lunes, 20 de mayo de 2013

Regocijo [Relato 1.3]

Mediante el selector de objetivos aleatorios las baterías de la Calavera Negra  y la Cráneo Roto atormentaban los cúmulos de naves enemigas en su avance hacia la órbita del planeta Kulko. Los cruceros de asalto involucraban a toda fragata o crucero de forma indiscriminada.   Buena parte de la flota que los radares alcanzaban registrar, detectaban una concentración de fuego creciente en los escudos de sus naves. Estaba claro que estaban resultando una molestia intrusa y la flota enemiga las situaba como objetivos primarios a destruir.

Las paredes metálicas de la sala de mando de la Calavera Negra estaban repletas de cráneos humanos de muchos tamaños, unos gruesos y duros, y otros pequeños y frágiles, algunos de ellos con enormes cavidades, imborrables secuelas de la terrible forma de muerte que hallaron. Adornos macabros que fascinaban a algunos capitanes como Trémulo, que lejos de esconder, convertían en parte de su carácter.

_ Creo que tu llamativa estrategia está dando frutos, mi señor_ dijo riendo de forma excitada e infantil Dupa.

Trémulo correspondió con una abierta sonrisa al tecnomarine, como siempre que halagaban de cualquier manera su determinación.

Dupa era un individuo excéntrico dentro del capítulo, flaco y nervioso, y uno de los cinco “elegidos”. Le había tocado muy temprano su marcha a Marte, e ingresó en una orden adoradora del Gran Omnissiah, aunque lejos de ser bien visto, los tecnomarines eran guerreros que inspiraban pena y desconfianza en el resto de hermanos; Lo primero por ser recluidos hasta la muerte en los hangares, al cuidado de los servidores y escasos tanques del capítulo que rara vez usaban, y lo segundo por portar un color distinto del azul oceánico de los Conquistadores, por un rojo carne que reverenciaba al Dios-Máquina allá donde fueran. Por encima de todo, causaban en el alma de los hombres un rechazo hacia todos los rituales, oraciones y cánticos a las máquinas de guerra, tradiciones antiquísimas que no alcanza a entender nadie que no haya morado con los Skitarii. Nadie, salvo quizá Trémulo. Al capitán de la novena parecían no importarle tales prejuicios, e ignoraba cualquier traba en el trato con Dupa, pues habían alcanzado una relación muy cercana de los cientos de veces que mandaba remendar su dañada armadura, y desde hace un tiempo, se hacía difícil verlos ya separados. Algunas voces comenzaban a susurrar que emponzoñaba su mente.

_Acuden como burros. Arrastraremos a estos bastardos con nosotros_ dijo Trémulo.

Dupa contestó con un salto y una nueva risilla.
El mando de la flota pocas veces se había dejado en manos del capitán de los Rapados, y no por una tradición, pero más allá de su considerable lista de victorias, su reputación de temerario se la había ganado a pulso, había arrasado ciudades enteras sin esperar refuerzos por el simple honor de ser la primera compañía en probar la sangre. Solían llamarle El Rapado,  y a los de su compañía, por extensión, debido al peinado que ostentaba, dejando que su cabello dejara de nacer repentinamente bastante antes de la nuca, exagerando curiosas anguladas rasuraciones en su cabeza.

Trémulo había aceptado de excelente  grado la separación de los cruceros de la Sometedora, pues le correspondía el mando de ambas naves por cargo mayor, y le encantaba hacer uso de su forma de manejar la guerra.

Los cruceros de asalto ya pretendían entremezclarse con la flota de los Dragones Dorados, empujándolos a involucrarse abiertamente en contra de los desoladores que traían consigo. La respuesta fue rápida y contundente por parte del almirante, que había aprovechado el amparo involuntario que los otros regimientos ofrecían para mantener un perímetro bien asentado. Las pequeñas fragatas se adelantaron al inminente comienzo de la batalla, envolviendo a “Calavera Negra” y “Cráneo Roto”, y lanzándose en primera línea para aguantar las salvas energéticas.

La batalla que pretendía evadir, había tocado a las puertas de Kulko. Pronto, se unieron a la refriega cinco naves oscuras más, cruceros clase Matanza e incursores clase Idólatra, que dieron rápida respuesta a las peticiones de auxilio de los traidores. Con una línea bien delimitada, el frente tomaba forma por fin.

Los cruceros de los Conquistadores viraban de nuevo para tomar la iniciativa, pero su lentitud obligaba a actuar a la Guardia Imperial. Los escudos comenzaban a verse sobrepasados, y las fragatas imperiales comenzaron a caer para cuando Nakor y Trémulo se unieron de nuevo a la lucha.


Tres bombarderos Halcón Estelar surgieron de la cara oculta de Kulko, con marcha lenta e incesante, portando grandes misiles perforantes con los que abrir brecha.
Trémulo no podía estar quieto tras asumir el mando, pocas partes del puente quedaban que no hubiera recorrido ya en impaciente actitud. Una comunicación directa permitía a Trémulo mantener conversación permanente con el capitán Nakor de la Cráneo Roto.

_Trémulo, parece que el comandante quiere acaparar toda la diversión, mira el rádar_ dijo el astartes de rostro repugnante, barbudo y desaliñado.

El capitán de la decimoquinta nunca parecía incomodarse con las continuas referencias a su maltrecha cara, de alguna manera parecía hasta divertirle.

Velozmente, Dupa dio un par de brincos para aferrarse al control panorámico de los receptores.

_ ¡¿De qué me hablas?!_ bramó Trémulo_ ¿Es que no tienes sangre en esa quemada cabeza tuya? ¡¿No puedes casi captar el olor a muerte?!_ su tono paradójicamente feliz, perseguía en los megáfonos la voz de su hermano.

El larguirucho tecnomarine intervino mientras seguía escudriñando las pantallas.

_ Tss…Creo que se han olvidado de nosotros_ dijo entre risillas, como un hijo confesando una triquiñuela.

Trémulo arrancó de un empujón a Dupa del asiento central para corroborar unos objetivos siendo expulsados de la  lejana Sometedora a baja velocidad.

_ ¿Qué pasa?_ añadió inmediatamente sin comprender las complejas interpretaciones estratégicas que suponía el análisis de datos.

A Nakor parecía incomodarle notoriamente la ignorancia de la que inconcientemente, Trémulo hacía gala continuamente.

_ Maldito descerebrado, son torpedos de abordaje. Krago intenta colarse en una nave muerta. Habrá algo de valor en su interior. Algo vivo sin duda.

Un rictus de enfado recorrió el mentón profundamente partido de Trémulo, para concluir:

_Bien, yo también iré_ afirmó sin rastro de duda.

_ No podemos, estúpido. No sin antes deshacernos de todo este enredo que hemos montado. Si hubieras preguntado antes de lanzarte como un perro a por el hueso, quizás estaríamos los dos en esas lanzaderas_ dijo en tono recriminatorio Nakor, que parecía mantener más control de sus impulsos.

Un resoplido nasal fruto de la impotencia fue la respuesta de Trémulo mientras estrangulaba los apoyabrazos del asiento de piel.

_ ¡Arrgh! Maldita sea_ bramó a nadie en concreto._ Barrámosles ahora mismo si con eso acaba esta cargante espera.


Minutos antes, barcaza de batalla Sometedora

Las compañías se aglutinaban sin ningún tipo de formación en torno a los megáfonos, esperando cualquier tipo de instrucción que los pudiera arrancar de la tortura de ver la guerra en el vacío. Hasta que una nueva orden los sacó del embelesamiento.

+Protocolo de abordaje+

Un gran grito unánime de aprobación llenó los hangares y su eco reverberó por toda la nave.

_ Iré yo. Me llevaré a los veteranos_ dijo Groa mientras ponía rumbo hacia la puerta del puente de mando.

_ No, tú te quedarás aquí observando mi gloria_ contestó Krago con cierto punto de ironía.

_ ¿Piensas dejarme aquí mientras tú te pierdes en esos pasillos como un topo?

El tono divertido del comandante se tornó seco de nuevo, como acostumbraba a acontecer.

_ Ambos sabemos que sabes manejar esta nave mejor que yo_ dijo Krago.

Groa soltó un largo suspiro mientras volvía al puente. Obligarse a ceder fue como una puñalada a su animal interno ante la resignación.

_Y maldigo mi ilustración.

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