenía un brazo ensangrentado colgando de un cabestrillo mal improvisado, aún así se las apañaba para disparar su rifle desde la cadera en fuego semiautomático. Se pararon un instante en medio del pasillo junto a la cobertura de un par de soldados equipados con un bólter pesado. Apenas tuvieron tiempo de montar el arma, debiendo abrir fuego con ella; los casquillos de bólter se mezclaron rápidamente con la viciada sangre alienígena.

- Halls, debemos buscar a los supervivientes de las fuerza locales.

- ¡No podemos! Mira a tu alrededor, si nosotros lo estamos pasando mal, imagínate lo que les habrá pasado a los soldados de este sistema. - Justo cuando decía esto dos savaranos ayudaban a un compañero llevándolo en volandas en una camilla improvisada con sus fusiles, un xeno casi le había arrancado un pie de un mordisco.

El mayor asintió con gravedad, miró hacia el frente y siguió corriendo junto a los demás. Halls se quedó unos instantes más machacando  con su puño de energía a un genestealer que trataba de acabar con los operadores del bólter pesado mientras estos recogían su arma. 

Pasillos del Crucero. 

El capitán Cinnamus miraba con preocupación el auxpex que sujetaba con una de sus manos, en la otra llevaba una de sus dos pistolas automáticas. No quedaba mucho para llegar a la sala de motores de la nave y aún no se habían encontrado con ninguna resistencia. Llegaban sonidos de batalla no muy lejos, no podía determinar de qué eran exactamente, pero al igual que todos, podía intuir que las fuerzas del caos se estaban enfrentando a los tiránidos. El retumbar de las explosiones se mezclaba con aullidos xenos. Los tiránidos estaban empeñados en expulsar al archienemigo, tanto, que los estaban ignorando a ellos. Los corredores comenzaban a ensancharse para dejar espacio a aparatosos carriles llenos de polvorientas carretillas, algunas de ellas se habían salido de su camino y tenían que ser saltadas por los soldados. La compañía comenzó a aminorar la marcha, un hedor a podredumbre y muerte llegó hacia ellos de golpe. 

El suelo empezó a estar repleto de cuerpos de genestealers recién muertos, mezclados con ellos estaban sus asesinos. Vistos en la penumbra de la nave, parecían simples herejes armados con subfusiles de munición sólida, sin embargo eran algo mucho más nauseabundo. Warfet agarró un cadáver con uno de sus brazos vendados y lo levantó para que todos pudieran verlo. 

- Lo que nos faltaba, Mechakirs… -Susurró; lanzó el cuerpo con desprecio a los pies de Volog y Seleuco.

El cuerpo, en otros tiempos había sido humano, ahora había sido tan modificado que parecía una macabra marioneta rota. Los brazos y piernas habían sido reemplazados por extremidades artificiales simples, hechas de cables conglomerados con varillas metálicas. En lugar del torso había un amasijo de conductos plásticos y herrumbrosos engranajes cobrizos, manchados de aceite mezclada con sangre fermentada. El cuello y la cabeza era de la misma mixtura que las otras extremidades. Carecían de rostro, en su lugar tenían una placa que metal liso con los ranuras para los ojos, carentes de vida incluso cuando estaban activos. Las máscaras estaban pintarrajeadas con dibujos escabrosos que hacían daño a la vista. Sin embargo todas ellas portaban un distintivo en el lugar dónde debía estar la boca, una pequeña calavera de color gris mate. El símbolo de los Guerreros de Hierro.

Eran una de las muchas fuerzas auxiliares de las que se ayudaba esta legión traidora, sin embargo esta era “fabricada” en varios mundos en los que los Astartes perjuros tenían presencia. A partir del cuerpo de un hereje, mediante un proceso horriblemente abyecto, se manufacturaba un soldado prácticamente artificial, totalmente leal, casi carente de cualquier sentimiento y que cumplirá a raja tabla cualquier orden que se le dé. Los informes que se tienen de este tipo de enemigo han demostrado sus éxitos arrasando varios mundos imperiales como una nutrida fuerza de asalto.

- ¿Es muy grave? – La pregunta de Seleuco rompió el nerviosismo del momento. 

- No. No mucho. –Warfet parecía enfurecer por momentos.- Pero no son como cualquier tropa hereje, es prácticamente imposible desmoralizarles, nunca retroceden. 

- ¿Debilidades?

