sábado, 11 de mayo de 2013

Custodios del Tridente II: Cara a cara con la oscuridad 01 [Relato]

CARA A CARA CON LA OSCURIDAD 01

--Interior de una posible aeronave imperial Preherejía, nombre en clave asignado "Pájaro Negro"---

La escuadra Nubes de Humo esperaba las órdenes de su sargento. Acababan de realizar un peligroso abordaje a una de las naves más extraordinarias que cualquiera de ellos hubiera visto en su dilatada vida. Según les habían informado no era la más grande de las naves Preherejía que estaban cerca, de hecho era relativamente pequeña, sin embargo conforme se acercaban para abordarla se encontraron con que tan sólo era un poco menor que la Nudus Pugio, la nave insignia de la Quinta Compañía de los Custodios del Tridente. Ellos eran once guerreros, una escuadra táctica completa a la que se le había asignado un apotecario, y Ghuno dudaba que pudieran explorar ni la cuarta parte de aquél enorme pecio espacial en las apenas veinte horas estándar de las que disponían.

Pero, al fin y al cabo no habían ido para eso. Mientras la nave que los transportaba hacia su objetivo sorteaba los ataques de cazas enemigos y las ráfagas de las torretas defensivas de las naves más grandes, el sargento Agufer les había detallado su misión. Debían comprobar qué había en el interior de aquél buque espacial, según el Bibliotecario de la compañía podría haber tiránidos infestando sus corredores y salas. Genestealers. Todos sabían lo peligrosos que eran aquellos seres, pero sólo Agufer se había enfrentado antes a ellos, y les había dado una buena charla al respecto. Ghuno llevaba bajo sus órdenes casi setenta años estándar, y nunca lo había visto tan preocupado. No dudaba del valor de su hermano, lo había visto enfrentarse a multitud de enemigos, y habían sido muchas las veces que gracias a su liderazgo la escuadra había sobrevivido contra todo pronóstico, sin embargo, en la charla informativa había puesto excesivo celo en hacerles ver la peligrosidad de estos xenos. Ghuno pensaba que no había sido buena idea.

Desplegados en un corredor sumido en la oscuridad, podía notar la tensión en sus hermanos. Él mismo se sentía ansioso, cuando normalmente antes de cada combate mantenía la serenidad. Decidió centrar su atención a su alrededor, el lugar le resultaba extraño, los detalles eran indudablemente de manufactura imperial, pero tenían algunas diferencias, una ordenación distinta quizás, y, desde luego, había una gran profusión de adornos. Nunca antes había visto tanto despliegue artístico en un simple corredor de una nave de guerra. Pero había algo más, sus sensores indicaban que el lugar estaba a muy baja temperatura, algo normal si, como parecía, llevaba vagando por el espacio sin tripulación que precisase soporte vital durante siglos o incluso milenios, pero también había detectado que el aire era respirable, costaría mucho a un simple humano pues la tasa de oxígeno estaba al límite, pero podría hacerlo, y eso era un contrasentido si era cierto que había genestealers a bordo. Sólo si los aparatos de restauración y re-filtrado de aire estaban conectados podía haberse mantenido el óxigeno respirable tras un posible abordaje de los xenos, y no podía imaginar que éstos no hubieran destruido todos los aparatos. ¿Acaso no eran monstruos que sólo vivían para destruir?, según lo que había sido implantado en su memoria los tiránidos eran "devoradores de cualquier signo de vida" que sólo dejaban "carcasas vacias" a su paso. Pensar que hubieran decidido mantener la integridad de esta gran nave sólo llevaba a una conclusión, que sabían que les llevaría a su siguiente "alimento". Tener esos conocimientos y comprobarlos por sí mismo era algo que siempre le impresionaba. Ya no se sentía tenso, ahora era curiosidad lo que ocupaba su mente, en cierto modo deseaba que de verdad hubiera genestealers a bordo. Aquél pensamiento hizo que su alma de guerrero tomase el control, echó un rápido vistazo a su bólter y volvió a comprobar la posición de sus hermanos. Estaba alerta y preparado.

- Avanzaremos a lo largo del corredor hasta el final, si hay bifurcaciones seguiremos siempre adelante, si no a la derecha, ¿entendido? - la voz del sargento sonó más baja de lo habitual por el canal de voz.

Todos respondieron escuetas afirmaciones por la radio incorporada al casco. A una señal el grupo se movió al unísono, la mitad llevaban combatiendo juntos alrededor de medio siglo, las nuevas incorporaciones se habían adaptado con rapidez en los entrenamientos que habían realizado conjuntamente, incluso el apotecario, que era la primera vez que se unía a la escuadra, mantuvo la coherencia en el avance.





Recorrieron un buen trecho a relativa velocidad, podrían haber ido más rápido pero estaban siendo metódicos, inspeccionaban cada hueco, habitáculo o corredor secundario con el que se tropezaban. A pesar de los sentidos aumentados y del apoyo de los sensores y registros de la servoarmadura Ghuno se dio cuenta que la oscuridad parecía aumentar a su paso. Resultaba extraño, a su lado el hermano Frehid se dio dos rápidos golpecitos en el casco, a la altura del visor izquierdo, más adelante el gesto se repitió, primero Sadus y después el propio sargento. El canal de voz empezó a crepitar con un molesto sonido de estática. Interferencias. Levantando el puño Agufer hizo detenerse a la escuadra. Se quitó el casco con un gesto brusco antes de impartir nuevas órdenes.

- ¡Maldición! Interfieren nuestras comunicaciones. Nos separaremos, quiero un equipo que vuelva atrás y se comunique con la Nudus Pugio, hay que informar sobre las interferencias, pueden creer que nos han atacado. No quiero otra expedición a nuestras espaldas. El otro equipo seguirá avanzando hasta hacer contacto.

Era evidente que daba por hecho que en la nave estaba el enemigo, sólo quería confirmarlo. Ghuno hizo ademán de quitarse el casco, pero un extraño ruido lo detuvo. Todos permanecieron alerta y a la espera. El ruido era como un siseo penetrante, pero le recordó al sonido que hace metal contra metal, sólo que  parecía distorsionado, quizás un eco que reverberaba por cada hueco de la estructura. El sargento se colgó el casco en el cinturón y con un gesto enfadado les ordenó que hicieran lo mismo. Al quitárselo Ghuno descubrió que la oscuridad era más penetrante de lo que esperaba.

El ruido desapareció de repente. Una ráfaga de bólter hizo que todos giraran la cabeza hacia la cola de la formación. Ghuno apenas pudo ver como Kerjo era tirado al suelo y arrastrado hacia la oscuridad. Humder, el apotecario, que era el segundo en retaguardia, comenzó a disparar su pistola bólter y salió corriendo tras el desaparecido. Dos hermanos más lo siguieron uniendo a él sus disparos.

- ¡No!, ¡volved aquí, debemos permanecer juntos! - el sargento apenas podía reprimir su enfado - Vamos, tenemos que seguirles. La suerte está echada.


(La imagen que aparece en este relato es una alteración de una imagen obtenida en zonafandom.com)

2 comentarios: