sábado, 2 de agosto de 2014

Savaranos de Catafractaria. "Aptitud".



Acorazado Alma de Belerin. Sistema Belerin.

El enorme guerrero miró de arriba a abajo el holograma que tenía delante, no mostró ningún signo de sorpresa o curiosidad, tan solo se quedó observándolo en silencio, creando un mutis terriblemente incómodo del que hasta Enoch se dio cuenta. El visioingeniero hizo que uno de sus robots se retirase, Wernoh ni se inmutó ante la situación. Tras unos largos segundos más se decidió a hablar, fue tan directo como poco amigable. 

- ¿Dónde lo habéis robado? 

- Este material no ha sido sustraído de forma ilegal. Fue encontrado hace varias travesías por miembros del Mechanicus de Catafractaria. -La imagen que giraba entre ellos fue rodeada por numerosas descripciones que rápidamente se ajustaron a su lenta rotación.

- ¿Y por qué no se ha devuelto a su capítulo originario? -La decoración del Dreadnought delataba su origen.- Esta reliquia debe ser restituida a los Puños Imperiales. 

- Si, lo es, pero cometes un error Astarte. -Wernoh volvió a fruncir parte del ceño, Enoch debía de haber roto algún record.- Está en pleno y total funcionamiento, tan solo falta alguien que lo dirija de nuevo a la batalla, y cuento con los permisos necesarios como para ofrecérselo a los hijos de Dorn que considere más oportunos.

- No frivolices Visioingeniero. Mi capítulo aceptará con gran honra semejante presente, pero no nos vamos a arriesgar a tener problemas por cumplir tu antojo.

El droide ligero de Enoch volvió a situarse a su lado, aunque no volvía solo, Khur lo acompañaba. 

- Khur Frates, Coronel y líder del 143 de los Savaranos de Catafractaria. -Wernoh asintió para recibirle; se presentó tan escuetamente como cuando lo hizo con Enoch.- Espero que sea importante Enoch, acabo de estar con Jorye Balcipa, de los Granaderos de Acero.

Tras esto intercambió una mirada con el marine espacial, no fue de desafío, sino de reconocimiento mutuo.
- El Sargento duda de la legalidad del origen de este artefacto que le ofrezco como presente. Es la pieza de arcanotecnología que los savaranos salvaguardaron en Dupla VI.

El Coronel respondió con un ligero bamboleo de su cabeza, como si aquello le trajera recuerdos muy lejanos. 

- Si, como lo iba a olvidar, defendimos durante varios meses aquel maldito complejo industrial, junto al 227 y el 752 de Savaranos, si no me equivoco. Ah, y una fuerza auxiliar Ogrete de Crinjol.

- No conozco esa campaña. -La expresión de Wernoh no cambió mucho, pero contaba con cierto tono de familiaridad, como si le agradase más dirigirse a otro soldado.- Deduzco que fue en esas instalaciones en las que apareció el bípode. 

- Así es. -Khur miró directamente al Sargento.- Formamos parte del cuerpo de ejércitos que defendió el sistema de un asalto conjunto de varias razas xenos. Estábamos asediados. Los mandos no nos permitieron retirarnos de aquellas posiciones, y mucho menos cuando el Mechanicus se enteró de esto estaba en su subsuelo. 

- ¿Y la batalla?

- Vencimos, los rechazamos una y otra vez hasta que no tuvieron más que lanzarnos y se vieron obligados a retirarse. -Khur apretó un puño delante de él mientras lo decía, cualquiera podía imaginarse los nudillos blancos debajo del guante.- Murieron muy buenos hombres… 

Wernoh escudriñó al Coronel, creando un nuevo silencio en el que las conversaciones de alrededor pasaban como viento entre las recias paredes de un acantilado de obsidiana. Khur le mantuvo la mirada, por dentro maldijo a Enoch por forzar una situación como aquella, la falta de tacto que presentaba a veces el visioingeniero llegaba a ser de lo menos conveniente. Ya había sido difícil tratar con Guilan y los otros comandantes del lugar, como para que encima ahora se ganaran la enemistad de un capítulo del Adeptus Astartes. No había mentido, de eso estaba seguro, él mismo había estado en aquella campaña, luchando codo con codo junto a soldados como Arsacis o el difunto Jerius. Momentáneamente recordó a aquel ogrete que le salvó de una descarga de granadas ácidas. 

El sargento acabó con sus meditaciones. 

- Bien, que así sea. Aceptaremos tu presente y lo honraremos poniendo a sus controles a uno de nuestros mejores guerreros. -Su tono se volvió más solemne.- Los Custodios del Tridente no olvidarán esto. 

Enoch alzó lo más grácilmente que pudo una de sus manos mecanizadas, en ella había una pequeña tarjeta.

- Como desees. Aquí tienes todo lo necesario para comenzar el transporte a vuestra nave, también toda la información que vuestros tecnomarines necesitan saber. 

El marine recogió el paquete de archivos y se retiró tras realizar un saludo marcial que fue respondido con la misma formalidad por Khur. El visioingeniero unió las manos antes de realizar una tenue reverencia. 

- Enoch, no sé que acabas de hacer, pero espero que esto no nos traiga problemas en el futuro.

- No se preocupe Coronel, todo lo contrario. 

Sistema Sagkeion Lamba. Grupo de Asalto. Destructor abandonado.

El fogonazo de calor se sintió debajo de sus armaduras, y aunque no pudieron olerlo, el apestoso hedor del metal derretido por las bombas de fusión los rodeó rápidamente, ante ellos se abrió un pasillo envuelto en una oscuridad casi total. Las luces de las linternas mostraron paredes hechas en placas de metal llenas de remaches semiesféricos, los cuales que en otro tiempo habían estado pulidos a mano, tenían capas de polvo que les daban un aspecto sucio y descuidado. No hubo respuesta alguna, los auspex no detectaron nada, el silencio podía palparse. 

Con un sigiloso gesto Zoroaster ordenó la entrada, habían llegado a un largo corredor cuyo final era difícil de alcanzar con la mirada. Ocuparon gran parte de este junto a varias salas aledañas. Nada. Mantuvieron la posición durante unos minutos mientras todos se posicionaban. Ningún soldado detectó nada que no fueran trastos viejos de uso cotidiano. Encendió su transmisor de radio, con un leve susurro se comunicó con sus hombres. 

- Cuidado y silencio absolutos. Mantened comunicación por radio e informar de cualquier anomalía. Syrus, quédate con la mitad de los hombres, establece un perímetro y explora todas las salas que puedas. El resto iremos junto con Luther y sus adeptos al puente de mando para apropiarnos de la nave.

Tras un asentimiento general comenzaron a internarse en la colosal estructura de la nave. Critio se situó a su lado, la luz indirecta de las linternas creaba un reflejo en los cristales de su máscara y los adornos de la gorra le daban un aspecto imponente. El comisario estaba más callado que de costumbre, eso no era bueno, puede que hubiese hablado demasiado antes de empezar la misión. No se arrepentía, no mucho, le había dado la sinceridad que le había pedido. Esa nave le seguía dando mala espina, no sabía por qué, pero así era. 

El haber nacido como parte de una larga familia que ya no recordaba en qué generación había llegado a Hicorion no solo había hecho que tuviera un físico ligeramente diferente al del resto de los demás, tan solo había que ver su altura superior a la media o su piel albina, también le había otorgado un pequeño sentido extra a la hora de detectar el peligro, sobre todo cuando estaban en el espacio. No era un psíquico, ni mucho menos, pero pocas veces se había equivocado al sentirse así. 

Continuaron avanzando, se fijó en los numerosos cubos que descansaban en los laterales de los pasillos, junto a estos había decenas de fregonas y cepillos de mano, aunque estaban bastante podridas por el paso del tiempo. Eso, junto al hecho de que no vio ningún servidor le hizo pensar en que posiblemente la limpieza estuviera a cargo de los tripulantes de la nave, eso le divirtió un poco, posiblemente fuese una forma de mantener la disciplina, puede que un poco primitiva, pero bastante ocurrente. 

Al pasar junto a una puerta lateral se paró en seco, todos se pusieron en guardia, con un gesto de una de sus enguantadas manos les avisó de que no era nada grave. Era uno de los antiguos ocupantes de la nave, o por lo menos lo había sido en otro tiempo. Ya solo quedaba su cadáver, reseco por el paso del tiempo, con girones de piel pegados a los blancos huesos y restos de pelo colgando de algunos de estos. Sus ropajes se habían conservado mejor, aunque estaban demasiado raidos como para haberse salvado del todo. Eran muy curiosos, vestía una larga casaca verde llena de adornos plateados, unos pantalones de media pierna que se doblaban justo encima de la parte superior de unas botas de caña alta con cierre de hebilla. Todo ello estaba rematado por un colorido pañuelo que le tapaba el rostro, un sombrero tricornio de fieltro y un extraño arma láser modificado para que pareciera un arma de pólvora primitiva. 

Eso le recordó a la indumentaria de algunos Rogue Traders que había conocido en el pasado, al parecer esa extravagante moda no era algo reciente. Luther no tardó en acercarse para tomar muestras, entre ellas el arma que el muerto ya no iba a necesitar.