- No tienen ninguna preocupación por sus vidas, son prácticamente autómatas. Por lo que se sabe, avanzan contra el enemigo de forma impasible, no buscan cobertura… ¡Sacrílegos! - El visioingeniero se limpió asqueado la mano con la túnica- ¡El Deus Mechanicus no perdonará esto! Mancillan al mismo tiempo carne y máquina.

- Bien. - El comisario miró a Volog.- Mayor, vamos a llegar a la zona en la que el enemigo combate entre sí, prepare a sus hombres para el fregado. 

Acorazado. Nido. Centro neurálgico. 

Nuevo enemigo. Más presas humanas detectadas. Peligrosidad probada. Primera ola perdida. Armadura normal, fácil de romper. Armas peligrosas, más daño que los otros. Posible contacto con los que quedan por asimilar. Movilizar más genestealers. Interceptar camino. Fuerte cohesión. Más emboscadas. Preparando nuevas aglomeraciones. Más peso. Más fuerza. Más rapidez. 
Peligrosidad aumentando. Enemigo conoce puntos débiles. Avanza por el coto. Movilizar más genestealers. Enemigo débil cuerpo a cuerpo. Número por comprobar. Necesidad de acorralar.

Pérdida de demasiada materia. Evidenciar con enemigos recientes. Líderes fuertes. Potencial cuerpo a cuerpo detectado. Ligeramente inferior al de enemigos oscuros. Despertar al Líder. Solucionar problema de nuevo. Eliminación de líderes. Pérdida de moral enemiga. Asolar enemigo que huye. Devorar restos. 

Cerca del puente de mando. Punto Beta Secunda. Acorazado.

Mitrídates lanzó un juramento en alto mientras destripaba a otro alien. Los intestinos de su enemigo le cayeron sobre los antebrazos y las manos. Pudo sentir el calor de la viscosa sangre del monstruo. Levantó la espada sierra para hacerles una señal a los soldados que estaban con él en la cabeza de la columna, Khur y Enoch, se pegaron a las paredes instintivamente. Todos vaciaron sus cargadores sobre la horda que se abalanzaba sobre ellos. Muchos cayeron acribillados. Cuando los primeros agotaron su munición se movieron marcialmente siendo sustituidos por otra línea de tiradores que acabó con los que quedaban. Miró al visioingeniero. 

- ¡Falta poco! ¡Unos pasillos más!

Asintió. Estaban perdiendo hombres, no muchos, pero todos eran valiosos. Podían llegar, pero los genetealer estaban empezando a aparecer en cantidades mayores, como lanzasen ahora una oleada como la que repelieron al entrar, los iban a aplastar. Corrió hacia delante con el Coronel y los demás no sin acribillar con su pistola láser la cara un enemigo agónico que levantaba una de sus garras para intentar inútilmente alcanzar a alguno de ellos. 

Arsacis metió otro cargador en su rifle al mismo tiempo que Halls y otro soldado le cubrían. Tenía los guantes resbaladizos por su propia sangre. El zarpazo que había desviado con el brazo que llevaba inutilizado contra el pecho había sido más profundo de lo que se esperaba, pudo ver como la venda goteaba. Normal. Con tanto traqueteo la herida no tenía tiempo de cerrarse. El soldado que estaba junto al comisario fue lanzado contra la pared por un genestealaer que parecía cambiar de perfil constantemente. Alzó el rifle, no tuvo tiempo de disparar, Halls arrancó la cabeza del xeno con un fuerte tirón de su puño de combate, pudo oírle gruñir, aunque supuso que era más de rabia que de dolor. Un sargento al que no pudo identificar recogió al soldado inconsciente tras realizarle una apresurada maniobra cárdiorespiratoria, después comenzó a llevárselo a cuestas.

Pudo ver como Halls persuadía a los hombres de ir más rápido. La formación no podía romperse. Recibió una trasmisión desde la cabeza de la columna. 

- Estamos llegando. Acelerar el paso. Repito. Acelerar el paso. Prepararos para el combate. 

