jueves, 16 de mayo de 2013

"Contacto" : Capitulo VII [Relato]


CAPITULO VII

“Semper Fidelis”


 
Puente de mando del Azote de Herejes, en ruta estelar hacia B-217D.
“Rumbo 226- Vector Alpha, desviación fásica corregida, 10 horas para objetivo” El Contramaestre Plutio repetía como un autómata las ordenes que los servidores iban transmitiendo desde el control. Un enjambre de servocráneos revoloteaban a su alrededor transmitiendo a su vez las contraordenes a los operadores y así sucesivamente, como si de una monótona aunque eficiente orquestra se tratara. Los viajes estelares eran menos peligrosos que los que atravesaban la disformidad, pero infinitamente más aburridos.
 
 
“Comunicación entrante desde el Injuriador, retraso estimado de 6/1 segmentos”.
-Monitorízalo en el puente.- Hefestes dio un ligero respingo antes de inclinarse sobre los paneles, había permanecido recostado sobre el puesto de mando durante las últimas dos horas. Unos segundos después, un continuo de líneas de cifrado y codificación empezaron a fluir por las pantallas que se encontraban frente a su posición, en el centro del puente.
La figura del Sargento Hannibal ejecutando el saludo Astartes estándar apareció en pantalla. El saludo era una de las pocas cosas en las que habían cedido los Mirmidones tras su reincorporación a la Ley Imperial tras el Aislamiento y lo acontecido en Pompeya, aunque en círculos cerrados se seguía utilizando el viejo repliegue de codo.
-Señor.- Hannibal transmitía desde su puesto de mando, escoltado por el Sargento Bizanzio.
-Informe Sargento, lleva retraso en sus comunicaciones.- Hefestes dijo aquello protocolariamente, el mismo no era muy dado a los protocolos prestablecidos.
-Lo se señor, hemos tenido algún contratiempo ahí abajo.- La voz de Hannibal denotaba cierta preocupación.
-Defina exactamente “contratiempo” sargento.- Hefestes sabía que sus peores sospechas se estaban materializando, pero necesitaba una confirmación.
-Al parecer la nave estrellada procede de alguna época anterior a… a la Herejía Señor.- Hannibal hizo una pausa, esperando alguna interlocución, pero no halló más que la inquisidora mirada de Hefestes a través del holoproyector. –El Sargento Bizanzio encontró lo que parece ser un casquillo de procedencia desconocida, aunque sin duda es Imperial. Los escáneres preliminares han determinado que se trata de alguna manufactura anterior a la herejía, pero la fecha exacta está aún por concretar.- El sargento hizo una pausa, pero los ojos de Hefestes seguían ávidos de información. –Además, según ha confirmado el apoyo en tierra la nave está “pudriéndose” a un ritmo alarmante.- Una elocuente mueca de consternación se dibujó en el rostro de Hannibal.
Hefestes sabía perfectamente que aquellas naves habían salido de algún recóndito rincón de la disformidad, como si no podían haber permanecido ocultas tanto tiempo. Incluso con todas las miradas del imperio puestas sobre el Ojo del terror, un convoy como aquel no habría pasado desapercibido. Más aún si al parecer la situación se repetía a lo largo de tres sistemas planetarios. Si aquellas naves habían sido poseídas por la disformidad, la situación era mucho pero de lo que se temía– ¿Qué hay de la Repent?- Inquirió.
-La Mortis ha balizado su posición.- Hannibal sabía perfectamente que con “Repent” el Rictor se estaba refiriendo específicamente a Stilikón. –Pero no se ha procedido a la extracción-.
-¡¿Qué?! ¿! Cómo es eso posible !?- Hefestes había clavado sus manos sobre los paneles, casi erguido.
-Al parecer, El Sargento Hajax y el bibliotecario han decidido seguir en dirección al puente, sus intenciones son desconocidas.- El Sargento Bizanzio había decidido intervenir en la conversación, su figura aparecía en las pantallas semicubierta por la penumbra del puente, pero su voz podía oírse nítidamente. –Señor, si me permite aventurarme creo que Stilikón planea acabar con esto él solo, puede que la Inquisición requiera de sus estúpidos procesos, pero yo he estado ahí abajo junto a él y le aseguro que en esa nave hay Demonios.- Hablar sin tapujos era una de las cualidades de Bizanzio, aunque la medida en que ésta le había reportado beneficio alguno era cuestionable.
-Sargento, aunque agradezco su franqueza y estoy seguro de que conoce bien al Hermano Stilikón, seguro que conoce bien nuestra delicada posición en éste asunto. No permitiré que nuestra pureza sea puesta en tela de juicio por nadie, aunque para ello tenga que reducir ese pedrusco a cenizas.- Hefestes  había reclinado la cabeza para mirar directamente a Bizanzio a través de la pantalla - Así que espero que esté en lo cierto sargento, porque si no en diez horas todos nosotros deberemos asumir las consecuencias.-.
 B-217D, coordenadas omitidas, cuarentena nivel ómnibus decretada.
A pesar de que su paso era lento, Stilikón se había recuperado lo suficiente como para mantenerse en pie y avanzar por su cuenta. El sargento Hajax abría la marcha unos metros ante él, cercenando cuantas barreras encontraban a su paso, aunque a juzgar por la cadencia con la que usaba su puño sierra estas cada vez eran menos frecuentes.
Tal como había observado anteriormente, el camino por el que discurrían parecía extrañamente libre de corrupción y hacía rato que no encontraban oposición alguna. Tanta tranquilidad resultaba agobiante, el aire era cada vez más espeso y viciado, con aquel hedor pútrido inundándolo todo.  Stilikón acababa de sortear otro de aquellos asquerosos conductos grasientos que discurrían por el lateral de las paredes, con pústulas abotargadas repartidas casi secuencialmente donde la podredumbre parecía florecer con más vigor si cabe. Entonces volvió a escucharla.
“Parecee  que eel niñoo ha reunido nuevameentee el valoor…” Era la misma voz que había oído en sus ensoñaciones, tras permanecer inconsciente, pero esta vez le parecía más distante. “He reunido algo más que valor pensó”.
-Estamos cerca.- Se limitó a decir, lo último que necesitaba en aquel momento era decirle a Hajax que oía voces. Después ser localizados, había puesto al corriente al sargento de toda la situación en lo referente a la nave, y sobre sus planes para volarla, pero había evitado mencionar el detalle de las voces.  Inicialmente había pensado en utilizar cargas de demolición para volar el puente, pero era probable que no fuese suficiente así que era imprescindible que el mismo sobrecargara los relés. A pesar de su reticencia inicial, Hajax había accedido a que el propio Stilikón avanzara hasta el puente de mando siempre que él le acompañara para asegurarse de sus intenciones, incluso a sabiendas de que aquel era un viaje sin retorno. El resto habían partido con la centralita en dirección al transporte para la extracción.
-Eso espero bibliotecario… y también espero por tu bien que no me hayas jodido…y que esa maldita voz no sea una treta tuya.- contestó el sargento que parecía extrañamente turbado -Aunque lo dudo… no deja de decirme que te mate.-
-Es la nave Hermano, trata de confundirnos pues sabe que hemos venido a matarla en nombre del Emperador.- una ligera sonrisa se había dibujado en el magullado rostro de Stilikón.
“Quierees matarmee neecio mortaal, yo no pueedoo moriir insensaato”
-“No morirás Demonio, pero vas a pasarte unos cuantos milenios buscando tus restos por el inmatrium”.- Stilikón hacia fluir aquellos pensamientos por su efervescente mente, aumentándolos con el poder de su psique. Era pleigrosos, pero funcionaba.
“¡¡Noo sabes lo quee dicees triiiste mortaal!!, caaminass por éstee univeerso cieego dee tu valdíiia esperaanzaa” “Dicees que no conocees el miedoo…veen, ¡¡yoo te mostrarée el doloor!!”.
Sin darse cuenta, sus pasos los habían conducido a una estancia más amplia aunque igualmente consumida por la podredumbre, sin embargo el bibliotecario reconoció el lugar instantáneamente. Habían llegado.
El Sargento Hajax permanecía en pie, con la tensión dibujada en cada centímetro de su imponente armadura de exterminador. Ante él, en mitad de las burbujeantes pústulas y un sinfín de variedades de inmundicia, una colosal y obesa figura se regodeaba entre el miasma que brotaba de las paredes y por todos los tentáculos y tendones que recorrían el techo.
 
 
-Por todos los Primarcas… ¡Eres el pedazo de mierda más grande que he visto en mi vida!- El sargento Hajax había dado un paso al frente con Mutiladora refulgiendo sobre su mano derecha y el Cirujano en guardia en la izquerda.
“Quee patéetica visióon” La Gran inmundicia permanecía en su posición, con sus diminutos ojos de infinita malicia enfocados en algún punto imposible de determinar. “Laa viida trataando de aferraarse en vaano a éeste mundoo… trataando de uiir de loo inevitaable, negaando la úunica verdad…aqueellaa quee el graan paadre traata de mostraarnos incesaantemeente…”
El Sargento había avanzado unos cuantos metros aprovechando el momento de pausa, entonces todo sucedió muy deprisa.
Stilikón pudo ver como Hajax hendía su Mutiladora sobre la enorme barriga de la criatura y la rajaba verticalmente, brotando de ella una miríada de aquellos infernales y asquerosos seres diminutos y mugrientos. En aquel instante el bibliotecario avanzó para situarse junto al lugar en el que Claudio había arrancado la centralita, aunque una costra de miasma lo cubría todo. Sin pensárselo dos veces Stilikón clavo la mano que le quedaba en aquella repugnante carne y empezó a desgajar trozos como un poseso, podía oír de fondo como el Cirujano de Hajax rugía como un león herido.
Pudo notar como la sombra se cernía sobre él, trató de concentrarse y  una onda psíquica reverberó a través del aire proyectada desde su mente, recorriendo todo el espacio a su alrededor con el crujido sordo de la carne fragmentándose a su paso. Siguió arrancando carne con ahínco con el único brazo que le quedaba, pero algo había cambiado en la estancia, no se oía nada, solo un silencio frio y estremecedor, por primera vez en varias horas el cirujano había dejado de ronronear.
Sin perder un segundo introdujo su mano en el supurante agujero que había abierto sobre la carne putrefacta,  se reclinó forzando su posición hasta tener aquella inmundicia borboteando a la altura de su rostro y entonces lo notó, el relé en que había estado conectada la centralita de la enorme nave.
Los Mirmidones conocían bien el funcionamiento de la mecánica básica de las naves, era una amarga tarea que habían aprendido durante el desagradecido trabajo de tener desmantelar la propia nave capitular, estrellada en Mirmídia tras lo acontecido en Pompeya. “De toda ceniza brota algo nuevo y más fuerte” pensó, tal como enseñaba la Sacra Liturgia Dracónica. Su trabajo era no dejar ni las cenizas de aquel lugar.
La energía residual que alimentaba los enromes motores de disformidad de la nave servía para alimentar al mismo tiempo la mayoría de sistemas del puente. Aquella enorme cantidad de energía se iría apagando con el tiempo, pero hasta ese momento era un potencial suficiente para alimentar varias instalaciones tal como ellos habían hecho durante el Aislamiento. Solo tenía un problema, el circuito interno era altamente inestable.
Agarrando el relé con la mano, el bibliotecario reunió toda la energía que quedaba en su maltrecha psique. Pudo sentir como el dolor físico se apoderaba de su cuerpo, acompañado de una terrible sensación de desesperanza que se ceñía sobre su mente. Ante sus ojos discurrieron imágenes de lo que había sido su vida, el Bastión, las largas noches en el Librarium y todos los horrores a los que había tenido que hacer frente durante su adiestramiento, quizás más que el resto de sus hermanos. También se vio a sí mismo en una fría mañana de verano, llegando a las agitadas costas de Ftiótide, a bordo de una rudimentaria canoa tallada a mano sobre madera y con el estandarte tribal de sus ancestros en la mano.
Casi instintivamente el flujo de energía recorrió su cuerpo, transmutando en plasma sobre el relé desde la yema de sus dedos. “En su sagrado nombre” pensó  Stilikón. Y sus ojos contemplaron por última vez la pura y blanca luz del Emperador.
 

FIN.

 

6 comentarios:

  1. ¡Por la luz del Emperador! Glorioso sacrificio el de los hermanos Mirmidones.

    Me ha gustado mucho esta serie de relatos, pero va a ser un duro golpe para los Mirmidones: perder la Repent y la Mortis de una tacada...

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    1. Eso si al resto de la Repent no le dio tiempo de escapar.
      Brutal, simplemente maravilloso. Me ha gustado muchísimo, aunque tu incesante ritmo de escritura me va a obligar a cambiar el plan de entrada de mis eldars. jeje

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  2. Muchas gracias a los dos! Me alegro de que os haya gustado! Y bueno, la Mortis y la Repent volverán a aparecer...en cuanto recuperen sus efectivos! XDD

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  3. Entedemos que este sería el final de "tu Fase 1" ¿Es así?

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    1. Bueno si la fase 1 dura un tiempo pues no, algo mas meteré, estoy dándole vueltas al segundo y también será tamaño "escaramuza"! XD
      Mi intención es hacer una serie de relatos que lleven mas o menos la narración de toda la campaña de los Mirmidones, y luego algunos relatos independientes...pero no se lo que haré! ideas ideas everywhere! XDD

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    2. Tened eso presnete, quiero decir, la Primera Fase durará todavía un tiempo, supongo que será la más corta porque la idea es hacer contacto, por así decirlo, pero me gustaría que todos tuviéramos tiempo suficiente para relatar lo que tengamos en mente.

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