lunes, 17 de febrero de 2014

Custodios del Tridente XII: Cara a cara con la oscuridad 11 [Relato]

CARA A CARA CON LA OSCURIDAD 11

Alcanzó al sargento Hachero en
un pasillo no presurizado. El cuerpo del astartes estaba derribado a un lado. Se acercó rápidamente y comprobó que simplemente estaba aturdido. Miró hacia delante escudriñando la semioscuridad. En el suelo, Tolomu gruñía tratando de despejar sus sentidos. Le agarró de un brazo.

- Tridente no... no me ha matado...

- Tiene prisa, hemos acertado, trata de escapar al espacio, pero por Dorn que no tengo ni idea de cómo se desplazará ahí.

- No lo necesita... hay muchas naves alrededor.

- Es cierto, no tiene más que dejarse llevar y...

- Vete, yo... te seguiré en un momento.

Ghuno lo dejó donde estaba y se apresuró a recorrer el resto del pasillo. Según la información que le transmitía el casco de su sargento era el mismo camino por el que ellos habían penetrado en el interior de la Pájaro Negro.

Le atacaron un par de seres oscuros pero se desembarazó de ellos con rapidez. Sus pasos resonaban con furia por los corredores cuando imprimió una mayor velocidad en su carrera. Por fin distinguió uno de los enormes tentáculos desapareciendo por una puerta. Cuando llegó hasta el lugar se sorprendió al salir directamente al amasijo de restos en que se había convertido toda aquella sección de la nave. Estaba justo donde sus compañeros y él habían descendido en su "vuelo". Miró hacia arriba y vio una vez más el pequeño agujero por el que podían verse las estrellas.

Mala idea. Notó un tremendo golpe en el costado, que le rompió varias costillas, y fue lanzado como un muñeco hacia un lado. Chocó aparatosamente con una amalgama de metal retorcido rebotando hacia el lado contrario. Apenas pudo enfocar su vista cuando recibió otro golpe que lo catapultó otra vez contra los muros formados por el material destrozado de la astronave. El rebote le hizo girar sin sentido, por lo que se desorientó con rapidez. En cualquier momento recibiría un nuevo ataque por lo que se esforzó por empuñar firmemente la espada corta y mantenerla en posición por si lograba rajar al monstruo.

Su movimiento empezó a ralentizarse y ahora sus giros no eran tan frenéticos por lo que pudo fijar su mirada. Se acercaba a una de las paredes metálicas pero no veía a la gran aberración. Antes de chocar consiguió agarrarse a una especie de tubo doblado que sobresalía, deteniéndose así ante el posible impacto. Desde su nueva posición volvió a rastrear los alrededores. Miró hacia abajo. Estaba ya bastante lejos del "suelo" o del hueco de salida de la parte no destrozada de la astronave en aquella sección, de hecho seguramente ya no podría llegar hasta allí de nuevo sin darse un buen golpe. De pronto descubrió como Tolomu salía de la puerta y miraba hacia arriba. Fue sorprendente ver lo pequeño que se veía el Hachero allí abajo. Parecía que le hacía señales. Giró la cabeza y miró hacia arriba, no tardó en descubrir a la aberración escalando hacia el agujero que la llevaría al espacio.

Apenas se paró a pensar, se acercó a la pared, activó el magnetismo de las botas para quedar pegado al metal y dobló las rodillas todo lo que pudo para coger impulso, se estiró rápidamente, desactivó el control magnético y saltó. Aceleró en muy poco tiempo y reprimió un grito de júbilo cuando se dio cuenta que podría alcanzar a su enemigo a pesar de que este avanzaba sin dificultad por los restos retorcidos gracias a sus múltiples tentáculos. Colocó delante suyo ambos brazos agarrando la espada corta con la punta dirigida al enorme ser oscuro.

El impacto fue brusco pero consiguió su objetivo, pues como a cámara lenta pudo ver como la hoja de su arma se enterraba profundamente en la espalda oscura y viscosa.. El monstruo se convulsionó tratando de quitárselo de encima, pero se mantuvo aferrado a la empuñadura tenazmente. Varios de los miembros del ser lo azotaron con violencia y su servoarmadura comenzó a emitir señales de malfuncionamiento crítico. Perdió la sensibilidad en la pierna izquierda y luego en el brazo del mismo lado, por lo que su agarre se debilitó y de pronto se vio flotando a varios metros de la aberración. Esta seguía revolviéndose de un lado a otro con furia en sus intentos por desclavarse la espada corta, pero cuando lo vio le lanzó un tremendo golpe de través que le hizo volar al otro lado. Chocó aparatosamente y notó cómo algo se clavaba profundamente en su costado. Debía ser algún tubo metálico de los restos de la astronave. Sus fuerzas empezaron a abandonarle, al dolor del costado se unió otro en el pecho, bajó la mirada y se topó con una profunda herida que se abría desde su pectoral derecho hasta la cadera. Una miríada de bolitas carmesí iba aumentando de número a su alrededor. Era su sangre. Su servoarmadura también se estaba despresurizando y supo que le quedaba poco tiempo.

Buscó con su mirada al enemigo. Con sus fuerzas mermadas y al borde de la inconsciencia rugió de rabia porque estaba demasiado lejos para intentar nada, si es que su cuerpo respondía, porque ahora era su visión la que empezaba a emborronarse. De pronto, un objeto rojizo impactó contra la aberración. Se esforzó por permanecer despierto y enfocar qué sucedía. Por un breve instante contempló cómo Tolomu, el bravo sargento Hachero, agarrado a uno de los tentáculos golpeaba una y otra vez al ser con su hacha sierra haciendo saltar enormes trozos viscosos.

Intentó lanzar un grito de ánimo pero la boca se le llenó de sangre y comenzó a toser. Apenas notó cómo algo cambiaba. Una serie de explosiones a sus pies empezaron a hacer temblar toda la estructura de la nave. Una de las más violentas lo sacudió y sintió como era desclavado salvajemente y lanzado al espacio sin control. Luego perdió el conocimiento.

EPILOGO

--Exterior de una posible aeronave imperial Preherejía, nombre en clave asignado "Pájaro Negro"---

- Debemos alejarnos de aquí Capitán - le gritó el piloto.

- ¡No!, todavía no.

- Ya es demasiado tarde, la Pájaro Negro se está desintegrando.

Asirus se negaba a pensar que había perdido a dos más de sus hombres. La misión era peligrosa sí, pero debía haber salido bien, ¡tenía que haber salido bien por Dorn!.

- ¡Señor! detecto un par de señales.

- ¿Son los nuestros?

- No estoy seguro, las señales son débiles.

- Acércanos a ellas.

- Puede ser peligroso, los restos de la...

- ¡Acércanos!

- Sí, capitán.

--Barcaza de Batalla Nudus Pugio, Custodios del Tridente--

Contoa penetró en el Apothecarium. Encontró a Asirus al lado del único cuerpo tendido en una de las camillas; repleto de cables y tubos unidos a las máquinas de respiración y medición presentaba un extraño aspecto. Los sonidos de succión y los pitidos intermitentes le trajeron recuerdos desagradables.

- Asirus, los Hacheros ya se han marchado.

El capitán le miró despacio. Su rostro estaba rígido, serio, pero sus ojos refulgían con determinación.

- ¿Cómo estaba Tolomu?

- Creo que bien, se marchó por su propio pie, aunque era evidente que estaba muy cansado. Sus heridas cicatrizarán sin problemas.

- Es fuerte.

Asirus volvió a centrar su atención en el Tridente echado en la camilla. Durante unos minutos Contoa permaneció en silencio observando a su capitán.

- Gran Puño, él también es fuerte - dijo el Bibliotecario levantando una mano en dirección al herido.

- Sí. Debemos estar orgullosos del hermano Ghuno. Pero sólo él puede vencer esta nueva batalla que se le presenta.

Un nuevo silencio entre ambos volvió a alargarse. Esta vez fue Asirus el que lo rompió.

- Lo encontramos flotando en medio de los restos. Llevaba el casco de Agufer.

- Al que siempre recordaremos por su valor.

- Indudablemente.

- Hemos destruido la mutación. Esa oscuridad ya no se propagará por la galaxia, pero no podemos permitirnos bajar la guardia. El universo está lleno de otras amenazas.

- Y los Tridentes estaremos preparados para enfrentarnos cara a cara con la oscuridad.

2 comentarios:

  1. Un buen final.

    La escena en la que el Marine cae encima de la bestia desde el espacio me ha gustado mucho.

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    1. Hola!
      Gracias, la verdad es que he tratado de meter algunas escenas épicas, y esa era una de ellas.
      Un saludo!

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