Khur entró a la carrera en el corredor de la entrada al puente de mando. El suelo estaba lleno de cadáveres de aliens acribillados a disparos, la sangre fluía lentamente formando charcos lóbregos en el suelo, sin embargo no estaban solos. Un buen número de cadáveres humanos les hacía macabra compañía, eran los restos de las tropas que habían intentado entrar en la nave. Yacían muertos en posturas que solo la muerte podía forzar en el cuerpo humano, doblados, destripados y desmembrados, habían muerto en una loca retirada hacia delante mientras cientos de genestealers hacían lo que querían con ellos. Eran hombres y mujeres muy variados, con constituciones muy dispares, pero con rostros curtidos fruto de una vida que ya era dura antes del servicio militar. 

Su equipo era el estándar de la guardia, con ropa militar oscura, un chaleco anti-fragmentación y el casco estándar de estilo cadiano. Aunque hasta ahí iban las similitudes, pues cada uno había personalizado su equipo como le había venido en gana, hombreras con pinchos, faldones de escamas, brazales blindados, mirillas especializadas, gafas de todos los tipos, rifles laser modificados, armas de munición sólida locales e importadas, de todo, ni siquiera había dos bayonetas iguales. Incluso los que parecían oficiales se saltaban las reglas mínimas de cohesión, uno que debía ser un miembro de una escuadra de veteranos reposaba muerto en el suelo bajo un genestealer partido por la mitad con el último disparo de su arma, una tosca escopeta recortada de dos cañones. El coronel aparcó durante unos instantes la pena que sentía por aquellos soldados caídos, su mentalidad de soldado le sorprendió con un pensamiento demasiado racional para la aquella situación: menuda falta de disciplina. 

Entró junto a Enoch y los primeros soldados en el puente de mando. La sala era enorme, casi igual de grande que la que habían utilizado como cabeza de puente, una gigantesca cristalera blindada, surcada por balconadas ligeras, cubría el techo, el frente y los laterales. El espacio que los rodeaba seguía iluminado con las explosiones de la batalla espacial que se daba mientras ellos estaban ahí. Innumerables paneles formaban pasillos hasta llegar a una altura coronada por un colosal trono que miraba hacia delante. El piso estaba igual que el pasillo, pero los cuerpos dejaban de aparecer hacia la mitad de la sala. 

Llegaron varias ráfagas de disparos desde el frente, Khur frenó en seco junto a sus soldados, lanzó un alarido de cólera pura. Apuntó hacia delante con su pistola bólter. 

Sala de máquinas. Punto Alfa Secunda. Crucero. 

Volog se preparaba para el ataque con poco más de quinientos pares de botas esperando a su espalda. La mirada fija al frente, con las imágenes de los ojos vacios de las creaciones del caos retumbando en su mente; merecían morir, todos y cada uno de ellos. Estaba al frente de la columna, con Cinnamus, Seleuco y Warfet, todos tenían sus armas preparadas para el combate. Tan solo había que esperar unos minutos más, unos eternos instantes en los que la sección de la sargento Zuleika volviera de explorar y les entregase un informe sobre las posiciones del enemigo. No estaban muy lejos de la sala de máquinas, podía oír la lucha que se daba en ella. 

Varias linternas se encendieron en la oscuridad, precedidas de una petición de permiso por radio para acercarse. Era Zuleika. No habían tardado mucho, llegaban corriendo, eso no era bueno. La sargento dejó atrás a sus hombres, que se apoyaban en las rodillas para tomar aire o se sentaban en el suelo directamente, se dirigió directamente hacia los mandos, tenía la respiración entrecortada. Seleuco se adelantó.

- ¿Qué ha visto sargento? - La soldado respiró un par de veces más antes de empezar a hablar. - ¿Zuleika?

- La sala de máquinas está tomada, el enemigo lucha por tomarla. Hemos diferenciado al menos dos tipos de xenos enemigos entre sí atacando a un nutrido contingente de tropas herejes dirigido por varios marines traidores… 

- ¿De qué Legión? - La pregunta de Warfet sobresaltó a todos. 

- No estoy segura, creo que los mismos que han creado esas abominaciones, eran muy pocos, pero llevaban el mismo símbolo. - El visioingeniero asintió apretando los puños.- Pero eso no es lo peor, hay algo asqueroso pegado a los motores y los reactores, está lleno de simbología caótica. No parece vivo, pero es lo suficiente importante para que los astartes oscuros le presten toda su atención mientras sus muñecos mantienen la posición.  

- Santo Emperador… - Todos se volvieron hacia Warfet, este tras ver como Seleuco asentía con la cabeza dijo lo que todos se temían- Un demonio… Una posesión demoniaca; por eso han venido ellos hasta aquí, van a despertar a la bestia de la disformidad para que maneje esta sagrada huella del pasado por ellos. Como pueda disparar su arma principal van a barrer nuestra flota.

