martes, 14 de enero de 2014

Custodios del Tridente X: Cara a cara con la oscuridad 09 [Relato]

CARA A CARA CON LA OSCURIDAD 09

--Exterior de una posible aeronave imperial Preherejía, nombre en clave asignado "Pájaro Negro"---

¡Por Dorn!, no esperaba que las cosas salieran de ese modo. Ghuno no estaba totalmente de acuerdo con destruir la enorme nave, pero el capitán había tomado su decisión así que ninguno había protestado. Se habían reunido todos en la nave que había servido para transportar al Gran Puño y los suyos a abordar la Pájaro Negro. Y allí habían decidido cómo destruir la astronave. Hubiera sido una pérdida de tiempo y efectivos tratar de llegar al centro energético nuclear por los interminables pasillos y salas plagados de enemigos, así que lo harían "por fuera". Buscarían la zona del casco que pudiera llevarles directamente a alguno de los reactores nucleares avanzando lo menos posible, harían un enorme boquete en el casco con las armas de la nave de transbordo y utilizarían las servoarmaduras bien presurizadas para "saltar" al espacio e introducirse en la Pájaro Negro para colocar las cargas de explosivos. Era... audaz, por no decir temerario, pero al capitán Asirus le había parecido una solución rápida y eficaz. Así era el Gran Puño.

Por supuesto, contaban con utilizar la despresurización de la vetusta nave para que fuera ralentizando su "caída" al interior, de manera que el aire liberado los frenase conforme se acercasen, pero eso dejaría poco margen para maniobrar y era muy posible que el grupo de voluntarios acabara con la servoarmadura llena de abollones y arañazos, poniendo en peligro la presurización hermética, y eso con suerte. Aunque el capitán parecía deseoso de ir él mismo a aquella misión, su armadura táctica dreadnought no era lo ideal para aquello, por lo que tanto él como los exterminadores estaban descartados. Sólo Agufer y Ghuno tenían las servoarmaduras completas, y los cortes y arañazos que éstas presentaban habían podido ser sellados con facilidad, así que se habían presentado voluntarios para la misión, los acompañarían dos Hacheros, el tal Tolomu y Gandeh, un guerrero que no dejaba de soltar salvajes risotadas mientras se ataba el hacha a la muñeca. Cada uno llevaría una serie de cargas explosivas, además se habían pertrechado con un lanzamisiles para, teóricamente, ayudarse de la onda expansiva de la explosión de un misil para frenar aún más su caída si las cosas no iban del todo bien.

Y ahí estaban, acababan de volar parte del casco de aquella sección y tanto Ghuno como Agufer y sus aliados, habían saltado al vacio cuando un buen pedazo metálico de casco retorcido se había alejado lo suficiente tras saltar por los aires.

Desde el principio su cuerpo había empezado a girar sin demasiado control, mientras se tensaba la cuerda que lo conectaba por la cintura al resto. Ghuno apretó los dientes y de pronto notó como algo ejercía un empuje suave desde la aeronave por lo que su salto empezó a ralentizarse. Aquello debía ser la despresurización, como estaba planeado, o eso esperaba. Pero no sintió alivio, pues su giro siguió siendo algo errático y era incapaz de centrar su visión. Tampoco le llegaba ningún tipo de sonido, a excepción de su propia respiración, quizá su casco sí que había sufrido más problemas de los que esperaba, aunque era tarde para una revisión completa. De improviso, su cuerpo chocó violentamente con algo que lo agarró. Era Tolomu, y se sintió agradecido de poder dejar de girar, aunque no podía comunicarse con el gigante de rojo y negro. Cuando el sargento Hachero lo soltó pudo ver como a su alrededor la estructura retorcida de metal, cables y gases pasaba junto a él a cada vez menos velocidad, aunque intuía que no estaban frenando lo suficiente. Miró hacia arriba, al hueco por el que habían penetrado en la Pájaro Negro, y pudo ver la negrura espacial salpicada aquí y allá de estrellas. Sabía que el agujero que habían abierto en el casco era bastante grande por lo que ver aquél pequeño boquete sólo podía significar que estaban ya bastante dentro de la aeronave.


Dirigió los ojos hacia abajo justo a tiempo para esquivar con torpeza una pieza de plastoacero que, estaba seguro, podía haberle cortado limpiamente por la mitad. No tuvo tiempo de suspirar de alivio pues en tan sólo unos segundos iban a chocar contra una enorme pared de metal. Habían llegado al fondo del "agujero". Agufer disparó el lanzamisiles que llevaban y la onda expansiva de la explosión logró que redujeran su velocidad lo suficiente como para que el impacto fuera soportable para sus cuerpos mejorados. Esa era la teoría, y parecía estar saliendo bien, a Jefuro le hubiera encantado participar de todo aquello, de hecho Ghuno estaba seguro que su hermano caído hubiera aportado ideas mucho mejores que aquella, pero...

!CLONC¡ El impacto contra el muro metálico lo dejó un poco aturdido. Se levantó como pudo y activó el campo magnético de sus botas para no salir despedido mientras buscaban una entrada y seguir penetrando en la astronave. Sacudió la cabeza con la esperanza de que su visión dejara de ser borrosa. Gandeh, unos cuantos pasos más allá, comenzó a hacer gestos señalando un hueco que parecía dar a un pasillo sin ningún tipo de relieve. Mala señal, se dijo.

Como si le hubieran leído el pensamiento, del hueco saltó uno de los seres oscuros y se aferró al guerrero Hachero antes que éste pudiera usar su hacha. Agufer era el que estaba más cerca y logró atravesar lo que debía ser la cabeza de aquella cosa con la espada sierra. Tolomu activó su hacha sierra y se lanzó al hueco en cuanto un objeto serpentino viscoso asomó por allí. Ghuno decidió que no iba a quedarse quieto, sacó su espada corta y cargó junto al sargento Hachero.

--Barcaza de Batalla Nudus Pugio, Custodios del Tridente--

- Mala idea, mala idea - el teniente Lenden no dejaba de negar con la cabeza mientras seguía observando por el enorme mamparo.

- Al Gran Puño es difícil hacerle cambiar de opinión. - Contoa se abstuvo de realizar el mismo gesto que el oficial guardia imperial, pero estaba de acuerdo en que aquella quizá no fuera la mejor solución.

- "Gran Puño". Supongo que se refiere a su Capitán, desde luego debe ser un guerrero que prefiere utilizar los puños siempre que puede. - dijo el dolnudacita golpeando suavemente con el dedo el vidrio reforzado.

A sus espaldas se oyó como el filo de una espada salía velozmente de su funda. Contoa se giró con rapidez y logró detener el movimiento de Furnsa. Luego hizo una leve señal a Wernoh para que se relajara. Carraspeó para llamar la atención de Lenden.

El teniente humano se giró con una media sonrisa pintada en el rostro, no pareció sorprendido cuando vio la escena que se desarrollaba a sólo unos pasos. El Bibliotecario agarraba la muñeca de un compañero Custodio del Tridente con la espada de energía medio desenfundada y la cara contraída en un gesto de ira. A su lado, otro Tridente apuntaba con su pistola bólter al sargento Helldan, que apretaba la maníbula agarrando con fuerza el mango de su cuchillo de combate, no había logrado desenfundarlo.

- Teniente, le rogaría un poco de... inteligencia. Le presento a Furnsa, Campeón de la Quinta Compañía, y a Wernoh, uno de nuestros veteranos más destacados.

- ¿Cómo se atreve a hablar así del Gran Puño? - el Tridente de la espada dejó finalmente que ésta volviera a su funda con un sonoro chasquido, pero sus cejas seguían mostrando su cólera.

- Furnsa...

- No, Bibliotecario, exijo una disculpa.

- Exigimos una disculpa - añadió con tono grave Wernoh, enganchando de nuevo su arma a la cadera.

- Por supuesto, por supuesto. Guerreros, pido disculpas por mi estúpidez, no conozco a su capitán y estoy seguro de que es un gran líder. - mientras hablaba el teniente Lenden se mesaba la perilla, acabando con una ligera reverencia.

Ninguno de los agraviados pareció convencido de aquella disculpa, pero Contoa supo que no volverían a tener intención de agredir y se volvió a los dolnudacitas.

- Es una lástima que nos dejen tan pronto teniente. - dijo lentamente.

- ¿Los dejo? - el teniente se pasó la lengua por el labio inferior.

- Sí, usted y sus hombres volverán a su nave, dígale a sus superiores que mantendremos el contacto.

- Siento de verás mis erróneas palabras de hace un momento...

- Y nosotros las aceptamos, pero no hay nada más que podamos tratar.

- Ya... - Lenden giró un momento su vista justo cuando se produjo una explosión en un pequeño punto del casco de la astronave preherejía llamada Pájaro Negro. Movió de nuevo la cabeza con gesto negativo, era evidente que la misión de la que que el Capitán Asirus les había informado por radio había dado comienzo. - Una lástima.


2 comentarios:

  1. Buen capítulo, aunque esas relaciones diplomáticas no han salido muy bien que digamos. Tienen bastante carácter tus Astartes, jeje.

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    1. Gracias! El problema de la diplomacia es que se necesitan diplomáticos, y ahí el único que podía serlo era el Bibliotecario, pero el teniente guardia imperial se lo ha puesto bastante difícil, y por muy diplomático que sea sigue siendo un astartes así que...
      Pero me ha gustado "jugar" con un personaje como Lenden, seguro que no es la última vez que le hago aparecer.

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