No cesaron el paso para nada más que no fuera la toma de más ejemplares o la recogida de nuevos objetos. Los adeptos que acompañaban a Luther se encargaban de cargar con todo, Critio hizo una pequeña mofa sobre ello, lo que ayudó a romper la tensión del ambiente. Sin embargo era algo difícil, no sabían lo que les había pasado a los antiguos dueños de la nave, la disposición mostraba que habían muerto de forma violenta, sus esqueletos presentaban roturas antinaturales, y la mayoría de lo que quedaba de sus ropas presentaba agujeros y desgarrones. Puede que se mataran entre ellos en un motín, o que algo los hubiera abordado. Había que tener cuidado. 

Llegaron a una bifurcación del corredor, una parte seguía hacia delante, la otra parecía llevar a unas cámaras llenas de desperdicios. Zoroaster ordenó un alto para establecer conexión por radio con el otro grupo, Critio comenzó a recorrer la formación inspeccionando a os soldados. Cuando el capitán se acercó al operario de radio asignado a su compañía, casi trastabilla, teniendo que apoyarse en la pared, un escalofrío le recorrió todo su cuerpo, poniéndole de punta hasta el pelo de la nuca. Fue algo momentáneo, apenas duró un segundo, el cual fue seguido por un impacto que hizo temblar toda la estructura de la nave. Comenzaron a llegar mensajes de radio de todos los pelotones presentes en la nave pidiendo una explicación. Preparó sus armas en un instante, tanto él como Critio se volvieron hacia Luther.

- ¿Qué ha sido eso?

El visioningeniero se retorció espasmódicamente por un momento, como si de repente una miríada de información estuviera saturando sus canales informativos.  

- Algo está entrando en el sistema, algo muy grande. No. Son muchos. No son del Caos. Han empujado la nave… Han entrado. 

- ¿Qué son?

- ¡A las armas! Avisa a Syrus… ¡No hay tiempo!

Corriente disforme cercana al sistema Sagkeion Lamba. 

Abrió el ojo que le quedaba, el implante que sustituía la mitad de su cara comenzó a chasquear al activar sus funciones motrices. Se levantó lentamente, rotando los hombros para tonificar su potente musculatura, al dar el primer paso chapoteó con la sangre de los dos últimos desgraciados que se habían atrevido a desafiarle. ¿O simplemente le habían mantenido la mirada? Daba igual. Sus subordinados se apartaban de su camino con gestos de respeto y miedo fruto del conocimiento innato de la amenaza que representaba. 

Caminó por los tortuosos corredores de su nave, tuberías de todos los tamaños y colores competían con innumerables tomas de energía por ver quien hacía más ruido. Montones de basura rodeaban pilas de chatarra o armas saqueadas tiempo ha. Entre ellas numerosos de aquellos pequeños inútiles que siempre los acompañaban rebuscaban piezas rentables. Aplastó a más de media docena mientras avanzaba rumbo a la sala principal. Sus chillidos eran ahogados por el estruendo general que poco a poco se apoderaba de la nave. 

Cantidades ingentes de guerreros se preparaban para la batalla, sus dioses así lo habían dicho, antes, ahora y siempre. La guerra era tan inevitable como divertida. Para él era algo más, era su vida, algo sin lo que no podría explicarse su existencia, aunque claro, primero tendría que poder explicarse a sí mismo algo que no fuera una nueva e irreverente forma de matar y mutilar a sus enemigos. 

Los canales de voz tronaban con mensajes de entusiasmo no solo de su nave, sino de las otras muchas que los acompañaban. Su instinto le decía que el momento en el que tenían que salir de la disformidad era ese. Llegó a la sala que hacía las veces de puente de mando. Miró a los muchachos que se encargaban de pilotar. Alzó una garra cubierta de clavos. Señaló las oleadas de disformidad que atravesaban a toda velocidad. 

- Ahora. 

Su orden no fue discutida. Los últimos que se atrevieron a hacer eso tuvieron que cenar sus propias tripas dos veces. 

El espacio empezó a abrirse lentamente entre ellos. Al llegar un latigazo de realidad rota había desplazado una nave que estaba varada en el vacío. Enviaría algunos chicos para controlarla. Agarró el primer dispositivo de comunicaciones y gruñó, se hizo el silencio más absoluto en toda su flota. Tomó aire e infló sus plumones todo lo que pudo, lo cual era una cantidad considerable del fétido aire los rodeaba. Tan solo dijo una cosa, sin embargo todos y cada uno de sus subordinados entendieron a la perfección su orden. 

- WAAAAAAAAAAAAAAAAGH!!!