- ¿Qué hacemos? Ya no se puede recuperar ni limpiar. - Durante unos segundos reinó el silencio. La voz de Warfet lo quebró.

- Debemos destruirla. Algo así no puede caer en sus manos. Hay que acabar con la agonía con que esos monstruos someten a su Espíritu de la Máquina… - En otras circunstancias la sorpresa habría sido generalizada, pero era la única solución. El mayor fue el siguiente en hablar.

- Entraremos en la estancia, abriremos fuego con nuestras armas pesadas contra los motores de disformidad, deberíamos provocar una reacción en cadena que haga explotar todo. Cinnamus, prepara una ruta de escape aprovechando el camino que hemos recorrido. Seleuco, mantén a los hombres en su sitio el tiempo suficiente para que cubran a los operarios de las armas pesadas, ya sabes, recuérdales que es mejor morir por el Emperador aquí que ante un pelotón de fusilamiento.

Todos recibieron las órdenes, Volog comenzó a avanzar a paso ligero seguido por todos los demás. Al final del pasillo les esperaba el enemigo. Seleuco encendió un cigarrillo nuevo, Warfet masculló una letanía de disculpa y redención al Omnissiah. Un grito del mayor resonó por encima de todo el ruido.

- ¡Savaranos! ¡Ya sabéis lo que se puede esperar de esos impíos! ¡El Imperio es la Fe! ¡El Imperio es la fuerza! ¡El Imperio es la humanidad! ¡Y aquí, en el frío metal de una reliquia mancillada! ¿Qué somos?

Todos contestaron lo mismo:

- ¡EL IMPERIO!

lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Cuánto le queda a la Primera Fase de la Campaña?

LA PRIMERA FASE SE ACABA DENTRO DE POCO

He estado retrasando este momento porque me parecía buena idea dar tiempo de sobra a todo aquél que quisiera participar en la Campaña narrando alguna cosilla, ya fueran relatos, informes, etc, pero para ser una primera fase quizás se este alargando demasiado.

Que sí, que ni siquiera yo mismo he acabado mis relatos en esta primera fase, pero hay que ir hablando de alguna fecha límite y gracias a un correo electrónico de uno de vosotros creo que ya he tomado una decisión.

Creo que lo ideal sería que la Primera Fase de la Campaña Aves Muertas acabara no mucho después de acabado este año 2013, es decir, hablo de poner una fecha como "la primera semana de febrero" como muy tarde, y para ir dándonos tiempo a todos para cerrar nuestras posibles narraciones en esta Primera fase eso es lo que voy a poner como límite: el día 2 de febrero de 2014 (si no me equivoco cae en domingo), daría por acabada la Primera Fase.

¿QUÉ SIGNIFICA QUE LA PRIMERA FASE ACABE EL DÍA 2 DE FEBRERO?

Pues simplemente que habrá cambios en la campaña, es decir, colocaré una entrada en el blog comentando las nuevas posibilidades, misiones, etc, pero además, y más importante, me gustaría hacer una especie de Consejo de Guerra en el que quien quiera puede participar, en plan narrativo, donde cada uno puede "enviar" a un personaje de su ejército y así opinar, poner en claro objetivos, etc.

Pero, ¿cómo se haría ese Consejo de Guerra?, acepto sugerencias, lo ideal es que pudiéramos conformar una narración conjunta y luego publicarla aquí. ¿Podría ser en el foro?, quizás. Lo dicho, acepto sugerencias, a mí me parece que es interesante.

Y no, no estáis obligados a "participar" en el Consejo de Guerra, simplemente todos los ejércitos recibirían una especie de invitación a él, pero vosotros decidís si vais o no. Si me veo sólo en el Consejo... ejem, bueno pues tiraría de los ejércitos creados para la Campaña por mí para hacer la narración (diálogos, pensamientos, etc). Pase lo que pase en ese Consejo de Guerra se podrían tomar decisiones muy diversas que luego se plasmarían en la Campaña.

Opinad en una respuesta en esta entrada.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Savaranos de Catafractaria. "Territorio enemigo".



Cabeza de puente Beta Prima. Acorazado. 

Silencio. Roto solo por el crepitar de la carne de ardiendo y los gemidos de los aliens moribundos. Los soldados se mantenían firmes en su posición, con las respiraciones rápidas y entrecortadas fruto de la descarga de adrenalina. Tras un instante de pausa, esperaron órdenes, otros pasaron a recargar con premura sus armas.

Khur pudo escuchar como Enoch rompía el silencio con una pequeña maldición, la inevitable batalla que acababan de protagonizar había llenado la sala de cadáveres humeantes. Esperaba algo más del viosioingeniero, pero pronto se dio cuenta de porque este no había salido corriendo a rescatar sus preciadas reliquias. Quitando algunas que se habían llevado la peor parte de los disparos, todas las estanterías estaban de pie, llenas de marcas de disparos, pero apenas se notaban, el material del que estaban hechas era increíblemente duro, más que el acero. Puede que del mismo que las placas exteriores de la nave. La mayoría de las armas estaban intactas, un golpe de suerte.

El primer contacto había sido positivo, el ataque xeno fue repelido con contundencia. Habían llegado de forma fulminante hasta su posición, eso no era bueno, si habían contraatacado tan rápido era porque estaban alerta. La entrada de los guardias imperiales del sistema podía haberles puesto en marcha, había que darse prisa. Hizo un gesto a Halls, el comisario se acercó sorteando a los soldados. Se paró justo delante del coronel, pisando un trozo de lo que debía ser la cabeza de un genestealer, el crujido húmedo fue asqueroso.

-  Comisario. Debemos asegurar la sala y fortificar la entrada. Asegúrese de que se hace rápido, no creo que esas cosas se hayan dado por vencidas. Llame a la compañía del Capitán Gotar, que mantengan esta posición mientras nosotros vamos hacia el puente de mando. 

- Sí, señor. – Giró sobre sus talones y se acercó al primer vocooperador que encontró.- ¡Avanzad y dispersaos por la sala! Hundirles la bayoneta en la nuca a todos los aliens que hemos matado, no vaya a ser que os den una sorpresa. ¡Hulja! Manda a varios de tus pelotones que amontonen los cuerpos en una esquina, en cuanto los muchachos de Gotar entren nos pondremos en marcha. 

Justo después de acabar, Halls pudo ver cómo Enoch se acercaba al oficial de comunicaciones que acababan de retransmitir sus órdenes, apretó la mano en la que llevaba el puño de combate, la energía se erizó. El soldado se encaró al visioingeniero para sostenerle la mirada desde detrás de los cristales de su máscara de gas, si el irritado tecnosacerdote se dio cuenta no hizo muestras de ello. Un filamento de acero surgió desde debajo de la manga de uno de sus brazos, conectándose con la terminal principal de su equipo. Su mecánica voz sonó tranquila.

- Que nadie toque nada. ¿Me habéis entendido? Como pille a alguien con una de las piezas que hay en las estanterías se lo entrego a Warfet para que lo “mejore”…

Enoch pudo ver como el comisario abría su mano enguantada lentamente. Puede que no le hubiese gustado que amenazara a los hombres de esa manera, pero hasta Seleuco habría aprobado una intimidación de ese estilo, por muy disciplinados que estuvieran los hombres la codicia podía hacer mella en alguno, y alguna de esas valiosas piezas podía acabar en las manos equivocadas.  

La tropa se adentró en la sala, deteniéndose concienzudamente a asegurarse de que los xenos estaban muertos. El ruido de succión al sacar los cuchillos de los cráneos era acompañado de algún espasmo involuntario y del sonido del líquido cerebral desparramándose por el suelo. Media hora después los savaranos se concentraron en el centro de la sala, tan solo los pelotones encargados de amontonar los cuerpos de los enemigos caídos estaban fuera de la formación. Se habían puesto formando una larga cadena en la que grupos de soldados se pasaban constantemente partes de genestealer hasta que los últimos lanzaban los ensangrentados restos a la pila. 

La compañía del capitán Gotar comenzaba a entrar en la sala. Su llegada fue precedida de uno de sus famosos cánticos de guerra. Su capitán era un hombre bajo y corpulento, nativo de Catafractaria Tertia, una vida de capataz en una explotación maderera le había dado unos hombros fuertes que hacían que junto a su armadura tuviera un aspecto magnífico. Marchaba al frente de su compañía con el rifle laser al hombro con un paso igual de marcial que el del resto de sus soldados. Estos, al igual que su pesado capitán, tenían la fama de ser los más vanidosos de todo el regimiento, sin embargo era sabido por todos que su fanfarronería competía con su tozudez a la hora de combatir al enemigo. Khur solía destinar siempre que podía a los reclutas con más carácter junto a Gotar, ya que este se encargaría de redirigirlos por el buen camino. 

Prueba de esto fue su perfecta disposición a lo largo de los laterales de la sala, algunos realizaron profusos saludos a los soldados de Mitrídates, otros alabaron su suerte por haber derramado la primera sangre. Junto a ellos llegaron varios servidores que rápidamente soldaron unas barricadas artificiales en la entrada. Gotar pasó junto a las formaciones de Mitrídates parándose solo para dar ánimos a algún soldado que conocía en especial, rápidamente se encontró con Khur, Arsacis y Halls, que esperaban al frente de la compañía a punto de iniciar la marcha. El coronel le recibió. 

- ¿Órdenes?

- Capitán, mantenga esta posición mientras nosotros y la compañía de Mitrídates tomamos el puente de mando. 

- ¡Bien señor! Les daremos bien a esos asquerosos aliens si se asoman por aquí. 

- Correcto. Tenga preparados varios pelotones por si necesitamos refuerzos. 

- De acuerdo, ahora mismo se lo comunico a Sinu para que tenga a los muchachos preparados. – Mientras decía esto pudo ver cómo Enoch esperaba pacientemente para comunicarle algo, se giró hacia este juntado los talones exagerando el saludo marcial todo lo que pudo- No te preocupes Visioingeniero, ninguno de mis soldados hará nada con los aparatos que habéis encontrado.

Desde el sistema sonoro que había injertado en la garganta de Enoch llegó un gruñido de afirmación. Justo después, en el momento en el que Gotar se iba, llegaba Mitrídates. Al cruzarse ambos capitanes chocaron sus antebrazos en señal de saludo. Todos estaba en orden, su compañía estaba lista para avanzar. A una voz de Khur todos los pelotones se pusieron en posición, formando una columna en la que los distintos grupos de soldados se defendían unos a otros. Se internaron en la estructura. 

Corredores posteriores a la cabeza de puente Alfa Prima. Crucero. 

Volog avanzaba a grandes zancadas con el rifle laser pegado al pecho, llevaba la bayoneta calada, a su lado, con un cigarrillo encendido en uno de los laterales de su boca, Seleuco le seguía el paso sujetando con fuerza su pistola bólter, mientras con la otra mano sujetaba su espada personal. Era un arma de acero mate, con bellos grabados a lo largo de su ancha hoja y una punta redondeada, diseñada con un filo de precisión que no evitaba que de vez en cuando hiciera las veces de arma de parada.

Entre ambos iba el capitán Cinnamus que llevaba un auspex con el que dictaba apresuradamente el camino que tomarían. Sus órdenes eran transmitidas por los encargados de las comunicaciones de la compañía. El capitán caminaba casi a trompicones, mirando el auspex constantemente, ya que la información se actualizaba constantemente. Era lo bueno de trabajar junto al Mechanicus, la información que estaba utilizando en ese momento acababa de ser recogida y analizada por los escáneres de la Lanza de Hierro. Eso no evitaba que hubiera alguna interferencia, por lo que debían pararse un instante hasta que se recuperara la señal, lo cual era agradecido por la tropa, aunque no se podía evitar escuchar los bufidos de disgusto del Mayor y de Warfet.

El teniente primero Parham había recibido la orden de guardar la retaguardia. Mantenía el paso mientras vigilaba que nadie se retrasara o se saliera de la formación. De repente todos pararon el ritmo. Al parecer la señal se había cortado de nuevo, todos pararon aunque se mantuvieron en alerta. Se dirigió hacia la parte de atrás del pelotón, un par de guardias se había separado un par de metros y se había internado en un pasillo lateral, cuando llegó a su altura para preguntarles que pasaba observó como atisbaban hacia el final del largo corredor apuntando con sus rifles laser. No decían nada, se mantenían en silencio, cuando vio lo que les llamaba la atención no pudo evitar apuntar también con su arma.

Genestealer de Ymgarl.
A lo lejos, fuera de los auspex de corta distancia, grupos de genestealers avanzaban a toda velocidad por los pasillos, pero no hacia ellos, se mantenían a suficiente distancia como para no ser detectados. Avisó antes de efectuar un par de ráfagas a larga distancia que hicieron caer a un genestealer con la boca llena de flagelos, para su sorpresa los compañeros del alien ignoraron su pérdida, continuando corriendo sobre su despojos. No los atacaban, parecía que se movilizaban hacia otros puntos de la nave como si estuvieran defendiéndola para que nadie se la arrebatara. Su objetivo no eran las tropas imperiales, eran las del caos. Se retiró lentamente junto a los dos soldados, fue hacía el primer vocooperador que se encontró, el mayor y el comisario debían saber esto. 

Iban directos hacia las salas de motores para interceptar al archienemigo. Hacía más de dos horas que habían dejado atrás la cabeza de puente, atravesaban constantemente pasillos muy parecidos a los de cualquier nave del Adeptus Mechanicus actual, llenos de tomas de energía, pantallas y tubos, pero la decoración era menos oscura que de costumbre, seguía habiendo calaveras e inscripciones al Omnissiah por doquier, pero para cualquiera que fuese un poco más observador que los demás, había detalles que le llamaban la atención.

Cinnamus se permitía mirar estos pormenores en los pequeños descansos que hacían mientras el auspex redireccionaba su posición. Numerosos ingenios colgaban inertes de las pareces junto a pinturas y grabados que mostraban a las antiguas Legiones de Astartes o al todopoderoso Ejército Imperial ayudando a los tecnosacerdotes de Marte en sus descubrimientos a lo largo de la galaxia. Liberaban mundos, recogían tecnologías nuevas y creaban toda clase de maravillas científicas. Representaban los días felices del Imperio del Hombre, cuando todo eran avances con los que salvar vidas del yugo xeno o la barbarie; cuando el miedo a la tecnología era algo controlado, solo lo suficiente para evitar las desgracias de eras pretéritas. 

Seleuco miraba precavido hacia todos los lados, podía sentir el nerviosismo de Volog por entrar en combate, pero podía ver como el mayor redireccionaba sus ansias de lucha hacia acciones positivas, preguntando regularmente a los jefes de pelotón el estado de la columna. 

Salvo algún avistamiento esporádico de pequeñas partidas de genestealers que se acercaban más de cuenta, de momento no habían tenido ningún contacto serio con el enemigo, al parecer, los xenos que plagaban la nave habían tomado la misma decisión que ellos, se dirigían hacia las tropas del caos. Dudaba mucho que fuese para interceptarlas e impedir que pusieran en marcha los motores. La escoria tiránida los estaba ignorando, y eso le preocupaba mucho, si toda una compañía de guardias imperiales pesados no merecía de su atención, no quería imaginarse que habían traído las tropas del caos a aquella reliquia.

Corredores del Acorazado.

Enoch  acompañaba al coronel a la cabeza de la columna analizando constantemente los informes estructurales que le llegaban de la Lanza de Hierro. Iban bien encaminados hacia el puente de mando, tomando todos los atajos que podían, evitando las salas demasiado grandes. Esto no solo era para evitar aglomeraciones en las que pudieran ser fácilmente emboscados, era para evitar que esos bárbaros que le escoltaban causasen destrozos en la reliquia que estaban reconquistando. 

Los pasillos, eran amplios, del mismo blanco que el resto de la nave. Numerosos recubrimientos de lo que suponía que eran cables de energía cruzaban el techo y las pareces, estos hacían de embellecedores para que las tomas energéticas no desentonasen con la estructura. Pequeñas pantallas sin ningún tipo de teclado aparecían en suaves salientes de las pareces, algunas luces empotradas intentaban encenderse cuando pasaban junto a ellas, los restos de lo que parecían pequeños sirvientes robots descansaban inertes en el suelo. En toda su larga vida al servicio del Adeptus Mechanicus nunca había visto nada parecido, la civilización que había construido aquella nave estaba muy avanzada tecnológicamente, bastante más que el Imperio en los tiempos de la Cruzada. ¿Acaso pertenecía a alguna civilización que fue erradicada al toparse con una flota expedicionaria? 

No lo creía, el mantenimiento de la simbología natal junto a la imperial decía lo contrario, lo había visto en el exterior del acorazado y en las armas de la armería. Los soldados de aquellas gentes habían servido junto a los del Imperio. Antes de salir del la cabeza de puente había podido ver algunas armaduras abandonadas en unos de los armarios, eran de tamaño humano, del mismo color que la nave, formadas por placas segmentadas lisas que se ceñían al cuerpo del soldado como una segunda piel. El casco que cubría toda la cabeza, era liso y alargado hacia atrás acabado en punta, con una lente rectangular estrecha a la altura de los ojos. De nuevo pudo darse cuenta de que la simbología imperial se había colocado justo después de manufacturarse el conjunto.

Era todo tan intrigante. Puede que fuesen conquistados por la fuerza o rescatados de la dominación alienígena. Debía llegar al puente de mando cuanto antes, allí encontraría una terminal de la que obtener respuestas. Paró en seco al dar girar una esquina. Pudo oír como Mitrídates avisaba por radio a toda la compañía, asegurándose de que sus órdenes llegasen hasta la retaguardia, encomendada al teniente primero Hulja.

Acababan de llegar a una pequeña sala que hacía de cruce entre varios pasillos, en ella se había dado una pequeña batalla. Numerosos cuerpos de genestealers yacían desparramados por el suelo hechos pedazos, cortados con una precisión casi quirúrgica. Los cuerpos estaban secos, aunque algunos mantenían algunos restos de carne que se pudrían lentamente. Hacía bastante tiempo que habían muerto. Khur contó rápidamente las cabezas, eran  algo más de dos docenas, se amontonaban hacia el centro de la sala, como si hubieran atacado todos a la vez a un enemigo acorralado. 

Arsacis se acercó al foco en el que habían muerto los atacantes, el suelo estaba oscurecido, ligeramente quemado, como si hubiesen vertido algún tipo de acido potente sobre este. Atravesó con la bayoneta de su rifle un resto que había sobrevivido a la erosión del potente químico. Era una especie de garra, horriblemente retorcida, se la mostró a todos, Enoch mostró especial interés, pero antes de que pudiese acercarse, la parte por la que la bayoneta del mayor la atravesaba se desintegró, cayendo las garras contra el suelo, clavándose como si se tratara de mantequilla.

- Valla, pues si que estaban empeñados en acabar con estas cosas.

- Fuesen lo que fuesen estaban en guerra con los tiránidos, y al parecer tampoco eran de aquí, quizás se colaron después que los genestealers.

- Puede que fuese así, pero…

Arsacis no tuvo tiempo de acabar su frase, pudo ver por el rabillo del ojo como algo se acercaba a toda velocidad por uno de los pasillos laterales, se giró y abrió fuego automático desde la cadera, un enemigo cayó destripado al suelo, pero el que iba detrás de este esquivó los disparos con un largo salto hacia el centro de la sala. El genestealer fue a aterrizar sobre los soldados que estaban al lado del visioingeniero, destrozando con sus garras a un soldado que fue despedazado en el acto. Antes de que pudiera atacar a otro hombre la bestia fue acribillada por varios rifles laser y una ametralladora pesada.

Genestealer.

- ¡Atentos joder! –Bramó Khur- ¡Moveos! Debemos llegar al puente de mando.

Dejaron los restos del soldado en una esquina, apartándolos del camino de los demás y apretaron el paso. Comenzaron a llegar mensajes de toda la columna confirmando avistamientos esporádicos de genestealers que atacaban directamente surgiendo de los pasillos laterales por todo el camino que habían recorrido. Khur blasfemó en alto y conectó su comunicador personal para que todos pudieran oírle. 

- ¡Avanzad y disparar! No os pongáis nerviosos, cubríos por pelotones y secciones. ¡Hulja! ¿Cómo van las cosas por tu zona?

- ¡Bien señor! Esos cabrones han matado a un par de hombres del pelotón de Iharo, pero el resto ha logrado contener las acometidas. Dile a Mitrídades que pienso matar más cosas de estas que él. – El coronel no pudo evitar sonreír al oír el desafío del teniente al mayor.

Aligeraron la marcha, ya no les quedaba mucho por recorrer. Una vez llegaran al puente de mando se atrincherarían para poder matar a los xenos desde una posición ventajosa. Los nuevos pasajes que se encontraban estaban repletos de restos de cuerpos genestealers y de sus misteriosos enemigos. Aún quedaban tiránidos, por lo que de momento, estos eran su principal preocupación; no podía quitarse de la cabeza las imágenes de los genestealers cortados en rodajas.